Una nueva
generación de saharauis empieza a alzar la voz en la lucha por recuperar el
territorio ocupado por Marruecos desde 1975. Más preparados, más críticos,
muchos han vivido en el extranjero. A su vuelta a los campamentos de Tindouf
reclaman con urgencia el fin un exilio en el que han vivido siempre.
Para muchos
de estos jóvenes, la opción de la lucha armada se hace cada vez más necesaria
ante la pasividad de la comunidad internacional en un conflicto que dura ya
cerca de 40 años.
“Vaya a donde vaya, yo sé quien soy, soy
saharaui”, cuenta Hakina con un deje de acento navarro. Hakima nació hace 27
años en uno de los campamentos saharauis cercanos a la ciudad argelina de
Tindouf. Haber pasado la mitad de su vida en un pueblo del norte de España hace
que, al regresar a los campamentos, se
sienta incómoda con buena parte de las tradiciones de la sociedad saharaui.
Pero eso no le hace perder de vista su sueño. “Todos luchamos por el Sahara
libre, aunque no compartamos las mismas ideas”.
La mayoría
de los jóvenes saharauis nunca han pisado el suelo de la antigua colonia
española, ocupada por Marruecos desde 1975. Pero recuperar esta franja de
tierra marca hoy buena parte de su día a día. Nacidos en las jaimas del
desierto argelino, la hammada, como se conoce esta zona del Sahara donde el
calor en verano ronda los 50 grados, la mayoría de ellos han estudiado en otros
países. España, Argelia, Francia, Libia. Cuando vuelven a los campamentos
apenas tienen con qué matar el tiempo.
Los jóvenes
saharauis de hoy tienen muy poco qué ver con la generación de sus padres. Más
preparados, más viajados, más conectados entre sí. Como a cualquiera en esas
edades, su paso por otros países les ha abierto la mente, y aprovechan cada
segundo de Internet que les permite la precariedad de los campamentos.
La lucha,
en fememino
“Sabemos que tenemos derecho a participar”,
dice Suleima venciendo su timidez. Ella forma parte de las Brigadas Summud, una
asociación juvenil que entre otras actividades apoya a mujeres divorciadas, con
muchos hijos o en la cárcel. A sus 26
años, se alegra de que las jóvenes que han estudiado fuera estén “empujando el
cambio” para que más mujeres se animen a participar en organizaciones como la
suya.
Aunque las
mujeres saharauis disfruten de mayores libertades que en otros países árabes,
Suleima detalla las barreras que se encuentran en el momento en que desean
implicarse en la vida pública. “Cuando
la mujer participa tiene otro punto de visto y por eso son más criticadas”. Además
Suleima se queja de que en ocasiones “se sospecha” de una mujer si consigue un
cargo importante, o se le tacha de “no limpia” si trabaja con hombres.
A pesar de
esto, el conflicto territorial une posturas más allá de los conflictos de
género. “Si se cierran las puertas a la vía pacífica las mujeres apoyaremos
igualmente la guerra”, responde sin dudar un instante Suleima.
Las armas
“a mano”
La
participación de la mujer en la vida política es uno de los aspectos clave de
los nuevos aires que trae la juventud saharaui. En los últimos años, el
porcentaje de diputadas en el Parlamento ha ascendido al 30% y la Unión
Nacional de Mujeres Saharauis adquiere cada vez mayor protagonismo.Tras el Alto
el fuego en 1991, apenas se ha dado ningún paso para la celebración de una
consulta de autodeterminación del Sahara Occidental. Los jóvenes saharauis
vuelven la mirada al Frente Polisario, que les dice que hay que ser pacientes,
que hay que agotar la vía diplomática y seguir negociando en el marco de las
Naciones Unidas. Pero muchos jóvenes han
dejado de creer en esa estrategia, y aunque mantengan respeto “a los legítimos
representantes” se muestran mucho más críticos frente las decisiones de los
dirigentes polisarios.
Kori tiene
27 años, es miembro de la Junta Directiva de Cooperación y del Consejo Nacional
de Estudiantes. Este cargo le permite estar en contacto con la realidad de
otros países árabes y con saharauis que estudian en el extranjero. Es uno de
esos pocos que aún confía en la vía pacífica, pero reconoce que con la negativa
de la ONU de incluir la protección de los derechos humanos en la misión para el
Sáhara Occidental se esfuma uno de los pocos argumentos que le quedaba para
defenderla.
Kori habla
con serenidad, relajado. Cuida cada palabra en un casi perfecto castellano. Tal
vez por eso, impresiona más la contundencia de su mensaje. Según él, la opción
de volver a la guerra “está a mano” y
“es compartida por saharauis en todo el mundo”. “Si se toma la vía armada todos
los saharauis vamos a seguirla”, añade sin cambiar su tono de calma.
Y la Red
saltó el muro
Los jóvenes
saharauis viven entre dos mundos aparentemente opuestos, el de la tradición y
las nuevas tecnologías. Un ejemplo. Al conocerse, se saludan con el cruce
frases hechas que marca el protocolo hassaní. Al despedirse lo que muchas veces
se intercambian son los nombres de sus
perfiles en Facebook.
Luchaá
forma parte de “Gritos contra el muro”. Una de tantas organizaciones juveniles
que han aflorado en los últimos años al margen de las estructuras del Frente
Polisario. Cada mes organizan una protesta frente esta defensa militar de más
de 2.500 kilómetros
que, con minas a sus flancos, cruza de norte a sur la antigua colonia española.
“Tengo 27
años y nunca he pisado mi país”. Luchaá nunca ha ido más allá del muro. Pero
con frecuencia habla por Skype con los
jóvenes saharuis que se encuentran detrás de él. “Internet ayudó muchísimo, a
pesar de los pocos medios que tenemos”, apunta. Para coordinarse entre los
propios activistas que viven separados entre sí. Y para hacer llegar su mensaje
más allá del silencio mediático general que rodea este conflicto. Condenados a
manifestarse en medio del desierto, si la organización de Luchaá no ‘subiera’
sus manifestaciones a Youtube, apenas nadie sabría de su existencia.
Ése es
precisamente el cometido de Equipe Media, otra organización de jóvenes
saharauis, pero éstos residentes en el Sahara Occidental. Graban las protestas
que se producen en los territorios ocupados, así como los testimonios de las
detenciones, palizas y torturas que suelen producirse como represalia a
continuación. Además, este uso de la red parece contagiarse a los mayores. AFAPREDESA, la asociación saharaui más
importante de derechos humanos, ya no sólo envía firmes comunicados de condena.
Ahora también publica vídeos como este de agresiones a mujeres.
“Vivimos
como moscas”
El debate
sobre la guerra está abierto en todas
las capas de la sociedad saharaui. Si la vía diplomática no avanza pronto en la
celebración de un referendum, parece claro que la apuesta de la próxima
generación que llegue al poder será volver a la lucha armada. “Yo le doy 4 ó 5
años”, para que esa situación se produzca, dice Luchaá. Como tantos otros, él
estaría dispuesto a participar mañana mismo en esa hipotética guerra, a pesar de que se ser consciente de su clara
inferioridad militar. Sólo esperan que el Polisario chasquee un dedo en ese
sentido.
Puede sus
frases sólo sean un discurso, una pose ante las visitas extranjeras, pero en
los campamentos de Tindouf es casi imposible encontrar un joven que esté
dispuesto a mantenerse de brazos cruzados si la situación no se resuelve en los
próximos años. “Vivimos como moscas dentro de una botella, sin dignidad”, se
lamenta Luchaá.
“Si no
cogemos las armas nunca va a haber referendum”, opina Hakima. Cuenta que su
padre murió en el frente cuando ella tenía apenas 2 años. En la misma guerra
que ahora ella parece resignada a reanudar, tras más de dos décadas de alto el
fuego. Asegura que no está dispuesta a que sus hijos crezcan en los campamentos.
Y cuando Hakima dice algo mirándote a los ojos, resulta muy difícil no creerlo.