Cuatro páginas en la revista argentina
Transformarg sobre el Sahara Occidental
MOHAMED SALEM BACHIR
El Embajador en misión de la
República Árabe Saharaui Democrática escribe sobre el Sahara Occidental (ex
Sahara Español) –único país africano hispanohablante– que figura como el último
caso de descolonización pendiente en África en la agenda de la Organización de
las Naciones Unidas (Comité Especial de los 24), junto con las Malvinas
argentinas, y aún espera de la implementación de las resoluciones de la Asamblea
General y el Consejo de Seguridad(ver páginas 20, 21,21 y 23 de la revista
mensual).
SOBERANÍA Y DE RECHOS HUMANOS
La Argentina, como Nación que
sufrió la dolorosa experiencia de la violación sistemática de los derechos más
elementales del hombre, tiene la obligación moral, ética y política de condenar
las mismas prácticas en el Sahara Occidental denunciadas periódicamente por
todos los organismos de derechos humanos internacionales y por los organismos
argentinos en la materia.
El Sahara Occidental (ex
Sahara Español) –único país árabe/africano hispanohablante–, figura como el
último caso de descolonización pendiente en África en la agenda de la
Organización de las Naciones Unidas (Comité Especial de los 24), junto con las
Malvinas argentinas, y aún espera de la implementación de las resoluciones de
la Asamblea General y el Consejo de Seguridad sobre dicho territorio, que
abogan por la culminación del proceso de descolonización.
El drama del pueblo saharaui
empezó el 31 de octubre 1975 con la invasión del Sahara Occidental por las
tropas marroquíes y mauritanas, con la complicidad de España y el apoyo militar
de Francia y los Estados Unidos de América. Cientos de miles de civiles se
vieron obligados a huir de su tierra, bajo bombardeos con napalm y fósforo
blanco, víctimas de una verdadera guerra de exterminio.
Marruecos, la fuerza ocupante
del territorio, sabotea impunemente la legalidad internacional y se niega a
aplicar las resoluciones de las Naciones Unidas y demás organismos
internacionales. El último acto desafiante del Reino de Marruecos a la
Comunidad Internacional y a sus esfuerzos por encontrar una solución pacífica
al conflicto saharaui es la decisión unilateral del 17 de mayo 2012, de retirar
su confianza en el enviado personal del secretario general de la ONU para
Sahara Occidental, el embajador Christopher Ross. Ban Ki-moon, secretario
general de la ONU, y el Departamento de Estado de los USA, respondieron
expresando su pleno apoyo al embajador estadounidense Christopher Ross.
Además, Marruecos mantiene
muros por un total de 2.720
kilómetros , que dividen tanto a la tierra como a la
población saharaui, con millones de minas antipersonas, que siembran muerte y
destrucción a diario entre civiles inocentes. Sus fuerzas de seguridad cierran
a cal y canto el territorio ocupado para la prensa extranjera y los
observadores internacionales, sometiéndolo a un férreo aislamiento del resto
del mundo sin ninguna comparación en la historia de la humanidad, bajo una
permanente vigilancia de un sofisticado y macabro aparato represivo que cuenta
con decenas de miles de agentes de seguridad marroquíes, que cometen todo
tipode atrocidades con una velocidad vertiginosa, como documentan informes de
muchos organismos humanitarios tales como Amnistía Internacional (AI), Human
Right Watch (HRW), y el propio Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos y otros.
El Reino de Marruecos, que
invadió y ocupó ilegalmente el Sahara Occidental a sangre y fuego, mantiene a
lo largo de los años su ilegal presencia con la fuerza bruta; son miles las
personas detenidas, entre las cuales cientos murieron en las cárceles
marroquíes, otros cientos desaparecieron, además de los secuestros,
deportaciones, intimidaciones, las más elevadas formas y prácticas de la tortura,
la negación de las libertades de expresión y de circulación, los juicios
sumarios, todos hechos tristemente similares, sino idénticos y repudiables en
la historia reciente de la Argentina.
Todo esto sucede en un
territorio oficialmente bajo supervisión de la ONU y ante los ojos de la Misión
de Naciones Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental (MINURSO), que
incluye oficiales argentinos, y que es hoy la única misión de paz de la ONU sin
competencias en materia de Derechos Humanos.
El Reino de Marruecos,
mientras bloquea y dilata las negociaciones de paz, ha seguido esquilmando como
nunca los recursos naturales (sobre todo los fosfatos de Bucraa y la pesca) con
la connivencia de Estados y de empresas internacionales de dudosa honestidad,
aun en contra de las advertencias de las Naciones Unidas y otros organismos, y
el dictamen jurídico emitido el 29 de enero 2002 por el secretario general
adjunto de la ONU para Asuntos Jurídicos, Hans Corell, que estipula que «toda
exploración o explotación de los recursos naturales del Sahara Occidental como
Territorio Pendiente de Descolonización constituye una violación de la
legalidad internacional». Dictamen que debe ser también aplicado para las
Malvinas como Territorio Pendiente de Descolonización.
Los saharauis se han
interesado desde el principio por consolidar sus relaciones con Latinoamérica.
La respuesta del continente fue generosa, ya que la mayoría de las naciones de
continente americano –veintisiete entre continentales y caribeños reconocieron
el Estado Saharaui. Los primeros fueron México, Panamá, Cuba, Ecuador,
Colombia, Costa Rica, Venezuela, El Salvador, Paraguay, Nicaragua, Honduras,
Uruguay y Bolivia. Generosidad que encaja en la coherencia con principios de
política exterior imbuidos de su propia historia de la lucha por los ideales de
libertad e independencia.
El Estado de la República
Saharaui es hoy reconocido por 83 países y miembros de la organización
continental africana Unión Africana (UA). El objetivo estratégico de los
saharauis es la profundización de esa dimensión hispanohablante que les ofrece
la oportunidad de aspirar a ser plenamente parte de la Comunidad
Iberoamericana. Para la Argentina y América latina, encontrar en la otra orilla
del Atlántico una nación islámica y africana que posea esta dimensión es un
elemento que debe ser consolidado como base de acercamiento y contacto directo
con una parte esencial de los países que conforman la Comunidad Internacional.
El Sahara Occidental no ha
estado ausente en las revoluciones, revueltas o protestas en el norte del
África y el Medio Oriente porque ha protagonizado el primer brote de protesta
con el campamento de Gdeim Izik en octubre y noviembre de 2010. Según
importantes analistas y escritores como Noam Chomsky, el Sahara Occidental es
el punto de partida de las revueltas sin precedentes en el mundo islámico.
El campamento de Gdeim Izik
llegó a tener 7.000 jaimas –tiendas de campaña saharauis– con una población de
alrededor de 25.000 personas, que se establecieron a las afueras de El Aaiún, a
15 kilómetros
de la capital del Sahara Occidental ocupada por Marruecos, para reclamar de una
forma pacífica y civilizada sus derechos sociales y políticos y denunciando las
Violaciones de Derechos Humanos que comete el reino marroquí contra la población
saharaui y del derecho de autodeterminación de este Territorio Pendiente de
Descolonización.
La respuesta del Reino de
Marruecos fue el trágico desmantelamiento del campamento de Gdeim Izik a sangre y fuego, con una
salvaje y vil agresión perpetrada el 8 de noviembre de 2010 por parte de miles
de militares, gendarmes, policías y fuerzas auxiliares marroquíes, con el apoyo
de decenas de vehículos militares, antidisturbios y helicópteros, contra los
miles de ciudadanos saharauis, entre los cuales se encontraban niños, mujeres y
ancianos. Todo quedó reducido a cenizas.
El pueblo saharaui, dentro y
fuera de los territorios ocupados, en los dos lados del muro de la vergüenza,
está próximo a la desesperanza por el desamparo de las instancias internacionales
y la tibia reacción de la Comunidad Internacional, llama de nuevo al pueblo
argentino, a sus fuerzas políticas, a sus organismos de derechos humanos,
sociales, sindicales, a las personalidades del mundo de la cultura, del arte,
del deporte, del periodismo, para que levanten sus voces. Y le pide al Gobierno
de la Nación Argentina, para que deje el silencio permisivo con la represión,
la violación y torturas a las que el pueblo y los defensores de derechos
humanos están sometidos y fuerce a liberación inmediata de los saharauis presos
de conciencia en el Sahara Occidental, exija la vigilancia y el control de los
derechos humanos en ese territorio oficialmente bajo supervisión de la ONU y la
obligación de defender los derechos civiles, políticos y económicos de la
población, y la aplicación del plan de paz de la ONU, para que finalmente el
pueblo saharaui pueda decidir libremente su futuro político. Y para que los
pueblos de la región vivan en paz, estabilidad y armonía.
La Argentina, como Nación que
sufrió la dolorosa experiencia de la violación sistemática de los derechos más
elementales del hombre, tiene la obligación moral, ética y política de condenar
las mismas prácticas en el Sahara Occidental denunciadas periódicamente por
todos los organismos de derechos humanos internacionales como los ya
mencionados y por los organismos argentinos en la materia.
No se debe dar lugar a
aquellos que, como el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte con las
Malvinas argentinas y el Reino de Marruecos con el Sahara Occidental, agreden y
violan el derecho internacional.
No se les debe dar la
posibilidad de que sus puntos de vista en la violación del derecho
internacional tengan el mismo peso en la reflexión y en la posición que los de
aquellos que sufren la violación de ese derecho internacional.
* Mohamed Salem Bachir es
Embajador en misión de la República Árabe Saharaui Democrática.