Galia Djimi: «La sensibilidad hacia la causa saharaui sólo duró lo que la huelga de hambre de Aminatu»
«Las torturas que se vieron en Abu Ghraib yo les ha vivido, tengo mordeduras de perro en mis brazos, pero eso no me ha debilitado»
LA NUEVA ESPAÑA R. VALLE Nacida en Agadir (Marruecos) el 28 de mayo de 1961, casada, madre de cinco hijos y técnica agrícola. Ése es sólo el principio de la biografía de Ghalia Djimi. El resto está marcado por su militancia y compromiso con la lucha del pueblo saharaui y la defensa de los derechos humanos, que le han llevado, por un lado, a ocupar altos cargos en varias organizaciones y, por otro, a ser víctima de secuestros, torturas y detenciones. Ghalia Djimi, como también le ocurrió a la más conocida Aminatu Haidar, conoció el centro de detención secreto ubicado a las afueras de El Aaiún. Allí estuvo más de tres años con los ojos vendados, sin contacto con el exterior y sin un juicio que espera. Una campaña internacional de presión sobre Marruecos consiguió su liberación el 19 de junio de 1991. Estos días, y en su calidad de vicepresidenta de la Asociación Saharaui de Víctimas de Graves Violaciones de los Derechos Humanos, ha pasado por Gijón para participar en las jornadas sobre «La participación de la mujer en la construcción de la nueva sociedad saharaui».
-P. Aminatu Haidar ha propiciado que en España la lucha del pueblo saharaui tenga rostro de mujer. ¿Esa apreciación se corresponde con la realidad?
-R. Las mujeres están en la lucha saharaui, aunque también los hombres; lo que ocurre es que al principio de la invasión marroquí la mayor parte de los hombres estaban en la batalla armada y las mujeres, al quedarse solas, se vieron obligadas a realizar una gran contribución en la construcción de las instituciones y la vida en los campamentos. La lucha de Aminatu Haidar, con su huelga de hambre, ha favorecido una mayor sensibilidad hacia la causa saharaui y una mayor cobertura mediática, pero, como saharaui y defensora de los derechos humanos, siento la decepción de que todo terminara una o dos semanas después de que Aminatu regresara al territorio ocupado. Eso no es bueno. La causa justa del pueblo saharaui merece que las potencias le den la suficiente importancia como para solucionarla y merece también una importante cobertura de la prensa, ahora que estamos en una batalla de repercusión mediática.
-P. Veo que no es tan optimista como quienes asumían que a partir del «caso Aminatu» todo iba a ser mejor para el pueblo saharaui.
-R. La sensibilidad y la cobertura sólo acompañaron la huelga de hambre de Aminatu. Esperemos que ahora se vuelva a dar luz a esta lucha con esos más de doce mil saharauis que han abandonado la ciudad para ir a denunciar su situación desde un gran campamento a las afueras de El Aaiún. Están allí para negar esa gran mentira de la que habla Marruecos desde 1975 cuando dice que los saharauis viven bien, cómodos y con todos los derechos.
-P. ¿La reivindicación de los campamentos es más económica que ideológica?
-R. Las reivindicaciones de la población son reivindicaciones socioeconómicas, pero tienen sus raíces en el conflicto político, porque es una población que lleva marginada desde hace 35 años. Los manifestantes plantean reivindicaciones socioeconómicas porque la mayoría del pueblo saharaui en los territorios ocupados no pueden hablar de reivindicaciones políticas debido a la gran represión.
-P. ¿Tiene un temor fundado de que pueda darse una situación de violencia extrema sobre los saharauis acampados?
-R. He oído que hay agresiones a los saharauis que quieren entrar en el campamento, porque los grupos policiales y militares prohíben el acceso, pero no he oído que haya ataques dentro del campamento.
-P. Lidera una asociación de víctimas de graves violaciones de los derechos humanos, y su propia vida es el ejemplo, con secuestros, detenciones ilegales, tortura...
-R. He vivido, como la mayoría de los saharauis, todo tipo de violaciones. He pasado tres años y siete meses en una situación de desaparición forzada en un centro de El Aaiún, y como defensora de los derechos humanos he sufrido todas las formas posibles de intimidación y agresión.
-P. ¿Y no hubo ningún momento en el que, por dolor físico o cansancio psíquico, haya pensado en dejar la lucha?
-R. No, aunque he soportado todo tipo de agresiones. Las torturas que se vieron en las fotos de Abu Ghraib en Irak yo las he vivido. Tengo mordeduras de perro en mi brazo, se me ha caído el pelo por los productos químicos que se usaron en los interrogatorios, me han desnudado..., pero todo eso no me ha debilitado. Al contrario. Siempre tengo ánimo porque sé que, como otros, estoy defendiendo una causa justa y legítima que merece este sacrificio.
-P. ¿Y no hay decaimiento del pueblo saharaui tras tantos años de lucha sin frutos?
-R. (Un profundo suspiro). Las grandes potencias internacionales no tienen nuestro conflicto en sus agendas, no le dan importancia a su resolución. Es mala suerte, porque nuestra lucha es una lucha pacífica, creo que la única en el mundo, y merece ese compromiso de la comunidad internacional, que debería ayudar a solucionar este conflicto y agradecer al pueblo saharaui este estilo de lucha lejos de la violencia.
-P. Se anuncian para los próximos días nuevas negociaciones entre Marruecos y el Frente Polisario sobre el futuro del Sahara Occidental bajo los auspicios de las Naciones Unidas. ¿Tiene alguna esperanza en ese encuentro o es una reunión más?
-R. Hasta el momento parece que sólo es una reunión más, pero siempre mantenemos la esperanza. Como madre y defensora de los derechos humanos, me preocupa mucho pensar que las nuevas generaciones no tengan la misma paciencia que tenemos nosotros. Son jóvenes que ven por la televisión que dónde hay un conflicto violento la comunidad internacional sí interviene, sí le da importancia. Esperemos que el pueblo saharaui siga luchando con su estilo típico, que es el pacifismo.
-P. Gijón y Asturias siempre han mostrado su solidaridad con el pueblo saharaui. ¿Detectan una gran diferencia entre el apoyo que reciben del pueblo español y la actitud política del gobierno de España?
-R. Sí, hay una gran diferencia. El Gobierno español es la raíz de todo lo que sufrimos y aunque la ayuda y solidaridad que recibimos de la sociedad civil española nos da más tranquilidad, lo que solicitamos es que no se quede sólo en un sostén comunitario, sino que cambie a un apoyo político. Es ese apoyo político el que puede obligar al Gobierno español a cambiar su postura.
-P. España tiene ahora una nueva responsable del Ministerio de Asuntos Exteriores. ¿Será más fácil entenderse con una mujer?
-R. No la conozco pero... ojalá.
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