jueves, 5 de mayo de 2011

Activistas de DDHH en el FISAHARA. Bajo el recuerdo de Aminetou Haidar


Mohamed Haddi, Mohamed Dahbi y Ambarez Daudi en las haima que les acoge en Dajla







EL MUNDO  Raquel Quílez (Enviada especial) | Dajla 05/05/2011



Han viajado desde el Tindouf del Sáhara Occidental (bajo soberanía marroquí) hasta los campos de refugiados del desierto argelino para contar su historia. Son activistas saharauis, aseguran que han sufrido la represión de Marruecos y que esperan más cuando vuelvan a casa, pero los medios de comunicación están ahora en el desierto para cubrir el festival de cine solidario FiSahara. ¿Qué mejor ocasión para formular denuncias? El campamento de Dajla, donde se celebra el certamen, se convierte estos días en lugar de peregrinaje para los activistas del otro lado del muro en busca de foco mediático.

Ocurre cada año, cogen su pasaporte marroquí -Marruecos considera al Sáhara su territorio- y vuelan a Argel para recorrer en coche las cerca de cuatro horas que conducen al campamento. Pero este año es especial: se palpan en el ambiente las revueltas de la Primavera Árabe y los saharauis tienen la esperanza de que también sus vecinos marroquíes hagan tambalearse al régimen de Mohamed VI, mejorando en cascada la situación de su pueblo -expulsado de su tierra mediante la Marcha Verde de 1975-.

Mohamed Haddi, Mohamed Dahbi y Ambarez Daudi vivieron en primera persona la represión del campamento de Gdeim Izik, a las afueras de Tindouf, en el que se levantaron cerca de 6.000 haimas para reivindicar mejores condiciones de vida.

Dahbi, de 31 años, había sido uno de los organizadores. Llevaba 28 días en el campamento cuando comenzó la represión de Marruecos para desmantelarlo.

"Quemaron las haimas, tiraron agua hirviendo a mujeres y niños, fusilaron a gente y muchos quedaron inválidos", recuerda sin poder contener las lágrimas. Dice que la represión en la zona se ha recrudecido desde entonces: "Podemos tener un día tranquilo y luego cuatro o cinco de persecución. Hay espías civiles que le cuentan a la policía todo lo que hacemos y dónde estamos", afirma. Pero añade que no van a frenar sus reivindicaciones. Eso sí, pacíficas. Amenazan con huelgas de hambre masivas.

"Le dijimos a la ONU que respetaríamos el alto el fuego -sellado en 1991- y confiamos en ellos para que solucionen el conflicto. Hemos esperado muchos años y seguiremos haciéndolo", afirman con una fe que sorprende en un organismo que en 36 años no ha conseguido que Marruecos cumpla sus resoluciones y que acaba de renovar por un año su misión de paz en la zona, la Minurso, si atribuirle la vigilancia de los Derechos Humanos.

La deseperación de los jóvenes

Ésta es la postura que mantiene también el Frente Polisario -el partido gobernante en el exilio- y que cuestionan cada día más jóvenes de los campamentos. "Estamos hartos de estar aquí sin hacer nada. Preferimos morir por una bala que de aburrimiento", afirma uno de estos saharauis que reivindica las armas como salida al conflicto.

Son una generación que han nacido ya en los campos de refugiados y que no ve con buenos ojos la falta de acción de su Gobierno ni las mejoras en las condiciones de vida de unos campamentos que debían ser sólo una opción temporal. Su opinión contrasta con la de los activistas llegados del territorio controlado por Marruecos, hombres y mujeres que han pasado por prisión, como Daudi, que cuenta cómo en las cárceles los policías se afanan para humillarles. "Nos desnudan frente a nuestros padres o nuestros hijos. Nos hacen tomar comida de perro delante de gente que nos respeta...". Eso cuando el maltrato no pasa al plano físico.

Dentro de una semana, cuando el FiSahara termine y los españoles volvamos a casa, los activistas regresarán a sus hogares y los jóvenes se quedarán en los campamentos. Los primeros temen que la policía les esté esperando en el aeropuerto de Casablanca para detenerles. Los segundos temen seguir viviendo inactivos.


Bajo el recuerdo de Aminetu Haidar


Los que acuden al festival denuncian el comportamiento de Marruecos mientras mantienen en sus mentes la imagen de la huelga de hambre que protagonizó la mujer de El Aaiún

LA VOZ DIGITAL  05.05.11 AZHARA VILLACORTA | WILAYA DE DAJLA

“La determinación de Aminetou Haidar, que logró doglegar a Marruecos, es la determinación del pueblo saharaui. Hoy, todos los que salimos de los territorios ocupados escribimos lo mismo que ella escribió. Nacionalidad: saharaui. País: Sáhara Occidental. Y todos los saharauis en los territorios ocupados estamos dispuestos a dar nuestra vida por la independencia y la libertad de nuestro pueblo. Esta es una causa de mártires”.

La imagen de esa mujer enjuta y corajuda que puso en vilo a miles de personas con su lucha pacífica desde el aeropuerto de Lanzarote volvió ayer a ser invocada en el campamento de refugiados de Dajla, donde una delegación de activistas saharauis utilizó la plataforma del Festival Internacional de Cine del Sáhara (FiSahara) para denunciar que “las violaciones de los derechos humanos perpetradas por Marruecos contra el pueblo saharaui” y “condenar una barbarie que se ha convertido en una práctica cotidiana contra los saharauis en los territorios ocupados y que es silenciada sistemáticamente por el bloqueo informativo impuesto por el régimen”.

Muchos han conocido “los golpes de la policía marroquí, los allanamientos de morada, las cárceles del régimen“. Y necesitan contarlo, “que la comunidad internacional lo sepa y presione a Marruecos para que se cumplan las resoluciones de la ONU“.

“Hoy, el pueblo saharaui tiene 84 presos políticos en las cárceles marroquíes, veinte de ellos, sometidos a un tribunal militar y que, como Aminetou, acaban de cumplir diez días en huelga de hambre. No hay cifras exactas sobre los muertos. El último, un joven que lleva tres meses en el congelador de un hospital. Un hijo del pueblo saharaui. Sus padres se niegan a enterrarlo hasta que no se aclaren los hechos”, contó una de las activistas, que extendió su condición a todo su pueblo: “Todos somos activistas y presos. Porque todos sufrimos secuestro, tortura, vejación”. Vejación, tortura, secuestro de malvivir separados por el ‘Muro de a Vergüenza”, desterrados a los rigores del desierto argelino desde hace 35 años.

30 años de estancamiento

“Llevamos más de treinta años estancados mientras que el régimen dictatorial de Marruecos realiza un pillaje de nuestros recursos insoportable con la connivencia de Francia y hay quien piensa que es hora de que el Frente Polisario vuelva a las armas”, cargó otro de los activistas, convencido de que “algo se mueve” desde que las fuerzas de seguridad marroquíes tuviesen que hacer frente a la mayor protesta que se ha registrado en el Sáhara Occidental desde que España se retiró del territorio, a finales del pasado año: el desmantelamiento del campamento de Gdeim Izik.

Y son muchos también los que, como él, buscan el inicio de los movimientos sociales en el mundo árabe en los disturbios acontecidos cuando alrededor de 20.000 personas se instalaron en aquella zona desértica cerca de El Aaiún para denunciar la vulneración de sus derechos sociales, una ocupación pacífica que se saldó con la muerte de un adolescente saharaui de 14 años bajo el fuego de las fuerzas policiales.

“No sabemos lo que pasará cuando regresemos a El Aaiún, pero estamos dispuestos. Hemos iniciado la Intifada en los territorios ocupados y no tiene marcha atrás”.

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