sábado, 22 de junio de 2013

Participación saharaui en la conmemoración del Día Internacional del refugiado en Guipuzcoa

La Diputación Foral de Guipúzkoa, representada por su director de inmigración y diversidad Marcos Nanclares, junto con la cónsul de Venezuela en el País Vasco Yolanda Rojas, iniciaron las intervenciones sobre el día internacional de los refugiados resaltando la necesidad de garantizar mayor protección por parte de las instituciones a las víctimas de conflictos y guerras que vienen huyendo a otros países en busca de protección. El encuentro se desarrolló en el salón de actos de la diputación de Guipúzkoa y contó con la participación de diferentes colectivos y asociaciones de refugiados de Colombia, Sáhara Occidental, Palestina, Costa de Marfil y Paquistán.
En la ponencia presentada por el escritor saharaui Ali Salem Iselmu, sobre el caso de los saharauis, se abordó la situación legal del territorio del Sáhara Occidental y la necesidad de proteger a sus habitantes de los abusos que sufren y la persecución a la que están sometidos por parte de Marruecos, sin derecho hasta la fecha de hoy a tener una documentación propia que les garantice sus derechos.
El activista de derechos humanos Hasena Aleia condenado por un tribunal militar marroquí a cadena perpetua, acercó su caso a los presentes e hizo una exposición sobre los más de 60 saharauis que se encuentran en cárceles marroquíes y pidió un mecanismo de protección de los derechos humanos en el Sáhara Occidental.
Ponencia Ali Salem Iselmu: Los saharauis, inmigrantes, exiliados, apátridas o refugiados
Desde temprano y al inicio de la ocupación del territorio del Sáhara Occidental por parte de Marruecos, los saharauis que hasta entonces pertenecían a la provincia número 53 del Estado español y eran considerados españoles pasaron a un limbo jurídico y sin ningún tipo de documentación reconocida internacionalmente que les sirva para recuperar sus derechos básicos, lo cual supuso no solo la perdida de la tierra, la identidad, también se les obligó a formar parte de terceros estados que no tienen ninguna tipo de soberanía sobre su tierra . Sin embargo para las Naciones Unidas, el Sáhara es un territorio no autónomo pendiente de descolonización y por lo tanto la comunidad internacional está en la obligación de aplicar la resolución 1514 de 1960 de la Asamblea General que reconoce el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui.
Ante esta realidad, hoy podemos ver familias saharauis que provienen de los campamentos de refugiados con pasaporte argelino, en cambio sus mismos familiares que están bajo la ocupación de Marruecos se les obliga a llevar el pasaporte de este país, mientras hay otros casos que llevan pasaporte español, mauritano e incluso francés.
Hay otros casos que después de una larga batalla jurídica se les reconoció su derecho de ser apátridas a pesar de las barreras administrativas que les impiden ser reconocidos en su condición de saharauis pertenecientes a un territorio no autónomo cuyo pueblo sigue luchando hasta la fecha de hoy por sus derechos más elementales como son el derechos a la manifestación, a la opinión, a la asociación y al movimiento negados reiteradas veces por Marruecos delante de la misión de la ONU en el Sáhara Occidental.
El pueblo saharaui no solo ha sufrido el expolio de las riquezas de sus tierra, también ha quedado carente de una documentación propia, que sea reconocida internacionalmente y que le sirva para identificarse sin la necesidad  de aportar la documentación de un tercer país, cómo es posible que en el Sáhara Occidental podemos encontrarnos a tres hermanos de la misma familia y con los mismos padres con pasaportes de tres países diferentes.
Qué ha pasado realmente para que lleguemos a una situación en la que ni siquiera figuramos en las estadísticas que ofrecen los gobiernos sobre los distintos colectivos de inmigrantes que se encuentran en los países de acogida.
Esta alarmante situación de desamparo por parte de los organismos internacionales y competentes en la materia de asilo y refugio, debería llevarnos a una profunda reflexión que nos ayude a encontrar los mecanismos jurídicos y legales que permitan el reconocimiento de las República Árabe Saharaui Democrática que mantiene relaciones con más de 80 países, sino otorgar al menos al Frente Polisario un estatus diplomático que permita el reconocimiento de los saharauis y de su derecho a tener una documentación propia.
No podemos mantener por más tiempo otra grave vulneración que lesiona los derechos de muchos saharauis al reconocimiento a una pensión con la cual han contribuido y cotizado en el sistema de la Seguridad Social que rige en el Estado español y hoy están en los territorios ocupados privados de esas pensiones, y todo como he venido citando por la falta de un acuerdo internacional que les devuelva sus derechos, este es solo un ejemplo de las  múltiples  violaciones que ocurren con frecuencia y vienen sucediendo hasta hoy en el Sáhara Occidental.
Unos países nos reconocen  como exiliados, otros como refugiados y algunos casos no muy frecuentes como apátridas o inmigrantes, pero la realidad dice que solo somos un pueblo, pertenecemos a un mismo territorio y luchamos por ser una nación libre, democrática y soberana.
Ali Salem Iselmu, periodista y escritor saharaui. 

La ciudad robada

Un hombre
cruzó de día y de noche
una enorme ría
vio gigantes y monstruos
y escuchó extraños ruidos,
agotado en su pequeña barca
llegó a la orilla
en busca de un sorbo de agua.

Unos hombres extraños le expulsaron
y al volver su vista hacia sus ojos
vio su ciudad
encontró el sueño robado
y decidió quedarse.

Las calles ya no eran las mismas,
las casas cambiaron de color
y ya no entendía las palabras
y de repente aquel hombre
se sintió un intruso
en su propia ciudad.

Volvió a mirar
el océano
en busca de una respuesta
y en su barca encontró
el misterio de la ciudad robada,
del sueño usurpado.

Un hombre volvió a su tierra.