La Casa Real se vanagloria de
haber recibido, durante las 24 primeras horas de su nueva página web, la visita
de 140.000 personas, con un total de
650.000 entradas y hasta 100.000 consultas simultáneas. Un verdadero
éxito, sin duda, por los significativos cambios imprimidos a su escaparate
informático para dar una imagen de transparencia, claridad y cercanía ante la
opinión pública. Así lo ha difundido la práctica totalidad de los medios de
comunicación que, desde el punto de vista crítico, como mucho, han echado en
falta unas palabras explicativas sobre el caso Urdangarín.
Es cierto que sería de ilusos
esperar que la Casa Real aprovechara la ocasión para aclarar este y otros
asuntos oscuros que envuelven a la Corona de España. No se trata de hacer, a
estas alturas, un “mea culpa” de los puntos negros en la trayectoria de Juan
Carlos, pero también es cierto que, precisamente en honor de las muchas
personas interesadas en la Casa Real, no habría estado mal incluir alguna
referencia, al menos, a aquellos acontecimientos que, debido a su trascendencia
histórica, todavía hoy permanecen de plena actualidad. Me refiero concretamente
al protagonismo del Rey en la entrega del Sáhara Occidental a Marruecos, asunto
que, como otros polémicos, se esquiva en esta operación de imagen.
Quienes quieran enterarse de
los detalles deberán zambullirse en las páginas de los libros, como “El precio
del trono”, de Pilar Urbano y de
reciente aparición, que dedica a este tema unas cuantas páginas. La
realidad es que, por lo general, se ha pasado “de puntillas” por la implicación
del Rey en un asunto tan sangrante que aún duele a buena parte de la población
española y sigue movilizando a miles de jóvenes que ni siquiera habían nacido
en 1975.
Pilar Urbano explica que Juan
Carlos asumió la Jefatura del Estado el 30 de octubre de ese año, en plena
crisis del Sáhara, tras haber solicitado el propio Franco, ya en fase terminal,
que se aplicara el artículo 11 de la Ley Orgánica del Estado. Al día siguiente,
Juan Carlos, ya como máxima autoridad política de la nación, preside un Consejo
de Ministros con la cuestión saharaui como tema prioritario.
“Estamos en una situación muy
crítica –pone la autora en boca del Rey-, en la que va a ser necesario adoptar
decisiones de riesgo. Y soy ahora el jefe del Estado, y no pienso endosarle a
nadie lo que es responsabilidad mía. Así que se acabó el marasmo: voy a tomar
el asunto del Sáhara en mis manos”.
Portada del libro de Pilar
Urbano.
En consecuencia con estas
palabras, su primera medida fue un viaje relámpago a la todavía colonia
española donde, públicamente, ante la oficialidad concentrada en el Casino
Militar, prometió que España cumpliría sus compromisos y respetaría “el derecho
de los saharauis a ser libres”, palabras que, por cierto y según explica Pilar
Urbano, desaparecieron de la nota oficial a la prensa para no ofender al rey de
Marruecos, Hasán II.
Mientras, Prado y Colón de
Carvajal, en tanto que persona de máxima confianza de Juan Carlos, viajaba a
Estados Unidos con un mensaje personal para Henry Kissinger, secretario de
Estado del presidente Ford, comunicándole su disposición a que “Marruecos se quede
con el Sáhara”, aunque a condición de parar la Marcha Verde lanzada para ocupar
el territorio saharaui.
El mismo día en que se produce
esta entrevista, el 3 de noviembre de 1975, en La Zarzuela se celebra una
“minicumbre” presidida por Juan Carlos, en la que participan el presidente del
Gobierno, Arias Navarro; el primer ministro marroquí, Ahmed Osman, el ministro
español de Exteriores, Pedro Cortina, y José Solís, ministro Secretario del
Movimiento. De esta reunión sale el acuerdo secreto de que la Marcha Verde
hiciera una ocupación simbólica del territorio saharaui con una profundidad de
solo 10 kilómetros
y únicamente durante 48 horas.
Sin embargo, Hasán II no
cumpliría su compromiso, reactivando sus planes iniciales de invasión, ante lo
que el Gobierno de Arias Navarro, bajo la jefatura del Estado del actual
monarca, ordenó a las tropas españolas que abandonaran el Sáhara. Una semana
después, el 7 de noviembre, se firmaba en Madrid el Acuerdo Tripartido que
formalizaba la entrega del Sáhara a Marruecos.
El problema del libro de Pilar
Urbano es que, como la web de la Casa Real, presenta una imagen edulcorada no
solo en este punto negro de la trayectoria de Juan Carlos sino en otras
cuestionadas situaciones. Así, la postura del rey en la crisis saharaui resulta
ser una maniobra estratégica que libró a España de una nueva guerra. Lo mismo
ocurre cuando Juan Carlos aparece junto a Franco en las multitudinarias
concentraciones de apoyo a la dictadura durante el Proceso de Burgos y en
defensa de los últimos fusilamientos del franquismo el 27 de septiembre de
1975. Para Pilar Urbano fueron una
“moneda falsa” que se debía pagar para acceder a la Corona: “el precio del
trono”.
Parafraseando al propio Juan
Carlos, la autora dice que el rey vivió la crisis del Sáhara como “un trago muy
amargo” y que se esforzó en evitar “una guerra indeseable que no hubiésemos
ganado”. Como también se reconoce en esta obra, la mayor parte de los militares
no eran de esa opinión y estaban dispuestos a defender al pueblo saharaui frente
a Marruecos. Como se sabe, estos militares, de forma generalizada, vivieron la
entrega a Marruecos como una traición, algunos mantuvieron en esos últimos
momentos contactos con el Frente Polisario y hasta hay quien afirma que les
facilitaron vehículos y armamento para defenderse de la invasión marroquí.
Pilar Urbano, al concluir este capítulo, cita de forma significativa los
últimos gritos que se atribuyen al último capitán que abandonó la colonia:
“¡Moros, hijos de puta! ¡Viva el Polisario!”.