DAJLA (CAMPAMENTO DE REFUGIADOS EN TINDUF, SÁHARA).–
Sid Mohammed Daddach (Guelta Zemmur, 1957), conocido por ser el Nelson Mandela
del pueblo saharaui, es el preso de conciencia que más tiempo ha estado
encarcelado en África, después del líder sudafricano. Daddach fue detenido en 1976
por Marruecos cuando intentó unirse al Frente Polisario y fue forzado a servir
en el ejército marroquí. En agosto de 1979, intentó huir sin éxito siendo
encarcelado. Apenas unos meses después, en abril de 1980, un tribunal militar
de Rabat le condenó a pena de muerte “por alta traición”. “Si quito todas las
torturas recibidas, mi peor recuerdo de la cárcel fue el momento en el que el
juez pronunció esas palabras”, explica a cuartopoder.es Sid Mohammed Daddach en
el campamento de refugiados de Dahjla, donde ayer, miércoles, arrancó la XI
edición del Festival Internacional de Cine del Sáhara.
La pena de muerte podía ser ejecutada en
cualquier momento. Marruecos no tenía por qué avisar de cuándo se produciría. “Durante
14 años estuve esperando cada día el momento de mi muerte”. Tras 14 años
condenado a muerte, la pena fue conmutada por la cadena perpetua. Era el 8 de
marzo de 1994. Después de 21 años detenido, en 1997, Marruecos permitió que el
CICR realizara una visita de observación de sus condiciones carcelarias. “Me
liberaron gracias a la presión de los organismos internacionales de Derechos Humanos”,
señala Daddach.
La excarcelación se produjo el 7 de
noviembre de 2001. “Desde mi primer día detenido hasta hoy mi voluntad ha sido
la misma. A pesar de todas las torturas y maltratos que he sufrido sigo
peleando por los derechos fundamentales de mi pueblo. Mi causa es la
autodeterminación de mi pueblo y lo será siempre. Hasta que lo consigamos”, explica
Daddach, que asegura que durante su larga estancia en prisión fue su fe en la
causa saharaui lo que le ayudó a vivir.
Daddach vive hoy en los territorios
ocupados por Marruecos en el Sahara Occidental, concretamente, en El Aaiun. Allí
reside junto a su mujer y sus hijos y sigue sufriendo a día de hoy, según
afirma, numerosas intimidaciones, presiones psicológicas, allanamientos de
morada y palizas de la policía durante las reinvindicaciones saharauis en los
territorios ocupados. Sus padres y sus hermanas viven en los campamentos de
refugiados de Tinduf. Tras la excarcelación, vio a su madre por primera vez en
noviembre de 2002 cuando recibió el premio de Rafto, el ‘Nobel de los Derechos
Humanos’, en Bergen (Noruega). No podía verla desde su segunda detención en 1979.
“En la cárcel lo que más aprendí fue a tener paciencia”, comenta.
Este hombre de 57 años habla tranquilo. Con
un tono bajo y explicativo. Acaba de terminar una charla con jóvenes para
tratar de concienciarles de la importancia del voluntariado para la población
saharaui. “Yo no soy político, ni tengo ningún puesto de responsabilidad en el
Frente Polisario. La juventud insiste en la lucha armada. Es una petición de
cada vez más gente joven de los campamentos pero también de los jóvenes de los
territorios ocupados. La voz de esta gente joven debe ser escuchada”, asegura
Daddach, que señala que él, como el Polisario, aboga por la vía pacífica aunque
“no de manera indefinida”.
El límite que se marca para pasar de la
defensa de la vía pacifista a la vía armada es “el que marca la comunidad
internacional”. “Vamos a continuar confiando en la comunidad internacional a
ver si las negociaciones nos llevan a buen puerto y nos ayuda a seguir
apostando por la vía pacífica. Si no observamos avances en la lucha tendré que cambiar de opinión y abogar por la
vía armada”, afirma.
La comunidad internacional no se lo está
poniendo fácil a los defensores de la vía pacífica. Este martes el Consejo de
Seguridad de la ONU prolongó por un año más el mandato de la Minurso en el
Sáhara Occidental, cuyo último objetivo debe ser la celebración de un
referéndum de autodeterminación entre el pueblo saharaui. Sin embargo, esta
misión es la única en todo el mundo que no tiene competencias para proteger y
salvaguardar los derechos humanos de la población saharaui en los territorios
ocupados.
“Lamentamos la decisión que ha tomado el
Consejo de Seguridad, pero seguiremos trabajando para que la Minurso supervise
el cumplimiento de los derechos humanos. Este año hemos conseguido que el
secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, recomiende al Consejo de Seguridad
que incluya esta competencia al mandato de la Minurso. Es algo único y novedoso
que no se había hecho hasta el momento”, lamenta Daddach, que culpa a Francia y
a España de aliarse con Marruecos y dejar de lado el respeto al derecho
internacional y a los derechos humanos.
“Al Gobierno español le achacamos un error
histórico: entregar de formar ilegal el territorio del Sahara Occidental a
Mauritania y Marruecos”, denuncia a la vez que califica como de “poca identidad
y débil” la política exterior española, ya que “en cada lugar al que acude dice
una cosa diferente”. “Que quede claro que hablamos del Gobierno y no de la
sociedad, que es nuestro mayor apoyo”, apostilla Daddach, para quien PP y PSOE
son lo mismo ya que siempre han mantenido una postura similar de afinidad con
Marruecos respecto al Sahara.
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