jueves, 17 de diciembre de 2009

"Esta es la democracia marroquí". Entrevista al hermano de Haidar

PUBLICO. TRINIDAD DEIRÓS - EL AAIÚN - 17/12/2009

Ahmed Haidar está "orgulloso" de lo que está haciendo su hermana por "los derechos humanos en el Sáhara. Pese a que la fotografía de cada persona que entra en su casa estos días pasa a formar parte de la colección de la policía marroquí, este saharaui de 40 años- dos menos que la activista- abre sin problemas las puertas de su casa a Público. En los dos ordenadores que hay en el comedor y el salón, la familia ha guardado las fotos y vídeos de Aminetu que publica la prensa española e internacional. Ahmed y sus otros familiares no se fían de la prensa marroquí-

¿Cómo se encuentra su familia cuando ya hace un mes que su hermana está en huelga de hambre?

Estamos angustiados, sobre todo mi madre y mis sobrinos, especialmente, el niño, Mohamed, que se pasa el día llorando. Su hermana mayor está más entera

¿Sus sobrinos van al colegio, llevan una vida normal?

Sí, siguen yendo a clase, pero seguir con su vida como si no estuviera sucediendo lo que está sucediendo, se les hace muy cuesta arriba.

¿Cómo ve a su hermana tras este mes?

Aminetu tiene muy mal aspecto; creo que esta vez las consecuencias de esta huelga de hambre pueden ser más graves que en la anterior ocasión que estuvo sin comer. No hay más que ver las fotos que hay de aquella vez y compararlas con las imágenes de televisión de ahora. Además, cuando empezó la primera huelga de hambre no tenía tantos problemas en el estómago, unos problemas que se agravan cuando uno no come. En esta huelga, ya no se trata de su salud; lo que está en juego es su vida.

-Marruecos resta importancia a la huelga de hambre y dice que Aminetu es del Frente Polisario.

Mi hermana no pertenece al Frente Polisario: es una activista de derechos humanos. Todos los premios que ha recibido ha sido por su trabajo en este campo, no por ser del Frente Polisario. Aquí no estamos hablando de un problema de política, sino de una cuestión de derechos humanos. A nosotros ahora nos interesa sobre todo que Aminetu vuelva. A mí no me importan ahora los problemas políticos entre Marruecos y el Polisario: tan sólo queremos que nuestra hermana vuelva a casa. Cuando esto suceda, entonces responderé a cualquier pregunta sobre temas políticos.

¿Tienen confianza en que la comunidad internacional, incluida España, halle una solución?

Despues de lo de anteayer (por el lunes), cuando Clinton y Moratinos se reunieron, estamos muy decepcionados. Yo sólo tengo ya esperanza en Dios, ni en EEUU ni en España. De cualquier manera, nosotros, la familia, sólo queremos que ella vuelva, y esperamos que esta situación se resuelva de una manera pacífica.

La prensa marroquí está hablando muy mal de su hermana.

Quien dice mentiras, sabe que es un mentiroso. Han llegado a decir que uno de nuestros tíos vio cómo Aminetu entregaba el pasaporte en el aeropuerto, cuando en realidad se lo quitaron ellos (el martes, el periódico Le Matin, considerado portavoz oficioso de la monarquía, aseguró que este tío de la activista ofreció este testimonio ante una comisión de la Agrupación Nacional de Independientes, un partido político marroquí). Pero ésta es la democracia marroquí y su prensa dice lo que quiere de mi hermana.

¿Los periodistas que hablan de su hermana en Marruecos han contactado con ustedes?

No. En absoluto. Han venido periodistas de Al Yazira, Al Arabia (cadenas árabes internacionales), y de otros países. Marroquíes, ninguno.

Cuando se intentó que Aminetu regresara en avión desde El Aaiún, ¿qué sucedió?

La prensa marroquí no dijo ni una palabra al respecto. Aminetu llamó a mi hermana Leila para decirle que estaba en el avión que la traía de vuelta. Nos pusimos contentísimos y fuimos todos al aeropuerto para recibirla. Después, nos enteramos de que no venía, y supimos que las autoridades españolas iban a intentarlo otra vez 24 horas después por la prensa española.

¿Si su hermana muere, los saharauis se echarán a la calle?

Sólo Dios lo sabe. Nadie puede decir si al día siguiente estará vivo o no, por ello no puedo asegurar lo que puede pasar.

¿La gente se solidariza con la familia en El Aaiún?

Todos los que conocen a la familia me paran por la calle y me preguntan. También gente que no conozco de nada, me para por la calle para interesarse y darnos su apoyo, y eso me llega de verdad al corazón.

Su casa está vigilada y también la gente que viene a verles, ¿qué tipo de presiones están recibiendo?

No hay más que ver que, desde que Aminetu empezó la huelga de hambre, siempre hay policías de paisano delante de la casa, a todas horas.

La casa de su hermana, donde vive con su madre y sus dos hijos, también está vigilada, y su madre no habla con los periodistas ¿las autoridades marroquíes se lo han prohibido?

No ha habido una prohibición explícita, pero mi madre tiene miedo. Le han pedido entrevistas de muchos medios, incluso canales como Al Yazira, pero ella prefiere no hablar.


´Intentamos que sus hijos no vean las noticias´

Un enviado especial de LA OPINIÓN viaja a El Aaiún para relatar cómo vive la familia de la activista la huelga de hambre

LEVANTE PEDRO GUERRA ENV. ESP. A EL AAIÚN "Estamos muy preocupados por Aminatu. Cada día que pasa empeora su salud y deseamos que esto se resuelva cuanto antes". Habla Chrif Haidar, hermano de la activista saharaui que lleva más de un mes en huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote. El rostro de Chrif muestra la preocupación de la familia, que vive con intensidad el conflicto que en estos momentos mantiene en vilo a los gobiernos de España y Marruecos; y de paso a los de medio mundo.

Son las seis y media de la tarde en El Aaiún, la misma hora que en Canarias y una menos que en la Península. Han pasado 32 días desde que Haidar fuera expulsada a su llegada al país por el Gobierno de Marruecos, después de que la activista escribiera "nacionalidad: saharaui" en la tarjeta de entrada que se rellena al pisar territorio marroquí. Desde entonces, tras ser enviada en avión a Lanzarote, sin pasaporte, su huelga de hambre se ha convertido en un problema de incalculables consecuencias para Marruecos y para España.

En el número 314 de la calle Al Jadid, domicilio de la activista saharaui, sólo está Chrif, el sexto de los siete hermanos de Aminatu Haidar. Ella es la mayor y él tiene 22 años, no trabaja (el 85% de la población de El Aaiún está en paro) y sale a dar un paseo a la espera de que vuelva el resto de la familia. "Están todos en el hospital, mi madre, y también los hijos de Aminatu".

Un miembro de la familia se encuentra enfermo, revela. Refresca un poco en la cuidad del Sáhara Occidental, y Chrif se abriga hasta el cuello, pero antes del paseo nos abre la puerta de su casa, tan transitada en estos días. Poco antes, un guía nos advierte: "Ten mucho cuidado, aquí hay muchos chivatos y no te debes fiar de nadie", afirma con un chapurreo de castellano muy deficiente.

Chrif revela que la situación de su hermana se está haciendo "muy dura de llevar, sobre todo para los hijos de mi hermana y para mamá. Sabemos que ha perdido peso, lo hemos visto en la prensa, y estamos intranquilos". Pero también son conscientes de la voluntad de Aminatu Haidar: "No va a parar hasta conseguir su objetivo, pero la necesitamos aquí con nosotros", explica.

Los dos hijos de Aminatu, Hayat, de 15 años, y Mohamed, de 14, "son los que peor lo están pasando. Mi madre intenta que no vean las noticias y que vayan al colegio con normalidad, pero es imposible", explica el hermano de la activista, visiblemente triste.

"Es duro ver lo que ocurre con Aminatu. ¿Sabe usted lo que es un mes sin poder verla, y sabiendo que está en huelga de hambre? La familia está muy afectada y sólo deseamos que el problema se pueda solucionar", responde Chrif a modo de despedida.

En torno al domicilio de Aminatu Haidar hay policías de paisano por todos lados; nadie los ve a simple vista, pero todo el mundo sabe que están: "Tenemos que irnos ya", avisa el guía, tras cinco minutos de conversación.

La capital del Sáhara Occidental es, probablemente, una de las ciudades más vigiladas del mundo en estos momentos, debido a la huelga de hambre de una activista de 42 años llamada Aminatu Haidar, que se mantiene firme en sus convicciones: "Mis principios no se venden", dijo la pasada semana a un representante del Gobierno español.

Nada más aterrizar en el aeropuerto de El Aaiún llama la atención la increíble cantidad de policías, militares y miembros del control de fronteras que esperan a los pasajeros al pie del avión. Es el último vuelo del día y en el aeropuerto se ven otros dos aparatos con unas letras muy bien identificadas: UN (Naciones Unidas). Aproximadamente una hora se tarda en salir del aeropuerto después de que un policía realice un pequeño interrogatorio al periodista. "¿Viene sólo? Espere un momento". Y desaparece con el pasaporte para volver al cabo de diez minutos. Eso sí, con bastante amabilidad.

Un paseo por El Aaiún (150.000 habitantes) es suficiente para ver que, en cualquier calle, existe un uniforme de la policía marroquí (azul) o del ejército (verde). "Pero hay muchos que no llevan uniforme", asegura el guía. "Y luego están los chivatos. De esos hay todavía más".

Antes, en el avión, un joven asegura: "Imposible pasar desapercibido. Aquí se sabe todo".

Es El Aaiún, la ciudad de Aminatu Haidar.



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