sábado, 25 de junio de 2011

Ya están aquí los hijos de las nubes




Cuando los viejos pastores nómadas oteaban una nube en el horizonte, su experiencia les dictaba si era portadora  de agua, y en que lugar y al cabo de cuantos días descargaría su preciada carga. Con esa información, todo el campamento y con él sus rebaños de camellos y cabras se ponía en movimiento para aprovechar los efímeros pero nutritivos pastos que la lluvia haría brotar en pocos días. Las nubes eran anuncio de vida; por eso a los saharauis se les conoce como “Los hijos de las nubes”.

Ayer llegaron a Cantabria sesenta y cinco hijos de las nubes. Pero no llegaban acompañados de camellos y cabras, y aunque en Cantabria hay pasto abundante, no buscaban alimento para sus rebaños. Tan solo portaban un pequeño macuto con algunas artesanías y en algunos de ellos se reflejaba el gesto anhelante de quien espera encontrar un rostro conocido entre quienes aguardamos su llegada; en otros la mirada temerosa de la cría separada de su madre que se enfrenta a lo desconocido.

Son los niños y niñas saharauis del programa vacaciones en paz 2011, hijos y nietos de pastores que hace ya más de 35 años  que no pueden nomadear en libertad tras las nubes de la vida. Y es que los pocos que se aferran a ese modo de vida en los Territorios Liberados del Sáhara Occidental, corren un serio riesgo que de las áridas arenas del Sáhara no brote el necesario pasto para el sustento de sus animales, sino las flores de hierro y metralla que portan la muerte, sembradas por millones por el invasor marroquí; o de sentir la frustración de ver como las nubes descargan la lluvia al otro lado del muro de más de dos mil kilómetros levantado por Marruecos para dividir el Sáhara Occidental. Tampoco les va mejor a los saharauis del otro lado del muro. Las nubes de los Territorios Ocupados del Sáhara Occidental hace tiempo que solo descargan balas, torturas y represión y muchos de ellos, cuando elevan la miraba en su busca, solo alcanzan a ver los techos de las cárceles o los negros nubarrones de las jaimas ardiendo en Gdeim Izik o de sus comercios arrasados por los colonos y las fuerzas de ocupación marroquíes.

Vienen de Tinduf, de la hamada (literalmente el desierto de los desiertos), donde ni las lluvias más abundantes pueden hacer crecer la hierba, donde el matojo que se atreve a despuntar es abrasado por los 55ºC que se alcanzan en verano. Todos ellos y muchos de sus padres y madres han nacido en ese exilio que comparten con otros doscientos mil compatriotas en los campamentos de refugiados de Argelia. Vienen buscando la suavidad de nuestro clima, el frescor de las aguas de nuestros ríos, la caricia de las olas del Mar Cantábrico, las atenciones y el cariño de las familias que les acogen. Pero sobre todo, vienen para reclamar su derecho y el de todo su pueblo a recuperar su país y su libertad, vienen, en definitiva, a reclamar el derecho a seguir siendo “Los hijos de las nubes”.
                                                                       
                                   
Gabriel Herrería. Vicepresidente de Cantabria por el Sáhara

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