EL 8 DE NOVIEMBRE de 2010 las fuerzas militares y policiales marroquíes, que mantienen la ocupación y opresión en Sáhara Occidental, desmantelaban con una desmedida ferocidad el Campamento de la Dignidad, que, como una muestra más del valor y persistencia en la lucha por sus derechos que caracteriza al pueblo saharaui, se alzaba con sus miles de frágiles haimas desafiando la brutalidad del ocupante y la indiferencia de la llamada comunidad internacional.
A pocos meses, vista la trascendencia de ese acto de rebeldía, valentía y dignidad, adquiere un valor aún mayor. No es exagerado señalarlo como un grito que no solo pidió justicia y libertad para el pueblo saharaui, sino que avivó la conciencia de los pueblos del Magreb y les hizo comprender que no hay gobierno, por poderoso que aparezca, que pueda mantener eternamente humillado a su pueblo.
De El Aaiún a Túnez, de ahí a Egipto; y de ahí la marea de pueblos que reclama respeto a sus derechos como seres humanos, a la libertad y a la justicia social se extiende augurando el fin de unos regímenes que han contado con la vergonzosa complacencia, con el más descarado de los apoyos, de las potencias occidentales, entre ellas la Unión Europea, que, tras usarlos como peones, han descubierto repentinamente su carácter dictatorial.
Hoy, 20 de febrero de 2011, está convocado el pueblo marroquí a las calles y plazas a manifestarse contra la asfixiante situación de miseria y falta de respeto a los derechos humanos en que los tiene sumido el corrupto régimen de Mohammed VI.
Lo que empezó como una iniciativa de unos jóvenes a través de internet promete ser un paso trascendental del pueblo marroquí frente a un régimen que sigue siendo el reino de la arbitrariedad, una monarquía absoluta en la que el soberano es el verdadero jefe del Ejecutivo. Y donde el resultado de las elecciones lo determina, en última instancia, la Corona, que nombra además "a dedo" a los principales ministros, llamados ministros de soberanía.
Marruecos sigue siendo un país feudal en el que unas decenas de familias, casi todas cercanas al trono, controlan -merced a la herencia, el nepotismo, la corrupción, la cleptocracia y la represión- las principales riquezas del país, compartiéndolas con las compañías extranjeras que participan de los beneficios de mantener a un pueblo sometido con los más brutales métodos represivos.
Es a ese régimen brutal y de miseria para las mayorías al que, vergonzosamente, apoyan y pretenden presentar como modelo de democracia el Gobierno español y los dirigentes del PSOE.
Lo hicieron cuando colaboraron en la expulsión de su propia tierra de Aminetu Haidar; cuando justificaron la agresión de la Policía a los activistas canarios que pusieron en la agenda de los medios de comunicación la insostenible situación del Sáhara con su valerosa acción de fines de agosto en El Aaiún; cuando aceptaron el bloqueo informativo y la expulsión de periodistas que informaban del campamento de Gdeim Izik; cuando dieron el "placet" al desmantelamiento del campamento; cuando se han negado a investigar el asesinato de Babi Hamadi, ciudadano español, en ese desmantelamiento.
El gobierno español, el PSOE, sigue apoyando a Mohamed VI y su régimen cuando despliega toda su capacidad diplomática para apoyar el plan de definitiva anexión de los territorios del Sáhara Occidental por Marruecos tras la farsa de una autonomía imposible; cuando presiona en la UE para que se prorrogue un acuerdo pesquero con el que se saquean los recursos naturales del Sáhara Occidental para beneficio de unos armadores e industrias transformadoras sin escrúpulos y de la cohorte de comisionistas marroquíes. El PSOE une su destino al del sátrapa de Rabat cuando se niega a hablar con el F. Polisario sobre el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui.
El pueblo saharaui apoya al pueblo marroquí en su lucha por la libertad y la justicia como pueblo vecino, con el que históricamente ha manifestado no tener ningún conflicto, pues la causa de la paz, la justicia y la libertad para el Sáhara Occidental tiene como enemigo no al pueblo marroquí, sino al corrupto régimen del monarca marroquí y su inmediato círculo de beneficiados, lo que se suele llamar El Majzén.
La Plataforma de Apoyo al Pueblo Saharaui saluda también esta llamada al pueblo marroquí para conquistar la libertad y la justicia social, pues para Canarias nada sería más beneficioso en nuestro entorno que la desaparición de un régimen como el marroquí, que no solo oprime a su pueblo y mantiene la ocupación ilegal del Sáhara Occidental, sino que también es un factor de inestabilidad en la región y que, con su afán expansionista, pone en riesgo un futuro de paz para los pueblos que estamos llamados a convivir en el Noroeste del continente africano.
La llamarada de libertad que se inició a orillas del Atlántico en El Aaiún, tras haber prendido en las antorchas libertarias del Magreb, regresa para recorrer las calles y plazas de Marruecos. Buenos tiempos para los pueblos, ¡que tiemblen los tiranos y quienes les apoyan! ¡El grito de El Aaiún está avanzando!
* De la Plataforma Canaria de Apoyo al Pueblo Saharaui
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