Observadores de la región acuden a los territorios velan por los derechos de los presos políticos saharauis en Marruecos
LA TRIBUNA DE TOLEDO J. MONROY / TOLEDO 24/01/2012
El segundo africano con más tiempo en prisión por motivos políticos es saharaui, y se llama Mohamed Dadach. En estos momentos, en las cárceles marroquíes hay unos doscientos presos políticos saharauis cumpliendo condenas. Además otras veinticuatro personas esperan desde hace más de un año en la cárcel un juicio militar. Se trata de organizadores de lo que se dio en llamar ‘Campamento de la esperanza’, una protesta a las afueras de los territorios ocupados, para muchos el germen de la primavera árabe, en protesta por las nefastas condiciones de vida del pueblo saharaui.
Los juicios se han suspendiendo en la víspera sin ninguna explicación. No es la primera vez. La causa, apunta el presidente del Observatorio de los Derechos Humanos para el Sahara Occidental, Javier Ruiz, es que Marruecos, como potencia ocupante, utiliza esta estrategia de dilatar en el tiempo la prisión provisional para desesperar a los presos y sus familiares. La suspensión de los juicios es habitual, como ya ocurrió con el grupo de ‘Los Siete de Casablanca’, y busca también eludir la presencia de observadores internacionales. Hay que tener en cuenta que estos, que tratan de velar por los derechos de los presos, se costean los viajes con sus medios, y las reiteradas suspensiones buscan que cuando finalmente se produzca el juicio, no haya quien dé noticia de lo ocurrido.
El Observatorio de los Derechos Humanos para el Sahara Occidental es una asociación sin ánimo de lucro, formada por abogados, que se fundó en mayo de 2010. Sus fines son eminentemente jurídicos. Su principal actividad es acudir personalmente a los juicios, con sus propios medios, y ver si se respetan los derechos fundamentales de los presos saharauis. También intenta reunirse con las autoridades marroquíes y los propios presos, pero las primeras siempre se niegan a ambas cosas. Y después emite un informe, que envía a autoridades como el Consejo General del Poder Judicial, el Consejo de la Abogacía, Ministerio de Asuntos Exteriores, instituciones europeas.
Durante esta actuación, los observadores españoles están acostumbrados a que se produzcan registros en sus habitaciones o abran sus maletas. La situación que viven es tal, explica Ruiz, que cuando viajan a Marruecos y territorios ocupados, lo hacen siempre con una maleta de mano, sin facturar, por miedo a que les metan algo, y de esta forma les impidan el acceso al país.
Visitando el Sahara. La otra labor del Observatorio es acudir a los territorios ocupados del Sahara Occidental, y ver in situ si allí se vulneran los derechos fundamentales de la población en general.
El pasado mes de agosto, Ruiz acudió junto a otros cuatro compañeros de distintos observatorios del territorio nacional. En principio, quisieron hacer uso de su derecho a la libre circulación, sin necesidad de ser comisionados por nadie. Viajaron hasta El Aaiún, y allí alquilaron un coche, con el que hicieron más de 1.200 kilómetros por el desierto del Sahara. Visitaron diversas ciudades, y se reunieron con varios colectivos saharauis. El seguimiento de la policía fue continuo, y en alguna ciudad les advirtieron que si se reunían con «terroristas del Polisario» serían expulsados inmediatamente. En cada encuentro, veía fuera de las viviendas cuatro vehículos policiales tomando nota de quién estaba, entraba y salía.
Durante las reuniones y el viaje, tomaron notas y evaluaron un informe. La principal vulneración de los derechos humanos, explica Ruiz, es la ocupación militar del Sahara Occidental, que vulnera la Declaración 1514 de Naciones Unidas, que reconoce el derecho a la libre determinación del pueblo saharaui. A partir de ahí, la entrada y la salida de cada ciudad hay un puesto militar. La presencia policial es muy importante. Pero eso no es lo peor. «La tortura allí es algo habitual en cualquier interrogatorio, y sin presencia de un abogado defensor. Cuando los presos saharauis piden un forense se les niega; cuando intentan denunciar torturas, ni siquiera se abre procedimiento», explica el presidente del Observatorio.
En lo que respecta a la población en general, continúa Ruiz, es muy habitual la violación del domicilio, sin orden judicial. Algunos activistas, aprendieron en agosto, siempre duermen vestidos, porque es habitual que llegue la policía por la noche y se los lleve detenidos. «La policía da una patada a la puerta, arrasa con todo lo que se encuentra, y se lleva detenido a quien sea», explica el observador. Se producen violaciones físicas a hombres y mujeres. Pero la última táctica marroquí va más allá y busca un enfrentamiento de las poblaciones; y no son los policías, sino los propios colonos, los que agraden a los saharauis. «Y de vez en cuando hay asaltos de colonos de barrios marroquíes a los saharauis, y lo que se arma allí es impresionante», advierte Ruiz. Otra conducta habitual, denuncia, es no detener a los sospechosos de simpatizar con el Polisario. Tan sólo los dan una tremenda paliza y luego los abandonan en un vertedero. «Es un mensaje que les dan, porque como para ellos los saharauis son basura, tienen que estar en los vertederos, y allí los dejan medio muertos», explica.
Al tiempo, la ocupación está permitiendo la esquilmación de los recursos naturales. La Unión Europea ha declarado nulo de pleno derecho los acuerdos pesqueros, porque el beneficio no redunda en los propietarios del banco pesquero, sino en Marruecos, que se adueña de él. De ahí que este país esté deseando firmar un acuerdo que le reconoce unas posesiones que no son suyas. Al mismo, tiempo, explica Ruiz, el Observatorio ha podido ver cómo los pesqueros chinos y rusos faenan convertidos en factorías en alta mar. Eso sí, no pisan ningún puerto, para evitar posibles denuncias de la ONU por aprovecharse de caladeros que no son suyos. «Al ver cómo faenan, sin pagar tasa alguna, te explicas algunas decisiones del Consejo de Seguridad, del que forman parte China y Rusia», advierte Ruiz.
El Observatorio también ha denunciado que más del cincuenta por ciento de la población saharaui en su país está en desempleo. ¿Cómo es posible? A cambio del dinero que hasta ahora ha estado dando Europa por los caladeros de pesca, Marruecos tenía que formar a pescadores saharauis. Casualmente, explica Ruiz, ningún saharaui ha aprobado. Y por esa razón no pueden pescar.
Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui en Toledo
LATRIBUNADETOLEDO.ES J. MONROY / TOLEDO 24/01/2012
«Nosotros no queremos traer niños a España, lo que queremos es que estén en su tierra, los tenemos que sacar porque los tienen concinados a cincuenta grados de temperatura en julio y agosto, y de paso aprovechamos para que les hagan un reconocimiento médico y de paso conozcan otras culturas y en la medida de lo posible resuelvan sus problemas alimentarios». Jesús Guerrero es socio fundador de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Toledo. De aquello hace ya más de una décaca. A su Asociación se la ha conocido tradicionalmente por traer en verano a los niños con el programa Vacaciones en Paz. Pero en todo este tiempo su visión y sus objetivos han evolucionado. Poco a poco va ganando fuerza la idea de los españoles no se queden en la caridad, que no sólo traigan a los niños para ayudarlos, sino que entiendan por qué hay que traerlos y mandar ayuda a sus familias, y comprendan que hay que acabar con el problema de raíz. No en vano, recuerda Guerrero, «España es responsable del problema».
Tradicionalmente, los Amigos del Pueblo Saharaui han enfocando su labor sobre todo a la ayuda humanitaria, para permitir una vida digna a la población desplazada al desierto argelino de Tinduf. Sin embargo, el caso de Aminatu Haidar abrió los ojos de algunos socios sobre la necesidad de contar en España de dónde viene el problema, y la responsabilidad del Estado español en esta situación. La idea, explica Guerrero, es impedir que la caridad con las víctimas de la ocupación marroquí no cubra los hechos ocurridos hace 36 años «que es lo que la población tiene que ver», y que se sepa de la gran responsabilidad que tiene España en la situación actual, y puede tener en su solución; «que España se conciencie que tiene que hacer algo más que mandar alimentos», en palabras de Guerrero.
Ayuda y crisis. Esto no quiere decir que la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui vaya a reunciar, hasta que llegue una solución definitiva, a la ayuda a los desplazados. A pesar de la crisis y los recortes, prosigue con sus campañas habituales de recogida de alimentos, las Vacaciones Solidarias para los más pequeños, entre otras actuaciones. Durante los últimos meses, ha conseguido, con la ayuda de la Junta, renovar tres colegios en los campamentos de Argelia.
Se trata de tres inmuebles muy estropeados por los rigores del desierto, uno de los cuales en su día edificó la propia Junta. Gracias a los 150.000 euros de subvención y el trabajo donado por el padrino de honor de la Asociación, Antonio Sánchez-Horneros, se han podido ejecutar los tres proyectos, en los que se ha incluido la instalación de un generador de electricidad. La inauguración de la obra queda todavía pendiente, a la espera de que algún miembro de la Asociación toledana tenga que viajar a Tinduf.
Una campaña de recogida de alimentos comenzará a finales de febrero y se prolongará hasta aproximadamente el mes de junio, que es cuando se carga un contenedor y se manda para allí. El problema, reconoce Guerrero, es que la crisis también se nota en la solidaridad, y la gente se lo piensa dos veces antes de hacer una ayuda.
El programa Vacaciones en Paz también se está viendo afectado por la crisis. Si hace tiempo llegaban mil cien niños a pasar el verano en Castilla-La Mancha, el pasado año fueron seiscientos. Y las perspectivas para este son peores. El problema es que por lo general, son los ayuntamientos los que pagan los viajes de los niños, y con sus problemas económicos, cada se muestran menos receptivos. «Hace seis años, nos decía que no importaba, que lo que hiciera falta, si eran cinco, como si eran doce, y ahora no es lo mismo», explica Guerrero.
Territorio sin descolonizar. La Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui busca dar a conocer la realidad del Sahara, y que los toledanos entiendan que la ocupación hace 36 años de los territorios por parte de Marruecos fue algo consentido en cierta forma por España, pero ilegal.
"En cuestión de días, España tuvo como enemigos a Marruecos, el Polisario, Mauritania, otra vez Marruecos y otra vez Mauritania", explica Jesús Guerrero, socio fundador de la Asociación. Recuerda que el propio rey Juan Carlos I aseguró unos días antes de la muerte de Franco que el pueblo saharaui podría tener autodeterminación si lo querían. También Felipe González afirmó en Tinduf que España jamás olvidaría al pueblo saharaui. Nueve días antes de la muerte del dictador, España cedió los terrenos a Mauritania y Marruecos. Aquello fue el principio de una guerra que duró hasta 1991, momento en el que se firmaron unos acuerdos de paz, que más de dos décadas después Marruecos sigue sin cumplir.
Fue en 1960 cuando la ONU mandó descolonizar África. Desde entonces, el Sahara es el único territorio en el que no ha concluido el proceso. Está ocupada por una potencia vecina, Marruecos, que se aprovecha de sus recursos, y a pesar de los acuerdos de paz, no permite la autodeterminación del territorio. Mientras tanto, gran parte de la población vive desplazada en el desierto argelino de Tinduf. Guerrero explica que tras aquel mandato de la ONU, España tiene que culminar todavía el proceso de descolonización, "o por lo menos ser la potencia europea que tire un poco del derecho internacional para que se haga una autodeterminación en condiciones". Recuerda que la gran mayoría del pueblo español se siente dolido por la situación del Sahara. Y evidencia una paradoja, como es que los políticos se vuelcan en la ayuda humanitaria, pero luego no quieren ni oír hablar de defender una postura seria en Bruselas o a nivel internacional a favor de la independencia del Sahara. "Yo te ayudo y te callo la boca dándote de comer, pero del tema político no quiero ni oír hablar", resume. A su juicio, la solución tiene que venir por que el pueblo comience a denunciar, y presione a los políticos.
En estos momentos, Mohamed Abdelaziz acaba de ser reelegido como presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). A Guerrero le atemoriza la idea de que, tras veintiún años sin avances después del tratado de paz, está cundiendo entre los más jóvenes de que hay que volver a la lucha armada por su territorio. "Visto desde aquí, consideramos que eso es un suicidio, y en la medida en la que podemos influir, queremos hacerles ver que es algo que deben decidir ellos, pero es muy delicado", explica.
Mientras tanto, se incrementan las dificultades en los campamentos, porque la crisis mundial impide que llegue más dinero. Sobre todo son los países sudamericanos, que daban más ayuda, los que han cortado el grifo. Los saharauis continúan viviendo en haimas, aunque cada vez son más los que poco a poco se van haciendo en el desierto sus casas de adobe.
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