sábado, 23 de enero de 2010

Yo también soy traidor



Cualquier persona de buena voluntad, no puede quedar impasible ante las injusticias cometidas contra sus semejantes. Por eso hoy me siento muy triste e indignado. Siete personas, seis hombres y una mujer, se encuentran encarcelados en la cárcel de Salé-Rabat esperando ser condenados por un tribunal militar marroquí por “atentado contra la integridad territorial”, “traición a la patria” y “colaboración con el enemigo”. Debo puntualizar que todos ellos son saharauis y que los condenan por haber ido de visita a los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf.

Cuando hablamos del régimen marroquí, tenemos que olvidarnos de hacer análisis con mentalidad occidental. Debemos partir de la base que el rey gobierna ese país como si estuviese en la edad media. Es soberano absoluto de todo lo que acontece en ese territorio.

En Marruecos tienes la categoría de ciudadano mientras te consideres súbdito del rey, de lo contrario, tu suerte siempre será adversa. Por eso no debemos extrañarnos de los acontecimientos que están ocurriendo y que ocurrirán en el vecino país. Sobre todo cuando nos referimos a los saharauis, que ni fueron, ni son, ni serán nunca súbditos del faraón de Rabat.

La integridad territorial que tanto defiende el régimen no tiene ningún valor para el pueblo saharaui. Es más, la obviamos porque no somos marroquies. Si lo que ellos pretenden es que reconozcamos que el Sahara Occidental, nuestro país, es parte de Marruecos van por el camino equivocado. Aunque los voceros del régimen defienden la marroquinidad del Sahara, mienten. Ni la misma comunidad internacional reconoce la soberanía marroquí sobre el territorio y hay cientos de documentos que lo certifican. Las resoluciones de la ONU hablan de territorio no autónomo pendiente de descolonización. Queda claro que la última palabra la tiene el pueblo saharaui, es solo él quien debe decidir su futuro. Ya el Tribunal Internacional lo certificó en 1975, el Sahara Occidental nunca formó parte del reino de Marruecos ni del conjunto mauritano, por lo que nada impide el derecho de autodeterminación de ese pueblo. Y lo más importante es que los saharauis sabemos que en la historia de nuestro pueblo nuestros antepasados nunca rindieron pleitesía a los sultanes de Marruecos. Es lo mismo que decir que nunca fueron vasallos de las diferentes dinastías marroquies, por lo que siguiendo su propia lógica, si no eres súbdito, no eres marroquí.

Dice el gobierno de Marruecos que los siete detenidos en Rabat son traidores a la patria. Los saharauis no nos sentimos marroquíes porque no lo somos. No es nuestro país y lo decimos claramente. Es verdad que amamos profundamente a nuestra patria, el Sahara Occidental. Hemos aceptado realizar todos los sacrificios para lograr vivir en libertad. Por eso acusamos a Marruecos de lo que hace diariamente. Lo acusamos de ocupar nuestro territorio, de construir un muro de más de 2600 kilómetros que divide nuestro país, de perseguir y torturar a nuestros ciudadanos, de encarcelar impunemente a nuestra juventud, de reprimir cualquier acto de protesta, de indocumentar a los activistas pro derechos humanos, de expoliar nuestras riquezas, de trasladar colonos hacia nuestras ciudades, de expulsar a saharauis de renombre internacional, de prohibir la visita de delegaciones internacionales, de no permitir el trabajo de los periodistas no afines al régimen. Son muchas las ilegalidades cometidas por Marruecos en nuestro país y como saharauis amantes de nuestro país y de la libertad, estamos obligados a denunciarlas. Los conceptos utilizados por los marroquíes se contraponen a los nuestros. Mientras los detenidos en Rabat, son considerados traidores por el ocupante, para los saharauis son verdaderos hijos de su pueblo que no han dudado en poner en riesgo su vida para defender los derechos de su pueblo.

En cuanto a la acusación de colaboración con el enemigo, podemos tomarla como una broma pesada, si no fuera un asunto tan serio. Debemos recordar que los siete acusados venían de los campamentos de Tinduf, donde viven los saharauis que tuvieron la suerte de no ser exterminados por las hordas marroquíes en los años setenta del siglo pasado y sus descendientes.

Durante su estancia en los campamentos tuvieron la oportunidad de visitar a diferentes familiares a los que no veían desde hacia años. También pudieron constatar cual era la situación de los ciudadanos saharauis que viven en la inmensidad del desierto, con penurias, pero con la dignidad intacta. Visitaron todos los campamentos donde fueron recibidos como verdaderos héroes y pudieron informar de la situación real de los saharauis en los territorios ocupados. Por supuesto que hablaron de las violaciones que sufren los saharauis por parte del ocupante marroquí, de las cárceles, de las torturas, de todos los males que produce la ocupación. Solo comunicaron a sus compatriotas la realidad que se vive el las ciudades saharauis donde impera la fuerza del invasor.

Soy saharaui y amo profundamente a mi país, el Sahara Occidental. No reconozco al Sahara como parte de Marruecos. Digo públicamente que no soy marroquí y acuso a Marruecos de ser un invasor y violador de los derechos humanos de mi pueblo. Viajo a los campamentos y hablo con mis familiares y amigos. Siempre he considerado que era mi deber como ciudadano saharaui y nunca me he sentido traidor, al contrario, estoy orgulloso de hacerlo. Si eso es un delito, pido que me añadan a la lista de los siete detenidos en Rabat.


Somos miles los” traidores”.



Bachir Ahmed Omar

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