sábado, 9 de abril de 2011

Mariem Hassan - SHOUKA (La espina)


Coincidiendo con el homenaje que el festival de Espiello rinde en su novena edición a Mariem Hassan el 9 de abril, se estrena Shouka -La espina-, vídeo correspondiente al tema del mismo título incluido en el último trabajo discográfico de la cantante saharaui.

Si Espiello destaca la figura de Mariem Hassan por su contribución al ámbito etnográfico como embajadora y defensora de la cultura saharaui, con Shouka Mariem Hassan crea la primera cantata popular de la música haul. Es su respuesta al discurso que Felipe González, siendo líder de la oposición, pronunció en los campamentos saharauis de refugiados (Tinduf, Argelia), el 14 de noviembre de 1976. Justo al año de la invasión del Sáhara Occidental por el ejercito marroquí a sangre y napalm. Un año especialmente dramático para el pueblo saharaui que había visto cómo las familias eran separadas por el exilio forzoso de una gran parte de la población y por la terrible mortandad infantil que desencadenó las inhumanas condiciones del éxodo.

Shouka se articula musicalmente en forma de suite con siete movimientos, recorriendo de arriba abajo las gamas y los ritmos del haul en las sucesivas contestaciones a cada uno de los párrafos que el Sr. González pronunció en la wilaya de Auserd.

Mariem empieza Shouka en la gama entamás, entre el ulular de los agarits de las mujeres, dando la bienvenida a Felipe, recordándole cómo le franquearon el paso a sus jaimas y alabando su verbo fluido. Entamás es la primera y más importante gama del haul. Es de ascendencia senegalesa y se utiliza habitualmente para levantar la moral y elogiar a los notables de las tribus. Aquí, Mariem, le aplica el ritmo vivo del serbat, el más popular de todos los ritmos saharauis.

Esta combinación, gama y ritmo, se mantiene en un bloque inicial a lo largo de los cuatro primeros párrafos del discurso. No todo son flores para Felipe, ni mucho menos. La contestación al párrafo tres incluye duros reproches recordando la muerte de tres de sus hermanos en la guerra con Marruecos. Y en el siguiente no pierde la ocasión de restregarle cómo al llegar al poder cambió de bando, respecto a su pueblo.

El segundo movimiento corresponde al párrafo 5, sobre el que planea graciosamente la melodía de el Bleida, danza ceremonial con la que los saharauis suelen abrir sus bailes. Está en la gama teharar, especialmente dedicada a las mujeres, en la que prima el orgullo y los sentimientos hacia la tierra. Mariem, que en el anterior bloque nos dejaba entrar en su jaima familiar de Smara, aparece ahora junto a los corrales de las cabras para no olvidar su pertenencia a un pueblo de pastores.

A Felipe, que se quejaba en su discurso de que España hubiera entregado el Sáhara a regímenes reaccionarios como los de Marruecos y Mauritania, le espeta que se ha convertido en lacayo de esos cobardes invasores.

En el tercer movimiento se encara con Felipe, al que acusa de confundir justicia y oportunismo y de no distinguir entre el bien y el mal. Y lo hace desde las inmediaciones de un mugriento jardín en el que destacan unas cuantas palmeras y alguna talha, la acacia del desierto. La música continúa en la gama teharar pero cambia el ritmo a agarrán que recuerda el trote de los camellos en su carrera.

Si hay una música triste compuesta por Mariem esa es la del cuarto movimiento de Shouka, en la gama srag. La imagen viva de la desolación. “A medida que nuestro pueblo se acerque a la libertad será mayor y más eficaz el apoyo que podamos prestar a vuestra lucha”, decía Felipe en su arenga. “Has terminado vendiéndole armas a nuestros enemigos”, se desespera Mariem.
Las imágenes nos muestran a Mariem en un muro a modo de paredón y el despliegue de una singular celosía que la enclaustra. El esqueleto erguido de una talha cierra el cuadro. El trote de los camellos se ha ralentizado.

Tras el sombrío pasaje, Mariem Hassan levanta cara. Con la wilaya de Smara al fondo, en la que el adobe ha ido ganando terreno a las jaimas, orgullo y desprecio son sus armas ante alguien que aventuraba una rápida vuelta al hogar y ya van 35 años fuera. “Es un pueblo valeroso que mantiene la lucha”. “Tus palabras se las llevó el viento”.

Aquí la gama es tenetyuga, con tintes épicos, y el ritmo agassar, derivado del agarrán.

Felipe González Márquez cerró su discurso con un párrafo revelador en el que se retrata a sí mismo como el gran político de todos los tiempos: “No prometeros algo, sino comprometerme con la Historia. Nuestro partido estará con vosotros hasta la victoria final”

Mariem, sin tantas pretensiones, más que una canallada, ésto le parece una broma de mal gusto y le recuerda que la Historia no perdona. Libera la tensión con una especie de marcha triunfal al ritmo vivo de dubka y en una de sus gamas preferidas, liyen, alegre y peleona. (En esa gama están también sus canciones La intifada, Sbar y Haiyu)

Como para completar el recorrido por las gamas del haul le queda yameangará, la última gama, conjunto de todos los toques, elige una de las poesías capitales de los saharauis, lebteit, ideal en esa gama. Y como se le ha acabado el discurso del líder socialista, a ritmo de serbat se inventa un epílogo con el que se despacha a gusto: “No hay rosa sin espinas” y “Felipe tus palabras son veneno” y “El veneno es mortal”, que repite sin parar.

Los saharauis que han estado expectantes durante todo el discurso, exhibiendo de paso la increíble moda femenina del desierto, activan su coreografía con agarits, uves victoriosas y aplausos. De pronto, pocos segundos antes de la conclusión final, unos elegantes guerreros, montados en sus camellos, se cuelan fugazmente en pose relajada, pero atenta.

Manuel Domínguez