Brahim Mojtar, ministro de Cooperación de la República Saharaui. Foto. EIC Poemario Sahara Libre |
Hace pocos días entrevistamos a Brahim
Mojtar, ministro de Cooperación de la República Árabe Saharaui Democrática
(RASD), con quien mantuvimos una extensa y rica charla, la cual tuvo lugar con
motivo de cumplirse las cien emisiones ininterrumpidas de la columna radial
semanal “Noticias del Sahara Occidental”, el pasado domingo 23 de noviembre.
Tras haber presentado entonces un fragmento del audio de esa entrevista, la
compartimos hoy en forma completa para los lectores y lectoras de Voz del
Sahara Occidental en Argentina.
Con el ministro saharaui no solamente hemos
hablado de cooperación en sus diversas aristas (paradigmas Norte-Sur y Sur-Sur
y condicionalidad, por ejemplo), sino que también abordamos otros temas como la
actualidad de la causa y el presente y
FUTUROhttps://cdncache1-a.akamaihd.net/items/it/img/arrow-10x10.png del Frente
Polisario, incluyendo aspectos como la conducción de ese movimiento de
liberación y la existencia -o no- de oposición y tribalismo. Mojtar envía,
además, mensajes al pueblo saharaui que vive en los territorios ocupados y a
los pueblos y gobiernos de América Latina y Caribeña.
La cooperación con la República Saharaui,
RASD
¿Cómo coopera la RASD?
El Ministerio de Cooperación, conjuntamente
con la Media Luna Roja Saharaui (MLRS), son los dos departamentos encargados de
canalizar toda la ayuda humanitaria procedente del exterior, de la que depende
en gran medida el pueblo saharaui. La MLRS tiene la responsabilidad de
coordinar todo lo que es ayuda alimentaria, mientras que el Ministerio de
Cooperación lo hace para todos los otros proyectos: educación, salud,
medioambiente, transporte… son muchos.
¿Cómo lo articulan?
Tenemos dentro de la estructura del
Ministerio un departamento llamado Consejo Superior de la Cooperación, que se reúne
una vez al año. Nuestros “partners” son las instituciones nacionales con las
que nos reunimos, escuchamos cuáles son sus necesidades para todo el año y, a
partir de eso, elaboramos proyectos a los cuales el propio Ministerio se
encarga de buscarles financiación. A partir de allí empezamos a tocar puertas,
principalmente en Europa; en España -por razones históricas- y otros países
europeos por la cercanía y también por los recursos, dado que se supone que
Europa, sobre todo antes de la crisis, estaba muy involucrada con la
cooperación con los campamentos y con la República Árabe Saharaui Democrática.
Pero desde el año 2011, con el comienzo de la crisis económica y financiera
europea, ya estamos tocando otras puertas. No le extrañe que cualquier día lleguemos
a la Argentina a tocar las puertas de la cooperación y de la ayuda humanitaria.
Sabemos que allí también se atraviesan condiciones difíciles pero no hay nada
más difícil que las condiciones que atravesamos nosotros en pleno desierto, sin
recursos naturales a explotar, absolutamente sin nada y dependiendo enteramente
de la ayuda exterior.
El caso de España es conocido pero,
¿cuáles son los países que cooperan hoy con la RASD y en qué áreas?
El caso de España es conocido, por razones
obvias. Se realiza cooperación centralizada (que es la del gobierno) y a través
de las Comunidades Autónomas, que es la cooperación descentralizada. Toca todos
los sectores. Salud y educación son los ámbitos en los de más se coopera con
España. También cooperamos con Italia en muchos dominios como el de la
capacitación o la mejora de la salud de las personas con enfermedades crónicas.
Cooperamos, además, con Suecia en lo que respecta a la ropa para la población:
la agencia de cooperación sueca nos proporciona desde hace muchísimos años
miles de toneladas de ropa. Otra cooperación con varios países es el envío de
niños en el programa de Vacaciones en Paz; la mayoría de los países europeos
reciben a esos pequeños embajadores que también aportan su granito de arena a
la causa del pueblo saharaui.
En cuanto a América Latina y Caribeña,
sabemos que Cuba, Venezuela y Uruguay cooperan con la RASD. ¿Hay más países?
Con los tres mencionados existe una
cooperación muy fluida (que queremos que se desarrolle aun más) pero también ha
habido reacciones desde Brasil, que recientemente nos ha ofrecido 2.500
toneladas de arroz gratuitamente, gesto que agradecemos profundamente y
esperamos que pueda servir de ejemplo para otros países. Aquí cualquier ayuda a
esta población refugiada marca la diferencia y tiene su importancia. También
tenemos al Ecuador, que es un país en perspectiva donde queremos establecer una
Embajada y abrir canales de cooperación en el sentido más amplio de la palabra.
En el caso de la Argentina, por obvias
razones, la cooperación con la RASD tendría que ser descentralizada. Ud., que
es conocedor de la situación argentina, ¿de qué manera cree que nuestro país
puede cooperar con el pueblo saharaui?
Hay muchos dominios, nosotros necesitamos
de todo: desde la ayuda alimentaria más básica hasta los proyectos más
sofisticados de cooperación. En el ámbito de la salud, por ejemplo, o de la
educación. La Argentina podría otorgar becas de postgrado para estudiantes
saharauis, ya que tenemos bastantes dificultades en encontrar países de habla
hispana que nos puedan recibir en sus Universidades. También puede enviar de
vez en cuando una comisión médica para ver el estado de salud de la población
saharaui en los campamentos de refugiados; asimismo, el país podría aportar una
ayuda alimentaria sustancial de cualquier materia, que sirva como ejemplo para
probar si lo enviado tiene importancia o no y, a partir de allí, iríamos
identificando conjuntamente con Argentina, dónde esa cooperación podría incidir
más.
Volvamos al modelo de Cooperación
Norte-Sur. Además del caso de la Diputación de Valencia, que condicionó la
continuidad de la ayuda a que una joven saharaui pudiese regresar allí desde
los campamentos donde estuvo retenida por su familia, ¿existen otros casos de
condicionalidad hacia el gobierno de la RASD por parte de los donantes?
No, no. Siempre, desde el comienzo en el
año 1975, hemos dicho que la cooperación (o la ayuda) debe ser incondicional.
Que nosotros tenemos, por encima de todo, nuestra dignidad y que cualquier
ayuda condicionada viola la dignidad del pueblo saharaui. En el caso de la
Diputación de Valencia, ya le hemos hecho saber a quién corresponde que no
aceptamos en absoluto que se líe la cooperación de esa institución a un
incidente transitorio como el caso de la joven saharaui que estuvo con sus
padres aquí en los campamentos de refugiados y sobre lo que se ha creado ese
problema que todos sabemos. Pero toda ayuda, independientemente de su
procedencia, calidad o cantidad, tiene que ser sin condiciones, desinteresada.
En el último tiempo se han desarrollado
mucho las corrientes de pensamiento dentro del paradigma de la Cooperación
Sur-Sur, donde no somos donantes o receptores sino socios que acuerdan
perseguir intereses comunes. ¿De qué manera está trabajando la RASD en ese
paradigma, de cara a un futuro Estado libre e independiente y con la totalidad
de su territorio?
Ojalá esto último suceda muy pronto… Hay
que distinguir entre dos cosas. Una es la cooperación en la situación actual en
la que se encuentra el pueblo saharaui, que hace que la cooperación sea
unilateral porque se trata de paliar la situación del pueblo saharaui
refugiado. Pero con vistas a un futuro Estado saharaui como dijo Ud. recién,
que podría ser la ventana de América Latina para el continente africano y
viceversa y, a partir de allí, abrir canales de Cooperación Sur-Sur, que es lo
que necesitamos estos continentes. Tenemos mucho que ofrecer: poseemos recursos
naturales en grandes cantidades y estamos dispuestos a colaborar con aquellos
países que en los momentos difíciles nos han ayudado y, a la vez, necesitaremos
evidentemente y en un futuro muy próximo, de su “know how”, su conocimiento y
tecnología para desarrollar nuestra economía. Actualmente sí recibimos ayuda
como receptores momentáneos y coyunturales pero pensando en crear una
cooperación mucho más fructífera, basada en la Cooperación Sur-Sur ya
establecida y, sobre todo, a nivel de los dos continentes: África y América
Latina.
La causa saharaui
Pasemos ahora a la causa saharaui en
general. ¿Cómo es su visión de lo que está ocurriendo hoy respecto del tema?
La solución del problema la ha establecido
Naciones Unidas. Por su naturaleza, es un problema de descolonización y su
solución pasa por el proceso de negociación directa entre las dos partes del
conflicto -Marruecos y el Polisario-, conforme a la Resolución del Consejo de
Seguridad 2152; una solución que respete el derecho del pueblo saharaui a la
autodeterminación, con un referéndum que dé múltiples opciones: independencia,
integración o autonomía. El problema radica en que la parte marroquí, por miedo
a los resultados de un eventual referéndum, no quiere involucrarse de lleno en
la búsqueda de esa solución. No quiere ir a las urnas, le teme a las urnas.
Nosotros, sin embargo, no les tenemos ningún temor a esas urnas, porque tenemos
plena confianza en lo que nuestro pueblo va a depositar en ellas. ¿Por qué el
conflicto no avanza, la solución no llega? Pensamos que, primero, por la
intransigencia de Marruecos pero envalentonado por algunas potencias
occidentales, como es el caso de Francia, que ha puesto sus intereses por
encima del derecho y la legalidad internacional. El día en que Francia, Estados
Unidos y, en gran parte, España converjan en la búsqueda real y sincera de una
solución a este conflicto, Marruecos no tendrá nada que decir y deberá aceptar
lo que esos países propongan como solución que, pensamos, será en un futuro muy
próximo, el respeto escrupuloso del derecho del pueblo saharaui a la
autodeterminación y a la independencia.
¿Cuál es su opinión sobre la posición de
algunos jóvenes -y no tan jóvenes- que evalúan fuertemente la posibilidad de
tomar las armas?
El pueblo saharaui lleva veintitrés años
esperando esa solución política. Desde el año ’91 en que hemos parado las armas
y hemos optado por la vía pacífica. Hemos resistido mucho a muchas presiones
desde el interior de nuestro pueblo, sobre todo del sector más joven de nuestra
población, que no aceptan que en veintitrés años, no se cumpla la promesa de
una solución pacífica al conflicto. Sin embargo, seguimos dispuestos a trabajar
con Naciones Unidas para esa solución política, pacífica, que respete nuestro
derecho. Pero, tanto nuestro pueblo como otros pueblos tienen limitada su
capacidad de resistir a esas presiones y no se descarta que, si no se avanza en
la vía pacífica, el sector más joven de la población podría retomar
tranquilamente las armas en legítima defensa, como gente cansada de esperar esa
solución política y frustrada por las promesas de Naciones Unidas.
El Frente Polisario
Días pasados, en una conferencia sobre
el Sahara Occidental que tuvo lugar en la Argentina, alguien del público
preguntó por qué la RASD tiene el mismo presidente desde hace tantos años. ¿Qué
le respondería Ud. a quien efectuó esa pregunta?
Nosotros somos demócratas y respetamos las
urnas. Cada tres o cuatro años tenemos un congreso general del Frente
Polisario, en el que se elige su dirección política: un Secretariado Nacional y
un Secretario General. El presidente Abdelaziz se ha presentado junto a otros
compañeros y siempre ha resultado reelecto. ¿Qué le decimos al pueblo?, ¿le
decimos que las urnas tienen que mentir, que tienen que poner a otra persona?,
¿les obligamos a votar a otra persona? Yo creo que él [presidente Mohamed
Abdelaziz] está haciendo la labor que le corresponde y, de ahí, ha ganado el
respeto y la confianza de la gente para que le puedan seguir votando durante 39
años. Eso sin olvidar que estamos viviendo todavía en el exilio, que somos un
movimiento de liberación y que todavía el país no ha recobrado toda su
soberanía y su integridad territorial. El día que eso se logre, pienso que
habrá otras alternativas, otras opciones y podríamos, quizás, si las urnas lo
dicen, cambiar de presidente. Solo habría que mirar un poco la historia de los
demás movimientos de liberación, como el caso de la SWAPO [South-West African
People’s Organization] en Namibia: el compañero Sam Nujoma estuvo al frente del
movimiento durante veinte años antes de la liberación de ese país y luego otros
seis o siete años como presidente de una Namibia independiente. Le citaría
otros ejemplos, como es el caso de la ANC [Congreso Nacional Africano] o del
FRELIMO [Frente de Liberación de Mozambique] o de Angola, que el propio
secretario general del MPLA [Movimiento Popular de Liberación de Angola], el
presidente Dos Santos, todavía sigue al frente de la República de Angola. En
fin, son las idiosincrasias de los movimientos de liberación africanos.
También en ciertos medios se habla de
que se está conformando una oposición al Frente Polisario, ¿es esto así?
Yo no hablaría de oposición. Hablaría de
que el Frente Polisario -y su propio nombre lo dice- no es un partido sino un
frente donde están todas las corrientes políticas que comparten el mismo
objetivo, que es la liberación del Sahara Occidental. Entre nosotros hay
corrientes de izquierda, de centro, de derecha… pero, por el momento, tenemos
un catalizador común que es liberar el Sahara. Yo no descarto que una vez
liberado tengamos muchísimos partidos políticos. Eso lo contempla, incluso,
nuestra Constitución: que después de la independencia seríamos un sistema
político multipartidista. Actualmente, dentro del frente Polisario sí que hay
diversidad de ideas. Pero oposición estructurada, clara o definida, yo no la he
visto todavía.
¿Cuál es la respuesta que tiene el
Frente Polisario cuando se lo acusa de tribalismo?
No hay que olvidar una cosa: nosotros somos
una sociedad nueva. Antes del colonialismo español, hace menos de un siglo,
vivíamos en el desierto como tribus. Así estábamos estructurados y teníamos
nuestro sistema político. Pero hemos evolucionado de un sistema basado en la
tribu a otro basado en el pueblo (la propia noción de pueblo para nosotros es
nueva). No se puede pasar de la noche a la mañana de un grupo de tribus que
quiere ser pueblo a ser pueblo. Todavía subsisten en la sociedad saharaui,
ideas o tradiciones que corresponden al pasado y que no es fácil borrarlas de
la mente de la gente. Pero de ahí a que eso llegue a tener repercusiones
políticas o que sea la base de un sistema político, de eso sí que no hay nada.
Ya somos un pueblo estructurado, con un solo pensamiento actualmente, que es la
liberación del país donde todos convergemos.
Los mensajes
¿Cuál es su mensaje para la gente
saharaui que vive en los territorios ocupados?
El mensaje para mis compañeros y compañeras
en los territorios ocupados es que tenemos que resistir… tenemos que resistir.
A ellos les corresponde ahora la parte más difícil que es vivir la represión,
las cárceles y la tortura pero su lucha está contribuyendo enormemente en la
aceleración del proceso de liberación del Sáhara Occidental. De ahí mi mensaje
para resistir, a seguir con esa perseverancia que le está haciendo mucho daño
al régimen marroquí. Y que si seguimos, ellos sacrificándose de la manera en que
lo están haciendo y nosotros resistiendo como lo estamos haciendo, seguro que
nuestro esfuerzo colectivo acabará por traernos el logro que tanto añoramos,
que es la independencia del Sahara Occidental lo antes posible.
Le pido ahora un mensaje para el sur:
para América Latina y Caribeña en general y para la Argentina en particular…
Mi mensaje para el sur y, sobre todo, para
Argentina, es que tenéis aquí un pueblo hermano de habla hispana, aislado,
rodeado de gentes que no hablan español. Un país con el que compartís cultura,
tradición, historia… No lo olvidéis. Hagan lo posible para que ese país pueda
jugar el papel que le corresponde en el conjunto de las naciones. Que eso será,
con toda seguridad, un apoyo y un refuerzo a América Latina en el continente
africano.
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