Informe de la Misión de observadores civiles al Sahara ocupado de primeros de abril de 2010. Ver información sobre los hechos.
*Fuente: Um Draiga
Jueves, 29 de Abril de 2010 16:24 El pasado domingo, 4 de abril, me desplacé a Casablanca (Marruecos), junto con Berta Herranz(1), para recibir a la Delegación de Activistas Saharauis Defensores de Derechos Humanos que, tras su visita a los Campamentos de Refugiados Saharauis en Tinduf (Argelia), regresaban a El Aaiún (Sahara Occidental) vía Argel (Argelia).
Nuestro objetivo era garantizar con nuestra presencia, y en la medida de lo posible, la seguridad del grupo, y evitar los incidentes ocurridos con las delegaciones anteriores. En caso contrario, seríamos testigos de lo que pudiera sucederles e intentaríamos romper el bloqueo informativo de las violaciones de Derechos Humanos cometidas por el Estado marroquí contra la población saharaui.
El lunes, 5 de abril, acudimos al aeropuerto de Casablanca y comprobamos cómo el primer grupo (compuesto por ocho activistas) abandonaba el aeropuerto y se dirigía al tren con destino Rabat (Marruecos).
Los integrantes de este primer grupo eran:
Sidi Mohamed Dadach y Mohamed Elismaili, miembros de CODAPSO(2), Sultana Khaya, Sukaina El Idrissi, Fakka Abdadi y Aajina Albouhan, pertenecientes a FAFESA(3), Najat Khnibila, de la ASVDH(4), y Naama Asfari, de CORELSO(5), que los acompañaba desde Argel procedente de Génova (Italia).
En ningún momento contactamos con ellos para evitar que las autoridades marroquíes nos identificaran y pudieran impedir que acudiéramos a recibir al otro grupo que llegaría por la noche vía Roma (Italia).
Finalmente, y por asuntos personales, Naama Asfari se quedó en el aeropuerto y viajamos con él en tren hasta Rabat. Una vez allí, y en taxi, nos dirigimos a la casa donde nos esperaba el grupo junto con otros activistas y familiares de los presos políticos saharauis de la cárcel de Salé. En el trayecto desde la estación fuimos seguidos por un turismo con agentes de paisano, y ya en ningún momento dejaríamos de estar vigilados.
Enseguida comenzaron a llegar más activistas y estudiantes saharauis de las universidades de las ciudades cercanas que querían dar la bienvenida a la delegación y recibir, de primera mano, información sobre el viaje.
En la madrugada llegó el resto del grupo, compuesto por:
Mahjoub Awlad Cheikh y Hassanna Elwali, del Comité contra la Tortura de Dakhla, Fadah Aghlamenhom, de la ASVDH(3), y Ammailimnine Souiyeh, miembro del Comité de los 15(6).
En la mañana del martes, 6 de abril, Berta y yo, acompañados por Naama Asfari y Said Beilal (líder saharaui estudiantil) regresamos a Casablanca. Said se regresó y nosotros continuamos hasta el aeropuerto para sacar los tres billetes de avión que nos permitirían acompañar a la delegación en su regreso a El Aaiún. En las oficinas de Royal Air Marroc nos dijeron que no quedaban plazas, algo que después comprobamos que no era cierto.
Esperamos a que la delegación llegara al aeropuerto y nos dirigimos en tren a Marraquech. Allí se quedó Naama y nosotros continuamos viaje en autobús hacia El Aiún. A pesar de haber sacado los pasajes con mucha antelación, nos asignaron los asientos junto a la escalera trasera; suponemos que para facilitar el trabajo de los policías que durante el trayecto subieron en dos ocasiones a pedirnos la documentación, única y exclusivamente a nosotros dos.
Tras quince horas de viaje llegamos a El Aaiún a las 10:30 de la mañana del miércoles, 7 de abril. Continuamente vigilados, esperamos en un cafetín a que llegara a buscarnos Hassanna Duihi, representante del Comité de Protección de Presos Saharauis y miembro de la ASVDH(3), y nos dirigimos a su casa, donde nos encontramos con otros activistas.
De ahí, seguidos por la policía, fuimos a casa de Sidi Mohamed Dadach, donde se encontraba toda la delegación y por donde fueron pasando decenas de saharauis; muchos de ellos eran activistas o familiares de presos y desaparecidos. La casa estuvo, en todo momento, vigilada por efectivos de la policía; tanto uniformados como de paisano.
Ahí pudimos conocer, de primera mano, los hechos acontecidos a la llegada de la delegación al aeropuerto de El Aaiún, donde la administración marroquí organizó una auténtica emboscada reuniendo a centenares de ciudadanos marroquíes que atacaron y agredieron a los activistas recién llegados y a los familiares y amigos que habían acudido a recibirles. Todo esto dirigido por policías de paisano y de uniforme, entre los que destacaban los tristemente conocidos torturadores marroquíes: los oficiales Aziz Anouche, y Khaled Baraka. De todo ello fueron testigos varios miembros de la MINURSO (Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum en el Sahara Occidental) que permanecieron impasibles. Al salir del aeropuerto, centenares de marroquíes, que portaban banderas y fotos del rey, comenzaron a golpear al grupo con los palos de las banderas y a escupirles a la cara, insultándolos y lanzando eslóganes a favor de Marruecos. Ya en los coches, la muchedumbre siguió golpeando los vehículos con palos, patadas y piedras, rompiendo varios cristales de los mismos.
Entre los heridos caben destacar: Nguiya Dadach (de 4 años, hija de Sidi Mohamed Dadach), Sultana Khaya, Fakka Abdadi, Mariam Borhimi, Marmada Mohamed Salem Bujari, Hayat Knibila, Ayub Jatari (niño de 4 años de edad), Elgalia Djimi, Bachir Khfaoni, Dafa Sidi Moulod, Mahyub Ualad Cheikh, Hassana Luali, Mailimnin Swayeh, Hmaida Rahmuni, Yehdiha Haimuda y Fatimetu Ismaili.
Ya en la tarde, nos dividimos en dos grupos. Berta partió hacia Bujador (Sahara Occidental) junto con: Hassanna Duihi, Sultana Khaya, Hassanna Aalaya, Hayat Rguibi, Sidahmed Lamjaiyad, Fadah Aghlamenhom, Izana Amaidan, Nguiya Elhawassi, Said Hadad, Brahim Elismaili, Hassanna Elwali, Elmahjioub Awladcheikh, Sidi Haiba Ahbibi, Hassan Dah y Elbachir Khadda.
Yo me dirigí a Smara (Sahara Occidental) con Sidi Mohamed Dadach, Mohamed Elismail, Sukaina El Idrissi, Fakka Abdadi, Aajina Albouhan y el conductor del taxi. Durante todo el trayecto fuimos seguidos por diferentes vehículos y, tras varios y prolongados controles policiales, después de más de cuatro horas de viaje llegamos a Smara. A la entrada de la ciudad, junto al control de policía, nos esperaban varios cientos de colonos marroquíes. La policía los tenía perfectamente organizados sobre la acera, formando un cordón entre ellos y la calzada. Los agentes nos hicieron detener el coche junto a los ahí congregados y en ese momento les dejaron vía libre para que nos rodearan. Primero pidieron mi pasaporte, después el del conductor y finalmente el de los activistas saharauis; en varias ocasiones nos hicieron abrir las puertas y el maletero. De este modo facilitaban las provocaciones y agresiones, tanto verbales como físicas, de los manifestantes y de algunos agentes de paisano.
Fue en este momento cuando contactamos por primera vez con la prensa internacional para dar parte de lo sucedido. También ahí pudimos comprobar lo molesto que resulta la presencia de observadores internacionales, pues muchas de las provocaciones se dirigían a mi persona. Además de los colonos, estaban presentes funcionarios de la ciudad, ciudadanos llevados desde ciudades como Tan Tan y destacados miembros del CORCAS(7) y de la asociación Sahara Marroquí. Estos eran los más beligerantes, pues el resto, a pesar de portar banderas marroquíes y fotos del rey, no mostraban ningún entusiasmo ni convicción por lo que estaban haciendo. Tras más de media hora de hostigamiento y acoso, la policía nos abrió camino y pudimos continuar, siempre vigilados, rumbo a casa de Ahmed Naciri(8). Las calles de acceso y la propia vivienda estaban fuertemente custodiadas pero se nos permitió entrar en ella sin problema, siempre y cuando en la calle no hubiera muestras de celebración.
Allí nos esperaban decenas de saharauis que querían dar la bienvenida a la delegación, mostrarles su apoyo y reconocimiento e intercambiar opiniones sobre lo acontecido durante el viaje a los Campamentos y su regreso. La emotiva recepción, los cánticos, las consignas y la euforia dieron paso a un ambiente más reposado que propiciaba la conversación. Tanto los activistas como yo mismo pudimos dirigirnos a todo el pueblo saharaui a través de la Radio Nacional Saharaui y la RASD-TV para contar lo sucedido y reafirmar nuestro incondicional apoyo a la lucha por el respeto de sus legítimos derechos.
Las visitas se prolongaron hasta la madrugada, y con ellas llegaban desgarradores testimonios de la sistemática política de agresión y de violación marroquí de los Derechos Humanos en el Sahara Occidental.
Parte de los allí presentes nos trasladamos a otra casa, también controlada por agentes secretos, para pasar la noche, y en la mañana siguiente continuaron los encuentros con activistas y víctimas de la represión ejercida por las fuerzas de ocupación marroquíes.
Por las conversaciones telefónicas mantenidas con Berta, pude saber que lo sucedido en su viaje y estancia en Bujador se diferenciaba muy poco de lo vivido por nosotros.
Ya por la tarde, me dirigí con Sidi Mohamed Dadach a la central de taxis para volver a El Aaiún. Junto con nosotros viajarían otros tres saharauis que no conocíamos. El viaje de regreso fue muy similar; prolongados controles de la policía y gendarmería y diferentes coches siguiéndonos.
A la entrada de El Aaiún nos esperaba algo muy parecido a lo sucedido en Smara.
La policía nos retuvo en el control policial para pedirnos, una vez más, la documentación, y de nuevo fuimos acosados por los colonos marroquíes. Al comprobar que habían arrancado la matrícula trasera, el taxista se apeó para solicitar a la policía que interviniera para evitar que siguieran dañando el coche. En ese momento fue agredido por los manifestantes que, ante la pasividad policial, aprovecharon para asomarse al interior del vehículo para seguir insultándonos e intentar golpearnos con los palos de las banderas. Durante más de media hora continuaron insultando, escupiendo, amenazando y golpeando el coche, hasta que, finalmente, cuando a la policía le pareció oportuno, nos abrieron camino y nos permitieron llegar a casa de Dadach; que seguía vigilada por la policía y agentes secretos.
Avisamos a los compañeros procedentes de Bujador de lo que podrían encontrarse y, efectivamente, fue así. Los tres coches en los que viajaban fueron detenidos por la policía justo en frente de donde se encontraban unos 300 colonos que golpeaban y zarandeaban los vehículos, llegando a romper varios cristales de los mismos con piedras y con las banderas marroquíes y fotos que portaban del Rey. La respuesta policial fue exactamente igual que en los casos anteriores. Algunos de los ocupantes de los vehículos que formaban la comitiva fueron obligados a salir del coche, donde sufrieron todo tipo de agresiones por parte de los colonos marroquíes; resultaron especialmente lesionados Sultana Khaya y Sidahmed Lamjaiyad, presidente del CPORN(9). En ese momento, Hassana Duihi fue introducido en un coche policial con destino desconocido.
Yo estaba en casa de Dadach cuando recibí una llamada de Berta para contarme lo sucedido y pedirme que acudiera a la puerta de la Sede del Tribunal de Apelación de El Aaiún; donde se encontraba junto con los activistas para denunciar ante el Procurador del Rey las agresiones recibidas por parte de los colonos y la policía marroquí y, especialmente, la desaparición de Hassanna Duihi.
Antes de llegar a la puerta del Tribunal, el taxista que debía llevarme me obligó a apearme en una calle para mí desconocida. Comprobé, además, que me seguía un agente secreto en moto. Tras varias llamadas a los activistas y gracias a un grupo de niños saharauis que vinieron en mi busca conseguí llegar hasta ellos. Dado que el Procurador no aparecía, se decidió organizar una sentada pacífica y pasar allí la noche a la espera de que nos recibiera. La presencia policial, permanente desde el primer momento, fue aumentando con la llegada de decenas de furgonetas de los grupos de intervención y personal de paisano, pertenecientes a la Policía Judicial, que llegaban en furgones militarizados. El acoso y las provocaciones eran cada vez mayores. Entonces apareció Hassanna Duihi, que había sido trasladado en varios vehículos policiales en los que fue golpeado y torturado hasta que, finalmente, lo abandonaron a 3 Km. de la ciudad. Le habían roto las gafas y presentaba hematomas en los ojos y el resto de la cara.
También se personaron varios abogados saharauis, dos miembros de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos y diferentes activistas saharauis, entre los caben destacar Sidi Mohamed Dadach y Ahmed Sbai, Secretario General del Comité para la Protección de Presos Saharauis. También llegaron numerosos ciudadanos saharauis para mostrar su apoyo y facilitar las condiciones para pasar la noche; trayendo mantas, agua y alimentos.
Algunos agentes se acercaron al grupo para que se dispersara; Duihi, que hacía las veces de portavoz, le dijo a la policía que permaneceríamos ahí de forma pacífica a la espera de que llegara el Procurador.
Decenas de agentes de paisano fueron rodeándonos de forma amenazante, tomándonos fotos y provocándonos, y, mientras continuaba la conversación, un miembro de la Policía Judicial me quitó el móvil de la mano y entre seis o siete me apartaron del grupo. Entre empujones, patadas y puñetazos me arrastraron hacia las afueras de la ciudad, en dirección a Smara. Lo mismo le ocurrió a Berta. Me tiraron al suelo y vi cómo las fuerzas de intervención, cubiertos con cascos y armados con porras, bajaron de siete furgonetas que estaban aparcadas a unos 400 metros del grupo, dirección a Smara, y venían en avalancha para cargar contra los activistas; varios de ellos hicieron mención de golpearnos pero uno de los agentes de paisano les dio el alto y pasaron de largo en dirección hacia los saharauis, contra quienes cargaron de forma sorpresiva, con total brutalidad y sin mediar palabra, dispersándolos con violencia extrema.
Mientras nos sacaban de la ciudad, y continuaban los golpes, insultos y amenazas, otro agente de paisano me arrebató la bandolera con mi documentación, cámara de fotos y efectos personales. A Berta le quitaron la cámara de video y se vio obligada a abandonar en el suelo su mochila con la documentación y todo su equipaje.
Hassanna Duihi salió corriendo en nuestra ayuda, lo que originó una violenta reacción policial y nuevas agresiones contra él.
Cada vez había más agentes de paisano que se sumaban a las agresiones y amenazas. Cuando bajó un poco la tensión nos dijeron, en inglés, que eso nos pasaba por andar apoyando a terroristas. Nosotros les dijimos que éramos observadores españoles, que lo único que habíamos hecho era acompañar a un grupo de saharauis Defensores de los Derechos Humanos y ser testigos de lo sucedido; que habíamos comprobado cómo se comportaban los saharauis y cómo actuaba la policía marroquí contra ellos y que sabíamos que eso les molestaba; les dijimos que ya no teníamos nada más que hacer allí y que nos dejaran ir al hotel.
Finalmente me devolvieron la bandolera, únicamente con mi documentación, y fuimos abandonados al final de la Avenida de Smara. Volvimos en busca de los activistas pero ya no quedaba nadie, tampoco encontramos la mochila de Berta. Sólo quedaba el coche de apoyo que había acompañado a los saharauis. Sin móviles ni saber a quién recurrir, estuvimos vagando durante más de una hora en busca de un lugar donde pasar la noche. En nuestro deambular fuimos seguidos de cerca por varios vehículos policiales, desde los que continuaron los insultos y provocaciones mientras nos tomaban fotos y nos grababan en video.
Cuando ya estábamos próximos a la Avenida de La Meca, nos adelantó un todoterreno que giró rápidamente en una calle; de él bajaron dos activistas saharauis que venían a buscarnos. Según nos explicaron después, una mujer saharaui nos había visto en la calle, nos reconoció y avisó para que fueran en nuestra búsqueda. Después de más de una hora huyendo de la policía, y gracias a diversas artimañas, que no procede detallar aquí, conseguimos llegar a casa de Sidahmed Lamjaiyad. Acudieron varios activistas a interesarse por lo sucedido y ellos mismos consiguieron recuperar la mochila de Berta, que la policía había metido en el coche de apoyo en la Avenida de Smara, junto con las mantas y otros enseres abandonados tras la carga policial.
Tras descansar un poco, y ya en la mañana, fuimos a casa de Duihi, donde habían pasado la noche la mayoría de los activistas agredidos el día anterior.
Entre los numerosos heridos durante la violenta intervención por parte de las fuerzas de seguridad marroquíes, caben destacar: Hassanna Duihi, Sultana Khaya, Elwaara Khaya, Hassanna Aalaya, Hayat Rguibi, Fadah Aghlamenhom, Izana Amaidan, Nguiya Elhawassi, Said Hadad, Moustapha Dah, Saleh Zaigham, Mohamed Rachid Ndour, Mohafadel Khaya, Sidi Haiba Ahbibi, Hassan Dah y Elbachir Khadda.
Desde allí pudimos contactar con nuestros compañeros en España y ponerles al corriente de lo sucedido, pues no habíamos podido hablar con ellos desde la noche anterior.
Tras tomar algunas fotos como prueba gráfica de lo sucedido, conversar un rato con los activistas y obtener más detalles de las agresiones recibidas en la puerta de los Juzgados, tuvimos que marcharnos para retirar nuestros billetes, pues en unas pocas horas debíamos tomar un avión rumbo a Casablanca.
Mientras nos dirigíamos a la agencia de viajes, se nos acercó un agente de paisano y nos preguntó si éramos los españoles a los que la noche anterior nos habían sustraído algunos objetos, pues habían aparecido y la policía nos esperaba en la Comisaría de El Aaiún para devolvérnoslos. Una vez allí, y tras media hora de espera, nos recibió quien dijo ser la máxima autoridad policial. Nos entretuvieron sin motivo alguno hasta el punto que tuvieron que avisar al aeropuerto para que el avión no despegara sin nosotros.
El policía, que dijo no contar con ningún agente que hablara español, nos relató, alternando el inglés y el francés, su versión de los hechos sucedidos el día anterior. Una versión totalmente oficialista, hipócrita, provocadora y falseada. Según nos contó, la intervención policial a la entrada de El Aaiún había sido para proteger a los saharauis frente a las posibles agresiones de un grupo de ciudadanos marroquíes molesto y que no consentía la actitud de los activistas. Acusó a los saharauis de desagradecidos pues, en lugar de apreciar el supuesto apoyo policial recibido, habían decidido seguir provocando ante los Juzgados. También las acciones policiales contra nosotros habrían sido para protegernos. Argumentó que Marruecos era un país democrático, al igual que España, y que los saharauis pueden elegir libremente si marcharse a Argelia, o “lo que ellos llaman R.A.S.D”, o permanecer en Marruecos, y que si ésta era su decisión debían cumplir con la leyes vigentes. Nos trajeron nuestras pertenencias (dos móviles, una cámara de fotos y una de video) y nos dijo que comprobáramos si todo estaba en buen estado. Cuando le dijimos que las tarjetas de las cámaras no eran las nuestras nos preguntó de forma amenazante que si eso suponía algún problema, que él no sabía cómo habían aparecido en comisaría y que él simplemente quería entregarnos, personalmente, lo que nos pertenecía; que no quería problemas con los españoles. Al parecer, la Embajada de España había intervenido, tras ser informada de lo sucedido por varios compañeros nuestros. Lo cierto es que ninguna autoridad española se puso en contacto con nosotros para interesarse por nuestro estado.
Tras firmar un documento en francés, donde reconocíamos haber recibido en perfecto estado nuestras pertenencias, nos hicieron entrega de las mismas y nos condujeron en un coche policial hasta el aeropuerto. Solicitamos insistentemente una copia del documento, pero se negaron a entregárnosla.
En el mostrador de facturación nos dijeron que el vuelo estaba cerrado y que la única alternativa era volar vía Las Palmas. Después de hablar con varios responsables del aeropuerto, accedieron a nuestro embarque exigiéndonos 3.000 dírham (unos 300 euros); nos negamos a pagarlos y finalmente nos dejaron embarcar rumbo a Casablanca.
Una vez más, hemos sido testigos de la farsa del funcionamiento democrático y legal de la administración marroquí.
El Gobierno marroquí, mediante el terror y la violencia, persigue al Pueblo Saharaui por el sólo hecho de reivindicar pacíficamente su legítimo derecho histórico de vivir libremente en su tierra, por no reconocerse ciudadanos del Reino de Marruecos, por ser saharauis.
Queremos denunciar la nueva estrategia de terror, diseñada desde Rabat e instaurada por las autoridades políticas y policiales marroquíes, que utiliza a los colonos como medio de represión hacia los activistas y la población saharaui.
Si finalmente cala en la población marroquí el mensaje oficialista de que sus carencias y falta de posibilidad de progreso son debidas al conflicto del Sahara, la situación se volverá incluso más violenta. Las autoridades marroquíes no buscan otra cosa que desvincularse, ante la opinión internacional, de su papel represor y violador de los Derechos Humanos; algo ya indiscutible. Quieren, por eso, trasladar esa función a los colonos, lo que podría desencadenar en un conflicto civil entre la población saharaui y marroquí muy difícil de controlar y con unas consecuencias imprevisibles. Por esa vía buscan, también, la legitimidad de las fuerzas de ocupación para intervenir ante esos posibles conflictos.
Hemos comprobado, una vez más, que nuestra presencia no garantiza la seguridad de los saharauis, ni evita la represión y las agresiones contra ellos; pero es necesario que, al menos, haya testigos que rompan el bloqueo informativo.
Por eso, hoy es más necesaria que nunca la presencia internacional en los Territorios Saharauis Ocupados por Marruecos; como apoyo moral a los activistas y la población saharaui, como denuncia de las atrocidades cometidas por las fuerzas de ocupación marroquíes y como defensa de la justicia y la legalidad.
Finalmente, queremos agradecer la hospitalidad y dedicación de los compañeros saharauis y el apoyo e interés de todos aquellos que, de una forma u otra, se esforzaron por saber y difundir lo que aconteció durante nuestra estancia en Marruecos y el Sahara Occidental. También recordamos a aquellos que, aún siendo su deber, no mostraron la menor preocupación.
Zaragoza, 26 de abril de 2.010
Rafael Antorrena, miembro de UM DRAIGA Amigos del Pueblo Saharaui en Aragón
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(1) Vinculada a las Comisiones de Derechos Humanos de las Asociaciones de Amistad con el Pueblo Saharaui de Castilla y León.
(2) CODAPSO: Comité de Defensa del Derecho de Autodeterminación del Pueblo del Sahara Occidental.
(3) FAFESA: Foro Futuro para la Mujer Saharaui.
(4) ASVDH: Asociación Saharaui de las Víctimas de Graves Violaciones de los Derechos Humanos cometidas por el Estado marroquí
(5) CORELSO: Comité para el Respeto de las Libertades y de los Derechos Humanos en el Sahara Occidental.
(6) Comité de las 15: formado por las madres de los quince jóvenes secuestrados por las autoridades marroquíes en diciembre del 2005 en El Aaiún y que continúan en paradero desconocido.
(7) CORCAS: Consejo Consultivo Real para Asuntos del Sahara.
(8) Integrante, junto a Ali Salem Tamek, Brahim Dahan, Saleh Lebaihi, Yahdih Ettarouzzi, Rachid Sghayer y Degja Lechgar, de la primera Delegación de Activistas Saharauis Defensores de los Derechos Humanos que viajó a los Campamentos de Refugiados Saharauis en Tinduf (Argelia). A su regreso, el día 8 de octubre de 2009, fueron detenidos por la Policía Judicial marroquí en el aeropuerto de Casablanca. Degja Lechgar fue puesta en libertad provisional por su grave estado de salud. Los demás permanecen en la prisión de Salé (Marruecos), en huelga de hambre desde el 18 de marzo, a la espera de un juicio militar que les puede condenar a la pena de muerte, acusados de "traidores a la patria y enemigos de la integridad territorial marroquí"
(9) CPORN: Comité de Apoyo al Plan de Resolución de Naciones Unidas y la Protección de los Recursos Naturales del Sahara Occidental.
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