Entrevista al embajador Hach Ahmed, ministro para América Latina de la República Saharaui
LA RAZON (PERÚ) Ricardo Sánchez-Serra *
Se encuentra en Lima, en misión especial, el embajador Hach Ahmed, ministro para América Latina de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), una nación que vive sojuzgada desde hace 35 años por la invasión de Marruecos, bajo vista y paciencia de las Naciones Unidas y la complicidad de Francia y España, este último administrador legal de la última colonia de África.
La gran virtud del embajador Ahmed es su franqueza y claridad con que expone el problema de su país, que el Perú agravó al congelar las relaciones con la RASD, hace algunos años, porque esa acción –que no tiene justificación, ni explicación – le sirvió a Marruecos, como “carta de presentación”, para que otras naciones traten de hacer lo mismo.
Ahmed, en perfecto español, pide que el presidente Alan García restablezca las relaciones con su país “por razones éticas y de justicia”, acordes con el Derecho Internacional. A continuación la entrevista exclusiva con LA RAZÓN:
- ¿A qué se debe su visita al Perú?
Mi visita se enmarca en una gira por América Latina, soy el encargado de estrechar relaciones de la RASD con este continente. La etapa más importante fue nuestra visita junto a la de nuestro presidente Mohamed Abdelaziz a la asunción del presidente José Mujica en Uruguay, en el cual hemos acordado abrir una embajada, con jurisdicción en el Cono Sur. Nuestro propósito es consolidar las relaciones con los países del área, tenemos la intención de redoblar nuestra presencia en el continente: acabamos de abrir nuestra embajada en Nicaragua, en total tenemos seis y pronto abriremos otra en un país del Caribe. Somos un país con identidad latina, aunque estemos ubicados en África. Tenemos la herencia cultural por la presencia colonial española en nuestra nación. Desde la fundación de la RASD hemos estado presentes aquí, aún con todas nuestras dificultades. Hemos venido para asentarnos para siempre en este continente. No es el caso de Marruecos, que descuidó América Latina y ahora viene persiguiéndonos para contrarrestar nuestra presencia diplomática y desde entonces realizan una labor fundamentalmente basada en promesas de inversión, de cooperación, que nunca se llevan a la práctica. Marruecos es un país que carece de recursos, no es un país petrolero como se confunde. Marruecos sólo tiene naranjas y tomates y un poco más. Nosotros estamos seguros que cuando termine este conflicto, muchas embajadas marroquíes van a cerrar, porque este país está abocado hacia el Oriente Medio, África, el sur de Europa y no tiene proyección estratégica hacia este continente. En Lima hemos tenido reuniones con dirigentes políticos, congresistas y gente del Gobierno.
-¿Por qué viene al Perú? ¿Qué espera de nosotros?
El Perú representa un grave precedente para nosotros. Fue el primer país, entre los pocos, que en su momento, por razones extrañas, inexplicables, decidió suspender sus relaciones diplomáticas con el gobierno saharaui, habiendo existido estas relaciones desde principios de los ‘80. Pensamos que fue la consecuencia de un trabajo del lobby marroquí en ciertos círculos de poder en Lima. Se ha hecho incurrir al gobierno democrático, respetable, en una acción nociva, inamistosa, para el pueblo y gobierno saharauis, a tiempo que se recompensó de esa manera a Marruecos, el país agresor, violador de los derechos humanos, trasgresor del Derecho Internacional en el conflicto del Sahara. Tenemos que hacer entender a las autoridades peruanas que nuestra relación no debe ser excluyente, como puede ser el caso de China-Taiwán. En varias capitales del mundo conviven embajadas saharuis con marroquíes. ¿Por qué, entonces, tiene que ser excluyentes? Por eso, no entiendo por qué las autoridades del Perú le han aceptado esa exigencia a Marruecos de todo o nada, siendo el Perú un país respetable, una potencia en este continente. De la misma forma, nosotros no podemos exigir a nadie que tenga o no tenga relaciones con otro país. Marruecos debe respetar los principios de política exterior del Perú. Nosotros creemos que ha habido un error, quizás involuntario, quizás propiciado por un desconocimiento de la realidad del pueblo saharaui y del conflicto que existe con Marruecos. La idea es decirles a nuestros amigos peruanos: “señores, todavía ustedes están a tiempo de corregir ese error, de hacer que las aguas vuelvan a su cauce”. Al invitarles a adoptar esta posición es simplemente invitarles a asociarse al consenso latinoamericano y africano en torno a un problema de descolonización y creo que por razones de prestigio, por razones de credibilidad, el lugar que le corresponde al Perú democrático y moderno, como el de muchas naciones, es apostar por la descolonización, el derecho de los pueblos a la autodeterminación. Nosotros tenemos la esperanza que esto se pueda lograr y creemos que, a través de esta comunicación abierta con el gobierno y representantes de los demás poderes del Perú, se han acumulado los elementos de información, de juicio, suficientes como para que se deduzca que la decisión peruana de suspender nuestras relaciones ha sido errónea, injusta y que no ha estado a la altura del prestigio del Perú. Y, en segundo lugar, les ofrecemos la posibilidad que se corrija esta medida, restableciendo las relaciones diplomáticas con el gobierno saharaui. Nosotros estamos dispuestos a abrir mañana una embajada en Lima, tenemos un presupuesto para abrirla inmediatamente. Lo que se debe permitir es que las dos embajadas funcionen en Lima. El gobierno de Marruecos no tiene el derecho de pedirle a ningún gobierno deje de tener relaciones con otro país, de la misma forma que nosotros, aún teniendo argumentos como que Marruecos ha sido expulsado de la Unión Africana por haber violado sus principios, convirtiéndose en el segundo precedente después del régimen del Apartheid, no le pedimos al gobierno del Perú que deje de tener relaciones con un gobierno prácticamente forajido, un gobierno que está fuera de la legalidad internacional.
- El presidente Alan García simpatiza con la causa del pueblo saharaui y ello se revela en una carta a un entonces presidente peruano solicitando que se reabran las relaciones con la RASD. ¿Qué le pediría usted al presidente García?
Bueno, respetuosamente, que el consejo que le daba al otro presidente se lo dé él mismo, que lo cumpla. Así de sencillo. Es una deducción razonable, lógica ¿no? Si él, en su momento, le había pedido al gobierno del presidente Toledo que restableciera las relaciones diplomáticas con la RASD porque consideraba que era una medida justa, equilibrada, lo razonable es que se aplique la historia y haga lo que al final, pese a su consejo no pudo hacer el gobierno de Toledo. Yo confío en la capacidad del presidente García de distinguir las cuestiones de fondo. El es un gran líder que ha librado grandes batallas, ha sido protagonista de importantes foros en los que estaba de moda la lucha por la independencia de los países africanos, de los movimientos de liberación de los países del Tercer Mundo y sabe que lo que está en juego en la cuestión del Sahara Occidental, es el respeto del derecho de un pueblo a la autodeterminación, un derecho que ha sido usurpado por un acto de fuerza brutal y sabe que el pueblo saharaui es la víctima de este acto de fuerza de la monarquía marroquí. Entonces, por razones de justicia, éticas, de coherencia con los principios de política exterior del Perú, se debe restablecer las relaciones diplomáticas con el gobierno saharaui.
- La posición de la Cancillería peruana es que el conflicto del Sahara Occidental se resuelva en el marco de las Naciones Unidas. ¿Cómo van las rondas de negociaciones en este foro?
La cuestión de las relaciones diplomáticas no se resuelve en las NNUU, es la decisión política de un Estado soberano. El primer día cuando se congela las relaciones con nosotros, no se había seguido la recomendación de ningún foro internacional, fue una decisión propia del Perú.
- Me refería a que el Perú no se pronuncia sobre el conflicto saharaui-marroquí y deja en manos de las NNUU su solución...
Eso al final es un subterfugio para seguir justificando la ausencia de las relaciones diplomáticas con nosotros. Todo el mundo apoya el proceso de paz, entre ellos los 80 países que tienen relaciones diplomáticas con nosotros. Pero esto no es una razón para suspender las relaciones con nosotros, por tanto, romper el statu quo que existía antes de la adopción de este plan de paz para alcanzar una solución pacífica –ya teníamos relaciones diplomáticas con el Perú y con otros países – la mayoría de los países, todos, consideraban que el statu quo era ese y se va a conservar hasta que el proceso de paz culmine con el resultado que sea. Tampoco hay que olvidar que este proceso de paz está estancado, porque Marruecos ha renunciado a sus compromisos y no quiere ir a un referéndum de autodeterminación, porque sencillamente sabe que lo va a perder. Así que alegar que la posición consiste en apoyar los procesos de paz y esperar una solución, eso es prácticamente calcar la postura marroquí. No sé qué gracia tendría esperar a establecer las relaciones diplomáticas con nosotros cuando lo haga Marruecos, conmigo sería un gesto no de gran valor.
*Periodista. Miembro de la Asociación de Prensa Extranjera
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