*Fuente: AGWANIT
Brahim Sabbar es un destacado defensor de los Derechos Humanos en el Sáhara Occidental.
Es Secretario General de la ASVDH (Asociación Saharaui de Víctimas de Derechos Humanos).
Brahim Sabbar ha visitado Galicia y ha participado en una serie de actos públicos para conmemorar el primer aniversario de la destrucción del campamento de Gdeim Izik, que los saharauis llamaron de la “Dignidad”.Tiene un compromiso socio-político en favor de la causa del pueblo saharaui y el reconocimiento del derecho de autodeterminación e independencia, sus trece años de prisión (diez de ellos sin juicio) y sus actividades incesantes en defensa de los derechos de su pueblo acreditan la importancia y riqueza de su análisis y de un testimonio personal de primer orden para intentar romper el velo de silencio con el que se intenta cubrir a nivel informativo la realidad del Sáhara Occidental, un territorio que espera de la comunidad internacional que se haga efectiva su descolonización.
En esta visita ha celebrado reuniones con los sindicatos CIG, CCOO y la Fundación "Paz e Solidariedade" (perteneciente a CCOO) así como con organizaciones de la sociedad civil gallega que han reforzado su compromiso con el pueblo saharaui. Además, ofreció una charla en el Ateneo de Santiago de Compostela y en la facultad de Xeografía e Historia de la Universidad de Santiago de Compostela.
En un acto celebrado en Santiago de Compostela organizado por la asociación "Rompendo co muro" en el que han participado varias asociaciones gallegas de apoyo al pueblo saharaui, ha relatado como desde su ocupación ilegal en 1975, Marruecos no sólo ha violado sistemáticamente los Derechos Humanos en el Sáhara Occidental contra la población civil, sino que también ha llevado a cabo acciones de destrucción contra su cultura y el ecosistema de la zona, calificando estas acciones como auténticos crímenes contra la humanidad.
Evocando su experiencia personal ha relatado como en el año 1981 fue secuestrado, torturado y luego recluido en una cárcel secreta en el propio Marruecos. Además, denunció como muchos desaparecidos saharauis se habían dado por muertos por parte de sus familias y por el propio Marruecos que se negaba a reconocer la existencia de reclusos saharauis. Gracias a un informe de Amnistía Internacional publicado a inicios de los años noventa en el que descubría una cárcel secreta en el oeste de Marruecos donde estaban encarcelados activistas saharauis, no le quedó más remedio a Marruecos que ponerlos en libertad, en coincidencia con el establecimiento del alto el fuego de 1991 y la instalación de la MINURSO en el territorio. A partir de este momento se atenuó la represión marroquí y cambió su metodología para hacerse más sofisticada y menos visible. Relata que salieron de la cárcel pero estaban extremadamente vigilados y excluidos del mercado laboral. Denunció que la gente tiene miedo a expresarse ante la impunidad que goza el régimen de ocupación marroquí y que el Sáhara Occidental sea el único territorio del mundo en el que una misión de la ONU no tiene ningún mecanismo de vigilancia de los Derechos Humanos.
No obstante, gracias a la presión de organizaciones internacionales de derechos humanos como Amnistía Internacional o Human Rights Watch han conseguido que el régimen marroquí los reconozca como activistas, pero sigue sin legalizarse a las asociaciones saharauis de derechos humanos.
En los últimos años ha surgido con fuerza un empuje reivindicativo entre los jóvenes que se plasmó en la Intifada de 2005 frente a una brutal represión de un régimen que incluso ha utilizado instalaciones militares en el Sáhara Occidental y en el Sur de Marruecos como cárceles secretas, y que aún hoy en día se encuentran 520 saharauis desaparecidos.
Agradeció el apoyo de la sociedad civil española a la causa del pueblo saharaui aunque lamentó el papel ambiguo de los sucesivos gobiernos españoles que no asumen su responsabilidad como potencia administradora de "iure" del Sáhara Occidental.
Lamentó la complicidad de la Unión Europea con la anexión ilegal marroquí expresada en la firma de los acuerdos de explotación de los recursos naturales del Sáhara Occidental como el Acuerdo de Pesca que la UE mantiene con una potencia ocupante del territorio como es Marruecos.
En el caso de Aminatou Haidar y el desmantelamiento del campamento de Gdeim Izik se rompió el muro de silencio en torno al conflicto del Sáhara Occidental (donde autoridades académicas como Noam Chomsky sitúan el campamento de la Dignidad como el inicio de la primavera árabe). En el campamento habitaron durante semanas más de 25.000 saharauis en cerca de 8.000 jaimas. Sus reivindicaciones eran socioeconómicas aunque muchos de los saharauis del campamento asumían también un discurso político y reclamaban la autodeterminación del Sahara Occidental.
Por otra parte, considera que el brutal desmantelamiento del campamento en lugar de amedrentarles " les ha dado más fuerza para seguir luchando".
Además, también intervino Santiago Jiménez en representación de CEAS, especialmente crítico con el papel desempeñado por la MINURSO, alabó al pueblo saharaui al que calificó “como un pueblo humilde con una gran dosis de dignidad," que "solo reclama lo que toda la comunidad internacional reconoce que es suyo" y que por ello todos los días sufre la humillación y la vejación constante de las fuerzas de ocupación marroquí en el territorio ocupado ante la indiferencia de los funcionarios de la MINURSO "más preocupados por pasar el fin de semana en las Islas Canarias que por realizar su labor".
Finalmente Brahim Sabbar hizo un recordatorio para los cooperantes secuestrados en los campamentos de Tinduf y condenó con total contundencia ese "vil acto terrorista". En lo que respecta a los posibles autores del secuestro, aún sin poder demostrar todavía la autoría del mismo, no ha mostrado ninguna duda en señalar a Marruecos como gran beneficiario del secuestro.
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