miércoles, 24 de noviembre de 2010

La Minurso admite que fue informada por Marruecos del inminente ataque contra el campamento

EL MERCURIO - SPS     24-11-2010 

El Hospital Militar de El Aaiún se ha convertido en un centro de detención secreto de saharauis

Los testimonios contradicen la versión de Marruecos sobre el uso de armas de fuego en Gdeim Izik y en El Aaiún

Alexander Ivanko, principal asesor político del representante especial del secretario general de la ONU y jefe de la Minurso (Misión de Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental), el egipcio Hany Abdelaziz, afirmó que la misión fue informada por Marruecos del inminente ataque contra el campamento de Gdeim Izik, según informa EL PAÍS en su edición este miércoles.

"Los marroquíes no nos informaron oficialmente, pero teníamos indicaciones de que el desalojo se podía producir", admitió Ivanko en el cuartel general de la Minurso, en El Aaiún. "El jefe de la misión fue tres días después, pero allí ya no quedaba nada".

Tampoco actuaron poco después, cuando "bandas formadas por cientos de colonos marroquíes acompañados por policías violaron, destrozaron y robaron los domicilios y los negocios de los saharauis ". Simplemente, se encerraron en el cuartel, que fue inmediatamente rodeado por las fuerzas marroquíes, o permanecieron en sus hoteles y domicilios. Ivanko justifica así esta actitud pasiva: "No tenemos armas, y nuestra primera responsabilidad es proteger a nuestro personal".

El día 14, la Minurso envió a la sede de la ONU en Nueva York un informe de 27 páginas, que fue utilizado poco después en los debates del Consejo de Seguridad. Ivanko señala dos datos que aparentemente fueron incluidos en el texto a pesar de que los miembros de la fuerza de paz no presenciaron los enfrentamientos porque estaban recluidos.

El primero es que no vieron armas de fuego en manos de los marroquíes que reprimieron a los saharauis. Y el segundo es que entre las fuerzas del orden que cargaron contra los civiles no había militares. Esta última afirmación es crucial, porque la presencia de militares en los enfrentamientos habría supuesto una ruptura del alto el fuego entre el Frente Polisario y Marruecos, señala EL PAÍS.

La Minurso es la única misión de las pocas misiones de Naciones Unidas que carece de un mandato legal para vigilar el cumplimiento de los derechos humanos.

Fue creada en 1991, tras la firma del alto el fuego entre ambos contendientes, con la misión de organizar un referéndum de autodeterminación entre los saharauis y ha consumido un presupuesto cercano a los 1.000 millones de dólares, sin lograr su objetivo original, explica el diario español.

Ivanko reconoce implícitamente ese fracaso: "Nosotros completamos en 2004 el trabajo de identificar a los votantes, pero dado que las dos partes no se ponen de acuerdo sobre el referéndum, las listas han sido enviadas a la sede de la ONU de Ginebra. Ahora nos limitamos a supervisar el alto el fuego, a fomentar medidas de confianza entre Marruecos y el Frente Polisario y a retirar las minas plantadas en el territorio durante la guerra".


Los testimonios recogidos por EL PAÍS, indican que el Hospital Militar de El Aaiún, capital ocupada del Sáhara Occidental, se ha convertido en un centro de detención secreto de saharauis heridos, informó este miércoles el diario español.

El ciudadano saharaui Abbu Mohamed El Yadasi, de 45 años, estaba en Gdeim Izik la madrugada del pasado día 8, cuando 3.000 efectivos de la policía, la gendarmería y las fuerzas auxiliares marroquíes irrumpieron en el campamento. Su esposa, Maymouna Haimad, de 41 años, no volvió a tener noticias suyas hasta que, hace solo unos días, un vecino la avisó de que estaba herido y detenido en el hospital militar de El Aaiún.

La mujer corrió al centro médico, pero los soldados que lo custodiaban se negaron a corroborar la información y le impidieron la entrada. Ni siquiera la dejaron permanecer en la calle.

La familia siguió investigando. Un enfermo que acababa de ser dado de alta le confirmó que su esposo estaba en hospital y que tenía una herida en un pie. Y por un militar supo que con Abbu Mohamed había un buen número de heridos que también estaban detenidos y cuyos parientes desconocen su paradero. Muchos de ellos han sido dados por desaparecidos.

Todos los testimonios ponen en cuestión la versión ofrecida hace tres días a la prensa por el director de la institución, doctor Isameli Hassan, en el sentido de que todos los heridos en los disturbios han sido dados de alta, subrayó EL PAÍS.

También contradicen las palabras del Gobernador de El Aaiún ocupado que el pasado domingo negó a EL PAÍS la existencia de desaparecidos saharauis y atribuyó su ausencia a que "se habrán ocultado en el desierto a la espera de que se olviden los acontecimientos. Es una costumbre saharaui", añadió.


TESTIMONIOS

Los testimonios contradicen dos rotundas afirmaciones realizadas por las autoridades marroquíes a los dos periodistas españoles destacados en ElAaiún, capital ocupada del Sáhara Occidental, sobre y posterior represión en la ciudad, afirmó este martes el diario El País.

Según este diario, el llamado alcalde del Aaiún había confirmado que las fuerzas de ocupación no hicieron uso de las armas de fuego durante el asalto al campamento de Gdeim Izik ni durante la posterior represión ocurrida en la ciudad. La segunda, que los detenidos saharauis no fueron torturados.

El seguimiento al que la policía marroquí somete a los informadores ha frustrado un encuentro cara a cara entre EL PAÍS y Lasiri Salek. Como otros saharauis heridos en los sucesos de Gdeim Izik, él permanece escondido. Ni siquiera se ha atrevido a acudir a un hospital, precisó el corresponsal de ese diario Tomás Bárbulo.

Por eso ha tenido que grabar un vídeo con sus declaraciones y hacerlo llegar a través de una persona de confianza. En la pantalla, Lasiri Salek, de 29 años, muestra los orificios de entrada y salida de la bala en su antebrazo izquierdo. Afirma que, junto a él, fue herido de dos balazos, en un hombro y en una pierna, un amigo suyo cuyo nombre no quiere revelar. También asegura haber visto a una mujer tiroteada, cuya suerte desconoce. "Mucha gente en mi misma situación se quedó tirada en el campamento", añade.

Ahmed Gachbar Baillal, de 38 años, sí consiente en recibir a EL PAÍS, a pesar de que tres policías marroquíes han seguido al periodista español hasta la puerta de su casa. "Ya sé que cuando usted se vaya me van a interrogar en la comisaría, pero no tengo miedo", dice desde su silla de ruedas en su casa del barrio de Colominas Nueva.

Baillal, que tiene DNI español (número 4539558700), explicó que ocho policías armados con metralletas lo detuvieron el día 9 en su vivienda, le vendaron los ojos, le ataron las manos a la espalda y se lo llevaron en un coche. "No sabía dónde estaba. Oía a gente llorando y gritando a mi alrededor". Le pegaron con palos y con cinturones durante horas. "Había estado varias veces en Gdeim Izik y me preguntaban por toda mi vida", relató. El día 10, un policía marroquí le dio una patada entre los riñones y cayó al suelo.

"Les dije que no podía caminar ni moverme, pero me contestaron: muérete ahí. Me quitaron la venda de los ojos.. Entonces me di cuenta de que estaba en la comisaría que hay al lado de la wilaya [sede del Gobierno]. Cuatro policías me cogieron de los brazos y de las piernas y me llevaron ante un funcionario de alto rango, que me ordenó que me fuera. Insistí en que no podía moverme y le pedí una ambulancia, pero él me la negó. Me dijo: '¿Quieres salir? Nunca cuentes lo que ha pasado aquí, o de lo contrario te llevaré a un sitio en el que nunca verás el sol'. Me dejaron tirado en una habitación".

La noche del 11, el funcionario volvió. "Si no caminas, no sales de aquí", le dijo. Él le pidió que dos personas le sacaran de la comisaría y lo metieran en un taxi. De ese modo llegó a la puerta de su casa.

"Mi hermano me trasladó al hospital, pero la policía no me dejó entrar", aseguró. Al día siguiente volvió al centro médico, pero una doctora le dijo que las máquinas de radiología no funcionaban. Su familia decidió entonces llevarlo a un médico particular, que le hizo una placa y le dijo que tenía lesionada la zona lumbar. "Dice que no puedo moverme en un mes. Luego se verá".

No son estos los únicos testimonios que contradicen la versión oficial marroquí de los sucesos de El Aaiún. Baghia, una mujer de 40 años hermana de un activista saharaui que se halla en prisión desde hace años, aseguró que a las ocho de la mañana del día 8, cuando solo hacía dos horas que había comenzado el desalojo de Gdeim Izik y aún faltaban otras dos para que se iniciaran los disturbios en la ciudad, varios gendarmes y policías marroquíes echaron abajo a patadas la puerta de su casa.

"Recuerdo la hora porque estaba dando de desayunar a mis hijos cuando entraron y comenzaron a destrozarlo todo", dijo señalando los estragos en el que fue su hogar. "Entraron en las casas de los saharauis como entraron en el campamento".
  

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