El conflicto del Sáhara
El Gobierno argelino solo permitirá al Frente Polisario combatir dentro del territorio que controla.- La enemistad personal entre el presidente Buteflika y el rey Mohamed VI aleja las posibilidades de un acuerdo
EL PAIS IGNACIO CEMBRERO - Madrid - 03/12/2010
El Sáhara Occidental enfrenta desde hace más de 35 años a los dos pesos pesados del Magreb, pero a su rivalidad tradicional se añade desde hace más de una década la animosidad entre sus dos jefes de Estado, el veterano político argelino Abdelaziz Buteflika, de 73 años, y el relativamente joven rey Mohamed VI, de 47 años.
A lo largo de todos estos años ambos, más aún el líder argelino, se han confesado con sus huéspedes estadounidenses. De esas conversaciones mantenidas en los palacios reales o en La Mouradia (sede de la Presidencia de la República) queda claro que no se quieren. Incluso Buteflika desdeña a su álter ego marroquí, pero también garantiza a EE UU que nunca irá a la guerra por el Sáhara.
Esto hace aún más difícil resolver un conflicto que impide la integración del Magreb, mantiene desde hace 16 años cerrada una frontera de más de 1.000 kilómetros y perjudica al sur de Europa, que se beneficiaría del crecimiento económico de sus vecinos meridionales.
"No quiero dar la mano al rey"
"[...] no quiero dar la mano al rey". Buteflika acabó soltando esta frase, en junio de 2006, a Frances Fragos Townsend, asesor para temas de seguridad del presidente George Bush. Antes había descrito, en términos poco amenos, al monarca: "No es abierto y carece de experiencia".
Buteflika le comparó con su padre, el difunto rey Hassan II, con el que bromeaba, y con su hermano, el príncipe Moulay Rachid, con el que acababa de coincidir en Sevilla. "Charlamos y bromeamos alegremente, pero no puedo hacer lo mismo con el rey porque no tenemos el mismo sentido del humor", se lamentó.
Y, sorprendentemente, el presidente de Argelia hizo una "autocrítica", según escribió en su informe, el 1 de julio de 2006, el embajador estadounidense en Argel. Reconoció su "punto débil". Explicó a sus interlocutores que creía en el diálogo para que los demás resuelvan sus contenciosos, pero no creía en el diálogo para él y Mohamed VI.
Buteflika y sus más íntimos colaboradores repitieron, a lo largo de los años, las mismas frases sobre el monarca alauí a veces aderezadas con comentarios sobre sus colaboradores. El general Larbi Belkheir, que durante largos años dirigió de gabinete del presidente, tachó a los consejeros reales de "inútiles". El último cargo de Belkheir fue el de embajador en Rabat.
Los presidentes George Bush y Jacques Chirac intentaron que Buteflika fuera indulgente. Le recordaron que Mohamed VI era un crío cuando él era ya un diplomático veterano. Pero el rey le hizo una afrenta al presidente, en 2005, al cancelar, a última hora, la visita del primer ministro argelino a Marruecos. "No soy Jesucristo, no voy a poner la otra mejilla", les replicó Buteflika.
Mohamed VI fue, en cambio, más cauto con sus huéspedes estadounidenses. Explicó, por ejemplo, al senador Dick Lugar, el 19 de agosto de 2005, la verdadera razón del empeño argelino en mantener cerrada la frontera común: "Buteflika teme que si la abre millones de argelinos cruzarán a Marruecos, pero ningún marroquí irá a Argelia", que es un país menos atractivo.
No es ese el motivo, le respondió Buteflika, en junio de 2009, al senador Richard Burr, asesor de la Casa Blanca para la lucha antiterrorista: la frontera permanecerá cerrada hasta que haya una solución en el Sáhara Occidental.
Sin relaciones con Argelia
"No tenemos relaciones con Argelia excepto una limitada cooperación en materia de seguridad", se lamentó, tres años después, el monarca a David Welch, adjunto al secretario de Estado para Oriente Próximo y Magreb. "Pese a las obvias oportunidades de cooperación el presidente Buteflika [...] prefiere el statu quo", se lamentó Mohamed VI. Recordó que en 2005 viajó a Argel para "para tratar de superar el punto muerto", pero su gesto no fue correspondido.
El soberano es algo ingenuo. Elogió, por ejemplo, los "esfuerzos incansables" de Belkheir, el embajador argelino en Rabat, recientemente fallecido, para mejorar la relación, pero este diplomático fue, en realidad, uno de los que más dardos lanzó contra el palacio real en sus charlas con los estadounidenses.
El embajador de EE UU en Rabat, Thomas Riley, tampoco es del todo amable con el rey al que describe como físicamente "hinchado" aunque, eso sí, le ve "relajado y descansado tras cuatro semanas de vacaciones en Francia".
Buteflika desdeña al monarca
Buteflika desdeña al monarca y desprecia su oferta de otorgar una autonomía al Sáhara, en lugar de celebrar un referéndum de autodeterminación, para resolver el contencioso. El plan de autonomía está "vacío", repite una y otra vez. No va más allá de permitir a los "saharauis recoger sus propias basuras". Su margen de maniobra sería menor que el de un alcalde marroquí.
Hay un par de ejemplos, según él, de auténticas autonomías: Puerto Rico [Estado libre asociado a EE UU que puede optar por la independencia] y Montecarlo [Estado independiente con soberanía restringida por Francia]. "Tráigame una solución así [...] y hablaremos con los saharauis" para convencerles. "No vamos a aceptar la política del Anschluss" de Rabat. Con Hassan II, asevera, hubiese sido más fácil alcanzar un acuerdo.
"Es mejor que los saharauis vivan bajo una buena autonomía que no que permanezcan en campamentos de refugiados", le respondió al presidente Robert Ford, embajador de EE UU en Argel. Para el Departamento de Estado el modelo es el de "los kurdos dentro de Irak". Pero la oferta marroquí, admite, no es tan generosa y está mal presentada.
"Marruecos puede hacer mucho más para ganarse la confianza [de los saharauis y del mundo] continuando su mejora de los derechos humanos en el territorio, ofreciendo un espacio político a sus adversarios, incluidos los pro Polisario, y legalizando a las organizaciones saharauis de derechos humanos que simpatizan con la autodeterminación", señalaba, en abril de 2009, el borrador de la respuesta estadounidense a una carta del rey Mohamed VI.
Días antes se recibió en Washington una misiva de Mohamed VI pidiendo ayuda para impulsar en el Consejo de Seguridad una resolución "favorable a Marruecos y que descarte que las fuerzas de paz de la ONU en el territorio supervisen los derechos humanos".
¿Habrá guerra?
A los diplomáticos estadounidenses les ronda una pregunta: ¿irá algún día Argelia a la guerra con Marruecos por el Sáhara? El Sáhara no será nunca un casus belli para Argelia, les contesta Buteflika. "El Polisario no nos va a arrastrar a una guerra", insiste. Reconoce, no obstante, que cuando él llegó a la presidencia, en 1999, el Ejército y los servicios secretos no compartían este punto de vista.
Pero si los independentistas saharauis deciden "combatir en su propio territorio", es decir en esa franja del 15% del desierto que está bajo su control, será "su decisión", advierte Buteflika. "Si lo hacen no se les permitirá que luchen en el Sáhara y que después regresen a Argelia" como refugio trasera. Es decir que Marruecos podría machacar militarmente a la guerrilla saharaui.
El grupo independentista censura la Red para evitar el contagio islamista
EL PAIS I. CEMBRERO - Madrid - 03/12/2010
Las autoridades marroquíes sostienen, en sus conversaciones con interlocutores de EE UU, que el Frente Polisario, que lucha por la independencia del Sáhara, tiene vínculos con la rama magrebí de Al Qaeda (AQMI), pero desde su Embajada en Argel o desde los campamentos de refugiados, el Departamento de Estado sospecha más bien que los terroristas constituyen una amenaza para el movimiento saharaui y sus huéspedes extranjeros, entre los que hay muchos españoles.
El Sáhara y los saharauis son el tema intramagrebí al que las embajadas de EE UU en la región dedican mayores esfuerzos. Sus cables no solo dan cuenta de las iniciativas diplomáticas, sino que describen la vida en los campamentos de refugiados, la de los saharauis en la antigua colonia española, bajo control de Marruecos, e incluso la de los estudiantes saharauis en las universidades marroquíes.
Yassin Mansouri es no solo el jefe del principal servicio secreto marroquí (DGED), sino un auténtico consejero de seguridad nacional y un interlocutor privilegiado de EE UU. A Dell Gray, el coordinador antiterrorista del Departamento de Estado, Mansouri no le dijo, el 7 de febrero de 2008, que el Polisario era un grupo terrorista, pero sí que "algunos de sus miembros se han apuntado a AQMI".
Dos años después Mansouri aseguró en Rabat a Janet Anderson, secretaria de Estado adjunto, que una de las células de AQMI en el sur de Argelia "podía tener lazos con el Polisario, pero no proporcionó ningún dato más". En público los responsables marroquíes acusan a sus adversarios saharauis de ser terroristas.
Los voluntarios estadounidenses de ONG que trabajan en el área de Tinduf y funcionarios del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, aseguraron, en cambio, hace un año, "que islamistas radicales han formulado amenazas contra occidentales residentes en los campamentos [...]". "Los saharauis protegen a sus voluntarios extranjeros, pero ahora proporcionan una mayor seguridad cuando viajan fuera de sus campamentos". Los extremistas reprochan al Polisario no ser lo suficientemente piadosos y fomentar el diálogo interconfesional.
Para impedir el contagio islamista la seguridad saharaui toma medidas. En los cibercafés los refugiados "pueden consultar lo que quieran en Internet, incluida la pornografía o la prensa marroquí, pero no las webs extremistas", señalan las fuentes de EE UU. El Polisario castiga severamente a los que "trafican con personas o armas que puedan servir a los terroristas", pero hace "la vista gorda" sobre el contrabando de gasóleo y de tabaco.
"[...] la juventud saharaui amenaza con reanudar la lucha armada contra Marruecos", insisten los interlocutores de EE UU. El Polisario, en cambio, "alienta" la emigración de jóvenes al Sáhara bajo control de Rabat "para, se supone, reforzar la resistencia y mejorar la inteligencia".
Los refugiados darían la espalda al Polisario si aceptase un acuerdo con Rabat que no incluyese una consulta entre cuyas opciones figurase la independencia. Los saharauis asentados en el Sáhara en manos de Marruecos aspiran, en cambio, más "al autogobierno que a la autodeterminación", señalaba, en agosto de 2009, el encargado de negocios norteamericano en Rabat, que viajó al territorio y se entrevistó con muchos de ellos.
"Desean más protección de su identidad y no tener un Ejército y unas embajadas", insistía el encargado. "La pequeña minoría pro-Polisario que se hace oír [...] contaba antes con el apoyo de la mayoría silenciosa saharaui, sobre todo durante los episodios de represión". Ahora, a mediados de 2009, "está más bien intrigada por la perspectiva de la autonomía [...]".
Está por ver si después del desmantelamiento, hace casi un mes, del campamento de protesta saharaui en las afueras de El Aaiún y de los enfrentamientos posteriores en la ciudad, la población de la antigua colonia española piensa aún lo mismo.
Los que sí apuestan por la independencia son los estudiantes saharauis en las universidades de Marruecos. En abril del año pasado el Consulado estadounidense redactó un informe sobre esas futuras élites con la siguiente conclusión: "Casi todos los estudiantes son favorables a la independencia y su experiencia como segundones en la sociedad de Marruecos parece haber reforzado su rechazo a su futura integración" en el país.
"Si el Gobierno de Marruecos es serio con relación a su propuesta de autonomía haría bien en empezar un diálogo más activo con los estudiantes y otros líderes del Sáhara (...) en lugar de intentar impulsar el asuntos a través de los cauces de la diplomacia internacional", sentencia Elisabeth Millard, cónsul en Casablanca.
Los diplomáticos norteamericanos describen casos concretos en los que asesores de Mohamed VI exigen comisiones para el desarrollo de proyectos inmobiliarios
EL PAÍS - Madrid - 02/12/2010
"La influencia y los intereses comerciales del rey [Mohamed VI] y de algunos de sus asesores" son palpables "en cada gran proyecto inmobiliario" en Marruecos. El consejero comercial de Estados Unidos, adscrito al Consulado norteamericano en Casablanca, llegó a esta conclusión, en diciembre del año pasado, tras reunirse con algún gran empresario y ejecutivos de empresas pertenecientes a la familia real.
Un Ejército marginado e ineficaz
Cable en el que se habla de la opaca procedencia de la riqueza de Marruecos
Cable que relata que para hacer inversiones inmobiliarias en Marruecos hay que contar con la anuencia del rey
En una nota secreta del 11 de diciembre del año pasado, el consejero comercial da los nombres de sus informantes y relata con todo lujo de detalles la historia de un hombre de negocios que, por cuenta de un consorcio estadounidense, deseaba invertir 220 millones de dólares (162 millones de euros) en un proyecto inmobiliario. EL PAÍS omite reproducir los nombres de las fuentes y de las empresas citadas para no perjudicarles.
El hombre de negocios obtuvo el permiso de construir del gobernador de la región donde quería invertir, pero al poco tiempo el Palacio Real "le animó con fuerza", a través de una sociedad perteneciente a la familia real, a asociarse con él. El empresario "rechazó la proposición y tuvo que soportar meses de paralización del proyecto".
La empresa vinculada con el Palacio Real propuso al empresario, al cabo de un tiempo, que le organizase una visita a un país del Golfo Pérsico, en el que tenía numerosos contactos para tratar de fomentar la inversión en Marruecos. A cambio de este servicio, el empresario sería "el único propietario" de su proyecto inmobiliario en Marruecos. Aceptó el trato.
La delegación marroquí que viajó a ese próspero país del Golfo estuvo encabezada por uno de los principales ejecutivos de una de las grandes empresas pertenecientes a la familia real. En su reunión con los inversores locales, el alto ejecutivo marroquí les explicó que solo tres personas en Marruecos tomaban las decisiones sobre grandes inversiones: Fouad Alí el Himma, íntimo amigo del monarca y líder del Partido Autenticidad y Modernidad; Mounir Majidi, secretario particular de Mohamed VI, y el propio rey. "Hablar con cualquier otra persona es una pérdida de tiempo", les advirtió.
A su regreso a Marruecos, la empresa vinculada al Palacio Real recibió instrucciones de sus dueños de cumplir casi por completo su compromiso con el hombre de negocios deseoso de invertir. Solo le pidió una participación del 5% en el proyecto.
"Glotonería vergonzosa"
"Las principales instituciones y los procedimientos del Estado marroquí son utilizados por palacio para coaccionar y solicitar sobornos en el sector inmobiliario", declara un empresario al consejero comercial. "Aunque las prácticas corruptas existían durante el reinado del rey Hassan II, han adquirido un carácter más institucional con el rey Mohamed VI".
El consejero da crédito a estas palabras en su informe. Las avala el comentario que le hizo por esas fechas un ex embajador de EE UU en Marruecos "que sigue estando estrechamente conectado con palacio". Señala que algunos de los allegados a Mohamed VI demuestran "una glotonería vergonzosa". "Ese fenómeno socava seriamente el buen gobierno que las autoridades de Marruecos se esfuerzan por promover", añade.
Hasta el que fue embajador de España en Marruecos durante seis años (2004-2010), Luis Planas, reconoció las dificultades para invertir en Marruecos en un almuerzo, en marzo de 2006, con Thomas Riley, su homólogo de EE UU.
Tras evocar la puesta en marcha de un plan de 200 millones de euros para animar a las pequeñas y medianas empresas españolas a cruzar el Estrecho, Planas expresa su confianza en que les sea útil pero advierte: Marruecos sigue siendo un lugar que da que pensar a la hora hacer negocios dada su falta de transparencia.
En los últimos tres años (2006-2009) la tendencia es al auge de la inversión, reconoce el consulado en un informe a mediados de 2009, pero "una auténtica mejora del clima de la inversión en Marruecos dependerá sobre todo de la voluntad del Gobierno de repensar y reestructurar su modo de trabajar".
El propio Consulado de EE UU en Casablanca padeció la corrupción al intentar adquirir terrenos para ampliarse, según informa en una nota de marzo de 2008. "Más de 30 lugares fueron identificados, pero 20 se cayeron inmediatamente de la lista porque los vendedores no querían suscribir un acuerdo legal". "Otros rehusaron vender porque esperaban que los precios subieran". "De los que estaban dispuestos a vender, muchos querían dinero bajo cuerda por encima del precio fijado".
El Departamento de Estado cree que el rey Mohamed VI de Marruecos ve todavía a los militares como la mayor amenaza para el trono
EL PAÍS - Madrid - 02/12/2010
Las Fuerzas Armadas de Marruecos "siguen estando plagadas de corrupción, ineficiencia burocrática, bajos niveles de educación, algunos de sus soldados están en peligro de caer en el radicalismo, están políticamente marginadas y el grueso de sus efectivos están desplegados en el Sáhara Occidental". "Se modernizan, pero siguen estando lastradas por problemas antiguos".
EE UU sitúa al Palacio Real en la cima de la corrupción en Marruecos
Cable que califica al ejército de Marruecos de corrupto y poco operativo
El embajador de EE UU en Marruecos, Thomas Riley, elaboró en agosto de 2008 un exhaustivo informe confidencial de nueve folios sobre los Ejércitos marroquíes con la colaboración de sus consejeros de Defensa y de Seguridad. En total, los tres Ejércitos cuentan con 218.000 hombres -10.000 menos que los de España-, de los que entre el 50% y el 70% están en el Sáhara. Solo el 40%, un porcentaje bajo, de las unidades desplegadas en esa antigua colonia española están operativas.
Los jóvenes que se alistan como soldados cobran unos 2.000 dirhams mensuales (180 euros), mientras que los oficiales que empiezan su carrera ganan unos 6.000 (540 euros). A eso hay que añadir un alojamiento gratuito, lo que les coloca en una situación "razonablemente cómoda en el contexto marroquí".
Fuerte vigilancia
Protagonistas de dos fallidos golpes de Estado en los años setenta, las Fuerzas Armadas siguen estando estrechamente vigiladas. "Creemos que la Monarquía sigue estimando que los militares representan la mayor amenaza potencial para la Corona". "En consecuencia, sus oficiales continúan estando apartados de la toma de decisiones políticas y se restringe su participación en discusiones sobre la fuerza militar de Marruecos", así como sus relaciones con oficiales de los Ejércitos extranjeros incluidos los agregados militares norteamericanos. De ahí que, a veces, la calidad de la información sobre las Fuerzas Armadas "falle".
Como consecuencia de esta desconfianza, "no hay movimientos de tropas, ni maniobras o ni siquiera viajes de oficiales dentro o fuera del país sin la aprobación del rey". En Marruecos no existe un Ministerio de Defensa sino una pequeña Administración civil que depende del primer ministro. De la participación marroquí en las operaciones de mantenimiento de la paz se encarga el Ministerio de Asuntos Exteriores. "Todos los demás asuntos relacionados con la defensa se deciden en el Palacio Real".
Riley opina, no obstante, que "hay algunos síntomas de que la confianza del rey en las Fuerzas Armadas aumenta". Prueba de ello es el "significativo incremento del gasto militar" con la compra, por ejemplo, a EE UU de 24 aviones cazabombarderos F-16. "Recientemente, el rey autorizó los vuelos militares al norte de Ben Guerir [la mayor base militar marroquí, a unos 200 kilómetros al sur de Rabat], algo que no estaba permitido en el pasado porque el monarca deseaba mantener a los militares alejados del palacio de Rabat".
Problemas de corrupción y de penetración islamista
El principal desafío con el que se enfrentan las Fuerzas Armadas es la corrupción, según Riley. Afecta, sobre todo, a los más altos niveles de la jerarquía militar. Tiene un origen histórico porque tras las dos fallidas intentonas, Hassan II dijo a los militares: "Sed leales y podréis sacar provecho". "Informes creíbles indican que el teniente general Benanni aprovecha su posición de comandante en jefe del sector sur para sacar dinero de los contratos militares e influir sobre las decisiones empresariales". "Un rumor muy extendido indica que posee una buena porción de las pesquerías en el Sáhara Occidental". "Como otros muchos veteranos oficiales, Benanni tiene una fastuosa casa familiar que fue probablemente construida con el dinero recaudado con los sobornos".
"Una posición de liderazgo en una región es una fuente significativa de ingresos no legales para la jerarquía militar", sostiene el embajador. "Hay incluso informes sobre los alumnos de la academia militar marroquí que pagan para mejorar su clasificación escolar y obtener así destinos militares lucrativos". "Mandos en el sector sur, es decir, en el Sáhara Occidental, son considerados como los más lucrativos dada la concentración allí de la actividad militar (...)". "El Gobierno de Marruecos parece buscar fórmulas para parar la corrupción en las filas de los militares que se están formando de coronel para abajo (...)".
Un problema menor, comparado con la corrupción, es la penetración islamista en los Ejércitos. Hay informaciones que "sugieren que un pequeño número de soldados son susceptibles de caer en el islamismo radical". Tras los atentados de 2003 en Casablanca, que se saldaron con 45 muertos, los investigadores "identificaron a militares" entre los conspiradores. Más tarde fueron apresados "varios militares y gendarmes pertenecientes a otras células terroristas, una de las cuales robó armas en una base para actividades terroristas".
Entre las medidas preventivas tomadas para evitar la propagación del islamismo radical en los Ejércitos figuran "la supresión de todas las mezquitas de las bases (...) y el despliegue de la contrainteligencia militar, el llamado Cinquième Bureau, con agentes secretos para vigilar las actividades radicales en mezquitas" próximas a los cuarteles.
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