Dentro de seis días cumplirá un año entre rejas. El saharaui Mohamed El Bachir Boutaguiza fue detenido el 17 de noviembre de 2010 en El Aaiún, capital administrativa del Sahara Occidental, tras el desmantelamiento del campamento de protesta saharaui de 'Gdeim Izik' que se levantó a unos 15 kilómetros –en pleno desierto- de esta ciudad de la ex colonia española.
Esta mañana, junto a dos saharauis más de los 24 que todavía continúan en prisión acusados de delitos en relación a 'Gdeim Izik', ha podido abandonar su celda durante unas horas para pasar por primera vez ante el juez militar.
En el campamento habitaron durante semanas más de 25.000 saharauis en 7.500 jaimas. Sus reivindicaciones eran socioeconómicas aunque muchos de los saharauis del campamento asumían también un discurso político y reclamaban la autodeterminación del Sahara Occidental.
'No tengo nada que ver'
El pasado 8 de noviembre, Marruecos entró por la fuerza en el acantonamiento para ponerle punto y final. En esta operación y los disturbios que le siguieron en la ciudad de El Aaiún perdieron la vida, según las autoridades marroquíes, 13 personas de las que 11 formaban parte de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado.
En conversación telefónica con este periódico tras el interrogatorio, El Bachir Boutaguiza (de 39 años) ha relatado que ha negado todos los hechos por los que se le acusan. "El juez militar me ha preguntado que por qué asesiné a los militares que participaron en el desmantelamiento, pero no tengo nada que ver con su muerte y así se lo he hecho saber".
Boutaguiza se identifica como uno de los jefes de la Policía del campamento de 'Gdeim Izik' y se expresa en un perfecto español. "Lo único que busco es la independencia del Sahara Occidental, pero no he matado a nadie, eso es falso".
Según su testimonio telefónico, "En la cárcel de Salé (a pocos kilómetros de Rabat), nos tratan como perros; algunos guardianes nos dan buen trato, pero son los menos". Asegura que sus derechos no son respetados: "Hay saharauis que están muy débiles de salud y no les suministran sus medicinas; como Ahmed Sbai, que padece del corazón".
Represión
Además, ahora hace diez días que 22 de los 24 saharauis presos por 'Gdeim Izik' mantienen una huelga de hambre para reclamar su liberación o un juicio justo. Distintas organizaciones como la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) piden que su caso sea derivado a la justicia civil y sean procesados con garantías. "Sólo tomamos agua con azúcar; Sbai, por ejemplo, hace días que no puede ni andar".
Hace dos semanas, "tres de los compañeros empezaron a gritar proclamas independentistas a favor del Frente Polisario, y fueron castigados a golpes en la prisión".
Mailemenin Mohamed Ould Sidahmeh es la madre de Boutinguiza. Como otras mujeres saharauis ha recorrido cientos de kilómetros desde el Sahara Occidental para instalarse en Salé y poder acudir dos veces por semana a visitar a su hijo.
Envuelta en su elegante melfa verde no para de hacer el símbolo de la victoria saharaui con la mano y de entonar cánticos independentistas. Ella también ocupó una de las jaimas de 'Gdeim Izik' y dice que allí se sintió libre por unos días.
No recuerda la edad exacta de su hijo, pero trata de hacer cuentas con la Marcha Verde de Hassan II como referencia. "Cuando entraron los marroquíes en el Sahara Occidental, después de la partida de España, Mohamed tenía ya un año".
Sin perder la sonrisa, manda un mensaje a todas las asociaciones nacionales e internacionales de derechos humanos para que liberen a su hijo y se queja de que fue maltratado cuando le detuvieron. "En El Aaiún, durante los interrogatorios, le ataron de pies y manos, no le dejaban dormir y le apagaron cigarros en el brazo".
"A mí me amenazaron con una pistola para que confesara dónde estaba mi hijo, para que pudieran detenerle, y hasta tres veces entraron y destrozaron mi casa con ese objetivo".
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