Paco Etxeberria, Francisco Martín (Euskal Fondoa), Eneko Goia y Carlos Beristain. (Gorka RUBIO/ARGAZKI PRESS) |
El doctor en sicología social Carlos Martín
Beristain y el presidente de Aranzadi Paco Etxeberria han presentado hoy en el
Ayuntamiento de Donostia el resultado de nuevas investigaciones realizadas
sobre la vulneración de derechos humanos en el Sahara, en concreto, sobre los
bombardeos contra la población civil saharaui los días 18, 19 y 20 de febrero
de 1976, y la exhumación de cuatro nuevas fosas descubiertas en 2014 y en las
cuales hallaron restos de cinco personas.
‘Los otros vuelos de la muerte. Bombardeos
de población civil en el Sáhara Occidental’ y ‘Saber al fin. Fosas comunes,
desaparición forzada y derecho a la verdad en el Sáhara Occidental’ son dos
piezas fundamentales para comprender el alcance de las vulneraciones de
derechos humanos contra la población saharaui y el manto de silencio con las
que han sido cubiertas. Hoy, los autores de ambas investigaciones, el
presidente de Aranzadi, Pacto Etxeberria, y el doctor en sicología social,
Carlos Martín Beristain, han presentado junto al alcalde de Donostia, Eneko
Goia, y responsables de Euskal Fondoa y el Instituto Hegoa, los resultados de
este trabajo que comenzó con ‘El Oasis de la Memoria’, una recopilación de 261
testimonios que propició el hallazgo en junio de 2013 y, posterior, exhumación
de dos fosas en un lugar desértico de Fadret Leguiaa que contenían los restos de
ocho beduinos, entre ellos dos menores de 14 años, ejecutados el 12 de febrero
de 1976.
En la comparecencia de hoy, Beristain y
Etxeberria han anunciado la aparición de otras cuatro fosas en Río Amgala y
Fadret Budreiga con cinco víctimas en su interior. «Sus fallecimientos se
produjeron algunos con certeza y otros probablemente en febrero de 1976», han
explicado. Una de las personas ha logrado ser identificada mediante prueba
genética. Asimismo, se han recuperado objetos personales y ropas habitualmente
utilizados por la población civil saharaui de la época, y munición de armas de
guerra habitualmente usadas por las tropas marroquíes. En el caso de una de las
víctimas, se he podido determinar, a partir de pruebas forenses y del
testimonio de sus familiares, que murió por causas naturales durante el éxodo
de sus familiares. En otros tres casos se ha acreditado su muerte de forma
violenta, mientras que uno de los cuerpos hallados, correspondiente al de una
mujer, no parece estar relacionado con el conflicto armado.
Además, han documentado el impacto de los
bombardeos de febrero de 1976 en los supervivientes. Esa labor de investigación
toma forma en el libro ‘Los otros vuelos de la muerte’, que, en palabras de
Beristain, «no es una exposición el horror, sino la historia de un pueblo
contada a través de los historiales médicos de las víctimas de esos bombardeos
jamás reconocidos por Marruecos y que constituyen crímenes de guerra».
En mayo de 2014, un equipo médico
coordinado por el jefe de traumatología del Hospital Virgen del Rocío de
Sevilla viajó a los campamentos de Tinduf para recoger las evidencias de estos
ataques aéreos en los supervivientes. «Las personas heridas han sufrido en sus
cuerpos las secuelas de la guerra como una huella imborrable. Son a la vez la
prueba de las atrocidades cometidas y el testimonio de lo que no se puede
olvidar», ha subrayado Beristain.
Disposición de las víctimas
La mayoría de aquellos supervivientes viven
en la wilaya de Dajla, situada a más de tres horas del resto de los campamentos
de Tinduf. «Ese lugar fue construido lejos de Tinduf, porque allí en ese
momento había una base militar en la que aterrizaban aviones del Ejército
argelino y el constante ruido de los aviones generaba pánico y terror en las
víctimas que habían sobrevivido a los bombardeos. Construirlo lejos fue una
manera de proteger a las víctimas de ese recuerdo permanente de lo vivido que
supone volver otra vez al escenario de la pesadilla escuchando el ruido de los
aviones», señala.
Beristain ha remarcado también la
disposición de las víctimas, que «han tenido el valor de exponer su intimidad.
No es fácil dejarse fotografiar las lesiones. Han puesto su intimidad al
servicio del reconocimiento de una historia negada». Critica que «nunca una
organización internacional ni Naciones Unidas han realizado una investigación
sobre estos bombardeos contra la población civil».
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