La presencia de Miguel Ángel Moratinos en Argel, desarrollando una diplomacia paralela a la de su sucesora en el Ministerio de Asuntos Exteriores, una diplomacia bautizada por funcionarios españoles como “diplomacia Moratrino” (una mezcla de la experiencia del ex ministro de Asuntos Exteriores, con la ingenuidad y el buenismo de Trinidad Jiménez), ha complicado aun más, la posición española sobre el conflicto del Sahara Occidental, sumido treinta y cinco años después de la histórica Marcha Verde, en la peor crisis desde la precipitada salida de España en el inicio de la pre transición a la democracia.
El actual Gobierno que, aunque no lo diga claramente, se ha inclinado por la posición de Rabat y por su proyecto de una amplia autonomía para el Sahara, se encuentra maniatado por las presiones de Marruecos, que juega con lo que ellos llaman “territorios ocupados de Ceuta, Melilla” y las “Chafarinas” y, por criterios económicos y de colaboración antiterrorista, y también, por las presiones de Argelia, el principal valedor y apoyo internacional del Frente POLISARIO.
El Gobierno argelino, a su vez, juega con el español con la fuerza que le da ser el principal suministrador de gas. En la actualidad el 28 por ciento de todo el gas que se importa en nuestro país procede de Argelia, y dentro de poco, cuando esté plenamente operativo, del nuevo gaseoducto Medgaz de Argelia a la Península, más del cincuenta por ciento. Y también con la fuerza que para Argel ha supuesto el triunfo en el Tribunal de Paris del laudo arbitral de su empresa estatal Sonotrach mediante el cual los precios del gas que se suministra a España, subirán un treinta por ciento, incluso con efectos retroactivos con lo que la empresa española Gas Natural tendrá que pagar por los atrasos del 2007 al 2009 mil quinientos millones de euros, mucho más que los beneficios que tiene la empresa española.
Una subida del treinta por ciento en el nuevo precio del gas argelino que entraría en vigor en el 2012, un año de elecciones generales podría suponer, según los expertos, un aumento del coste de la luz del diez por ciento.
Sometido a estas dos presiones, la de Rabat y la de Argel, el presidente del Gobierno parece haberse inventado la “diplomacia Moratrino” que es un intento de ayudar a Trinidad Jiménez que, a pesar de su experiencia como antigua secretaria de Relaciones Internacionales del PSOE y como ex secretaria de Estado de Cooperación, no parece que, ni por formación, ni por experiencia exterior, esté preparada para desenvolverse en un mundo donde los idiomas, el conocimiento de los líderes internacionales, la agenda personal y el prestigio en la materia, juegan un papel fundamental.
El que la “Intifada saharaui“, le haya cogido en el sitio menos adecuado, en Quito visitando en un hospital a Evo Morales y, llevando como regalo un jamón de jabugo, quizás para recordar las próximas fiestas Navideñas, y en el momento más inoportuno, con su ministerio volcado en Marruecos y, en las consecuencias que para el futuro pueden tener los graves incidentes de El Aaiún, han contribuido a que su estreno como responsable de la política exterior española, no haya sido especialmente brillante, y haya tenido que ser complementado con la misión de última hora de Moratinos a Argelia.
Tampoco puede decirse que haya sido brillante su reacción y sus declaraciones ante el conflicto, evitando cuidadosamente molestar a Marruecos y negándose no solo a calificar los incidentes (“muy graves” ha dicho el ministro francés de Asuntos Exteriores Bernard Koucher, uno de los principales aliados de la política desarrollada por Mohamed VI), sino a hacer pública la mínima condena sobre el uso de la fuerza en el desalojo del campamento cercano a El Aaiún o pedir una investigación imparcial de lo que realmente ha pasado.
PS.- ¿Cuál va a ser la reacción del Gobierno español ante las noticias de que el ciudadano español de origen saharaui, Baby Hamday Buyema, ha sido asesinado, según sus familiares que viven en Alicante por las fuerzas de seguridad marroquíes durante los incidentes que se vienen produciendo en el Sahara desde el pasado lunes?
¿Podrá discutirse en el Parlamento, cosa que ha sido imposible hasta ahora, cuál es la posición española sobre los incidentes y sobre el estado actual del conflicto en el que queramos o no, tenemos alguna responsabilidad?
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