Bogotá D.C. Noviembre de 2010
El Sahara Occidental vive en estos momentos una de las más sangrientas incursiones por parte del ejército marroquí. La poca prensa que ha podido ingresar a la zona menciona la muerte de varios civiles y una importante cantidad de heridos. Mujeres y niños son las principales víctimas de esa invasión.
A varios medios de comunicación de diferentes partes del mundo les han vulnerado el derecho a informar al mundo sobre esta masacre, reteniendo a sus periodistas. Incluso, al Eurodiputado español Willy Meyer, se le negó la entrada al país, interfiriendo con ello, la observación y garantía por parte de terceros.
La situación de violencia que padece el pueblo saharaui desde hace varios años en los territorios ocupados por Marruecos, es cada vez más crítica, la constante violación de los Derechos Humanos de que han sido víctimas sus habitantes ha quedado impune ante la mirada impávida de la comunidad internacional.
Y es que desde 1975 el Sahara Occidental ha venido sufriendo esta situación, cuando España retiró sus fuerzas de este territorio, originando con ello múltiples conflictos que desembocaron en la crueldad que hoy se vive. Los muertos, heridos, desplazados y víctimas en general van en aumento.
El ejército marroquí, sin medir fuerzas ni calcular consecuencias, arremete de manera indiscriminada contra la población civil principalmente en la ciudad de El Aaiún, capital del Sahara Occidental, la cual protesta por los constantes ataques a los que están siendo sometidos por el hecho de reclamar reiteradamente su merecida independencia. El pasado 24 de octubre, un joven saharaui de 14 años murió víctima de los disparos de los agentes marroquíes.
Desde la Cámara de Representantes de la República de Colombia y su Comisión de Derechos Humanos y Audiencias, queremos solidarizarnos con esa causa, y exhortamos al Gobierno Nacional para que igualmente se adhiera a ella, rechazando enérgicamente estos ataques a un pueblo que se encuentra indefenso, solicitando al gobierno de Marruecos que cese en sus agresiones y respete el derecho a la autodeterminación de este pueblo, tal y como lo establece el Derecho Internacional y todas y cada una de las resoluciones de Naciones Unidas.
Por todo lo anterior, consideramos que Colombia no puede enmudecer ante la crueldad, más si se tiene en cuenta la histórica violencia que hemos sufrido en carne propia y el indigno primer lugar en desplazamiento forzado que hoy ocupa nuestro país.
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