*Relato aparecido en el número 27 de la revista Shukran
Desde que empecé el curso escolar, estoy muy ilusionado. Este año cumplo ocho años y por primera vez participo en el programa vacaciones en paz. No sé lo que significa, pero mis hermanos mayores han tomado parte y me cuentan tantas cosas, que yo también deseo que llegue el momento para poder descubrir personalmente lo que ya tengo en la imaginación.
Tengo ganas de montarme en un avión. He visto muchos porque pasan sobre los campamentos cuando se dirigen a Tinduf. Nunca he embarcado en ninguno y no puedo entender como es posible que puedan volar. Me dicen que son de hierro, ese metal es muy pesado, entonces ¿cómo es posible que se pueda sostener y avanzar en el aire? Igualmente me comentan que aterrizan en unas carreteras enormes y después entras en unos edificios, también muy grandes, donde te esperan las familias con las que vivirás durante dos meses.
Las personas que forman la familia de acogida, son muy buenas, aunque por lo que me cuentan, tienen unas cosas muy extrañas. Cada uno vive en una habitación, tiene una tele y un ordenador y duerme solo. No se reúnen para comer y los abuelos viven en otras casas. Hablan muy poco y casi no se besan y abrazan. Además, viven encerrados en sus pisos y es imposible por las noches ver la luna y las estrellas. Los primeros días son muy duros y los niños lloran porque se acuerdan de su familia en los campamentos. También es verdad que a la semana, cuando conoces bien a la familia ya te sientes como en casa.
Una de las cosas que me hacen más ilusión, es conocer el mar. Dicen que es muy grande y que tiene mucho agua; se podrían llenar infinidad de cubas, aunque es imposible porque no se puede beber, está muy salada. Quiero probar esa agua y también comprobar una cosa que me tiene muy intrigado. Los barcos navegan sobre el mar y aun siendo muy pesados, porque también son de hierro, no se hunden. No me lo creo mucho, aunque en la tele los he visto. También me gustaría ver por primera vez como los peces pueden vivir bajo el agua. Siempre ha sido para mí una incógnita entender como es posible que el mar esté lleno de peces que pueden estar en las profundidades sin salir a respirar.
Quiero ir a la playa para poder bañarme y aprender a nadar. Parece muy fácil, pero si no sabes te puedes hundir y ahogarte. Me parece que si los otros niños pueden nadar yo también puedo hacerlo. No creo que sea muy difícil, aunque los que han estado de vacaciones, me dicen que las familias siempre están preocupadas cuando van a la playa. Siempre te dan consejos para que no te alejes de la orilla y si lo haces, te riñen mucho. Si vives lejos del mar también te puedes bañar en las piscinas que, aunque tienen mucha agua, no tiene nada que ver con el mar. Parece que el agua no se mueve tanto, no hay corriente ni olas.
Una cosa que no puedo entender es que mucha gente va a las playas o a las piscinas no a bañarse sino a “tomar el sol”. Yo creo que el sol está siempre con nosotros para que lo gocemos cada día y no solo cuando vamos a la playa. El sol, junto a la luna y las estrellas nos pertenecen y por eso debemos admirarlos cada día de nuestra vida y no solo cuando llega el verano. Son alguna de las cosas que no entenderé nunca.
También tengo que decir que tengo un poco de miedo, ya que me he enterado que nos llevarán a ver muchos médicos, a los que tengo pánico. Seguro que nos quitarán sangre con jeringuillas para ver que enfermedades podemos tener. Nos revisarán diferentes especialistas que determinarán los tratamientos que corresponde a cada uno. Yo se que fastidia mucho, pero es lo mejor que nos pueden hacer. Muchos niños de los campamentos se han curado gracias a esos médicos que hacen ese trabajo solidario solo para que la salud de los niños saharauis sea la mejor.
Los niños quieren mucho a sus familias de acogida y por eso piensan que la ciudad donde han estado es la mejor. Se generan grandes discusiones sobre el tema y yo no se que pensar porque todavía no conozco nada, seguramente yo tomaré partido por el lugar donde me toque pasar las vacaciones. Por lo que oigo a los niños, puedo asegurar, sin temor a equivocarme, que los dos únicos equipos de fútbol que existen son el Real Madrid y el Barcelona. Cuando discuten, no entiendo mucho porque no se ponen de acuerdo cual es el mejor jugador del mundo. Los del Madrid dicen que un tal Ronaldo y los del Barcelona se decantan por uno al que llaman Messi.
Tengo que confesar que siento cierta envidia cuando escucho a mis hermanos y demás niños saharauis hablar el castellano. Me da mucha rabia no poder entender lo que dicen. Me gusta mucho ese idioma y sobre todo poder conversar con las familias cuando nos visitan en los campamentos. Aunque veré muchas cosas interesantes, lo que más me hace ilusión, es poder aprender el idioma que casi todo el mundo en los campamentos conoce.
Mi madre siempre me recuerda que debemos estar agradecidos a las familias que nos acogen, porque hacen un trabajo muy humano al ayudarnos y tratarnos como si fuéramos sus propios hijos.
Esta semana han reunido a nuestras madres y les han comunicado que había rumores de que posiblemente no se llevaría a cabo el programa vacacional. Ha dicho un señor que manda mucho en España y que parece que es muy amigo de Marruecos que se necesitaban unos papeles para que los niños pudieran viajar. Yo simplemente me pregunto ¿Por qué ahora se necesitan documentos cuando hace más de veinte años que los niños saharauis viajan a Europa sin ningún problema? ¿Por qué han esperado hasta que me tocará a mí?
Bachir Ahmed
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