Amaidan es un refugiado político saharaui que vive en Francia desde 2003. Ha sido varias veces campeón de Marruecos en cross y el próximo domingo correrá invitado en la 10K Zaragoza.
Heraldo de Aragón ALBERTO SIERRA. ZARAGOZA
La vida de Salah Amaidan es una carrera de fondo plagada de obstáculos que superar. El destino le regaló nacer en El Aaiun en 1982, en pleno Sáhara Occidental. La zona fue en tiempos una colonia española, pero desde 1976 es territorio ocupado por Marruecos. Desde entonces y como sucede en muchas partes del mundo con conflictos similares, existen los opresores y los oprimidos. Las creencias de Salah le guiaron por el camino de los oprimidos, aunque antes de eso eligió ser atleta. Por ambos motivos estará el domingo en la 10k Zaragoza como invitado.
Por las calles de la capital aragonesa correrán más de 1.500 atletas. Casi el cien por cien lo hará por puro placer, por el simple hecho de practicar deporte, pero Salah lo viene haciendo por un motivo más profundo: "Para mí es un deber y una responsabilidad que me ha dado Dios para transmitir el mensaje de un pueblo oprimido que sufre la ocupación". El norteafricano se agarra al atletismo para que su causa sea escuchada, para que su patria sea algún día libre. "Creo que el deporte es más honorable que la política. El deporte está más cerca del corazón de las personas", señala.
Salah Amaidan dio sus primeras zancadas en un centro de alto rendimiento en Rabat. En 1997 se lesionó y tuvo que regresar a su lugar de nacimiento durante ocho meses, lo que tardo en volver a ser reclutado en Rabat por sus buenos resultados.
El año 1998 marcó el principio de su implicación política y en 1999, tras pasar el verano con su familia, participó activamente en la gran huelga de octubre, La Primera Intifada. El resultado para él fue 17 días de cárcel junto a más de un millar de compatriotas. Fue liberado bajo la presión de deportistas y del presidente de la Federación Saharaui de Atletismo.
Su palmarés deportivo es brillante: ha sido tres veces campeón de Marruecos en campo a través, subcampeón de África en 5.000 metros, y de Marruecos en 3.000 m. En lo que va de 2010, ha conseguido la victoria en la carrera de montaña de la isla de Elba (Italia), en la prueba de 5 kilómetros del Sáhara Maratón y en las carreras francesas sobre asfalto de Avignon y Route Chateauneuf-de-gadag. Su trayectoria como mediofondista sufrió un golpe en 2003 del que todavía perduran las consecuencias. El equipo marroquí disputaba una competición el la localidad francesa de Agde. Salah se hizo con el triunfo, pero su forma de cruzar la línea de meta le condenó, hasta el momento, a vivir alejado del norte de África, de su Sáhara Occidental, de su casa.
Restaban 200 metros para la línea de meta y Salah desplegó la bandera del que para él es su país, la República Árabe Saharaui Democrática. El acto fue tomado como una terrible ofensa en Marruecos y su persona se puso en el punto de mira del régimen del rey Mohamed VI, lo que le obligó a pedir asilo político a la policía francesa. Desde entonces, continúa su carrera profesional con tarjeta federativa francesa, pero bajo los colores del Sáhara Occidental y lejos de su tierra.
Siete años alejado de su tierra
Esta cuestión, pese a que sus marcas son completamente válidas, le impide participar en campeonatos nacionales e internacionales.. La IAAF (Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo) considera que sigue siendo un corredor marroquí.
Salah regresó hace unos meses al lugar al que ama. Siete años habían pasado desde que lo abandonó. Fue algo efímero: cinco días gracias a un viaje auspiciado por la ONU. No fue fácil regresar a un lugar en el que vivió tres intentos de asesinato y en el que sus seres queridos han sufrido situaciones personales complicadas. Desde mañana estará en Zaragoza. Allí trasladará su mensaje como mejor sabe. Corriendo. "Conozco Zaragoza. Ya disputé una carrera allí y siento un gran amor por el pueblo español, que se posiciona mucho a favor de la causa saharaui", explica.
Su sueño más inmediato pasa por competir en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 con los colores que lleva en el corazón. Salah Amaidan todavía anhela el que para él sería su gran triunfo: "El mejor campeonato que podría ganar sería ver la independencia del Sáhara Occidental y el fin de la brutal ocupación".
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