viernes, 12 de noviembre de 2010

“Mi hermano está escondido en El Aaiún y mi sobrino, desaparecido”

LA VOZ DE ALMERIA  12 de noviembre de 2010     Saleh y Walina temen por su familia en El Aaiún, algunos huyen de las fuerzas marroquíes

Nunca 1.500 kilómetros de distancia a su ciudad fueron tantos para Saleh Mohamed y Walina Mechaj, dos de los pocos saharauis que viven en Almería. Con El Aaiún sumido en lo que ellos llaman “un estado de sitio” viven estos días intentando saber cómo está su familia. Unos contactos más que complicados con las líneas telefónicas cortadas y la población de esta ciudad del Sahara Occidental encerrada en sus casas con miedo a salir, incluso, al locutorio telefónico.

“Desde el lunes, cuando Marruecos atacó el campamento de protesta he intentado ponerme en contacto con mi familia y no he podido hablar con ellos”, explica Walina Mechaj, presidente de la Comunidad Saharaui en Almería, ciudad en la que vive desde hace 6 años. Finalmente, ha podido hablar con unos conocidos que le han relatado que su hermano está escondido en la ciudad y que no saben dónde está su sobrino, aunque piensan que puede estar también escondido.

Explica que ambos estaban en el campamento de protesta que hace 25 días se había instalado a unos 14 kilómetros al este de la ciudad. “Sé que cuando Marruecos atacó el campamento, después de llevar días asediándolo, mi hermano y mi sobrino lograron escapar y ahora ambos se han escondido por la ciudad porque las fuerzas del orden marroquíes busca a todos los que estuvieron en el campamento casa por casa”, explica el saharaui.

Del resto de su familia no sabe nada e imagina que deben estar encerrados en su casas, en una ciudad en la que, según asegura, “los barrios están aislados y nadie puede salir de las diferentes zonas, por lo que es más difícil saber cómo están unos y otros”. Sin contacto posible, tanto él como el representante del Polisario en Almería, Saleh Mohamed, viven estos días pegados al televisor. A ellos se unen las decenas de familias almerienses que cada verano traen a Almería a niños saharauis.

“Estamos desolados, la ciudad está vacía y en las calles sólo se ven agentes marroquíes armados. La gente se hizo con provisiones para no salir de casa porque incluso hay colonos marroquíes que con hachas han salido a la calle”, explica Saleh, que habla de “veinte muertos, decenas de desaparecidos y más de setecientas personas que fueron heridas y que no pueden ni siquiera ir a los hospitales porque entonces los detendrán”.

Una ciudad desolada en la que, según Saleh Mohamed, vive un 80% de población marroquí, a los que ellos llaman colonos, y un 20% de saharauis. Una ciudad en la que “los colonos tienen los trabajos y nosotros no tenemos futuro, no tenemos libertad, no se defienden los derechos humanos”, denuncian.

Un pueblo desesperado que usó como protesta un campamento pacífico que ha revuelto aún más sus vidas. Desde la lejanía Saleh Mohamed y Walina Mechaj piden que no les comparen con los marroquíes “porque ellos son los represores”. Exígen a la ONU que se implique con más fuerza y critican el tímido papel representado por España en la película de terror en la que hace treinta años se convirtió su vida.

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