Descargas eléctricas, violaciones con palos, simulaciones de ahogamientos, palizas, insultos, falta de atención médica: el rosario de barbaridades es el propio de un campo de concentración nazi. Pero según los abogados de los 19 presos saharauis que esperan en Sale juicio militar, es lo que éstos han sufrido en sus carnes desde que fueron detenidos por su relación, de un modo u otro, con el campamento Gdeim Izik. El Colectivo de Defensores de Derechos Humanos Saharauis, CODESA, exige la apertura de una investigación sobre todas esta violaciones y detener el enjuiciamiento militar.
"Te atan un palo a la espalda con los brazos abiertos y te cuelgan del techo. También te queman la piel con cigarrillos, te meten botellas de coca cola por el ano". Con explicaciones como esta bajo el brazo han salido los abogados Arguibe La Habieb y Basil Hammad, pertenecientes al Colegio de Agadir, de la prisión de Sale, donde permanecen encarcelados sus representados, a la espera de que vuelvan a señalar fecha para la vista, una vez culmine la fase de instrucción, ante el magistrado del Tribunal Militar de Rabat.
Según asegura CODESA, los detenidos han sufrido sistemáticamente diversos tipos de torturas y violaciones de los derechos humanos por parte de la policía tanto durante su detención como durante su reclusión, bajo responsabilidad ya de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias.
El relato de los abogados, uno por uno, es estremecedor: "Mohamed Embachir, detenido el 19 de Noviembre, permaneció en la Comisaría de El Aaiun largo tiempo con los ojos vendados, esposado y sin ropa; antes de ser llevado a la Comisaría, durante el interrogatorio, fue violado con un objeto metálico que introdujeron en su recto, sufrió descargas de electricidad, especialmente en las uñas de las manos y los pies, todo ello acompañado de insultos, privación de sueño y alimentación.Los abogados aseguran que debido a la violación sufrida Elbachir continúa sangrando abundantemente".
Abdallah Lekhfaoini, miembro de la Comisión de Negociación del Campamento, llegó a perder la conciencia durante el interrogatorio; Zaoui Elhoucein, también de esa Comisión, tiene dificultades para mantener el equilibrio y articular palabra como consecuencia de la tortura; Abdallah Toubali tiene “marcas visibles en todo el cuerpo, especialmente en la cabeaza”; Hassan Dah, que sufre complicaciones graves en todo el cuerpo por atrocidades similares fue acusado por los agentes del servicio de secreto marroquí “de ser el corresponsal de la radio y la televisión del Frente Polisario y la persona que les informaba sobre el campamento Gdeim Izik”, que nunca pisó; Daish Daf, Mohammed Al-Ayoubi, Abdeljalil Laaroussi, Mohamed Bourial, Cheikh Banga, Mohammed Bani, Taki Elmachdoufi, Sidi Abdallah, todos relatan prácticas similares.
Ennaama Asfari, licenciado en Derecho Público Internacional y Presidente de la Comisión para la defensa de los derechos humanos en el Sahara Occidental con sede en Francia no sufrió, al parecer, torturas, pero sí malos tratos desde su detención el mismo día que desmantelaron el campamento, al igual que Ahmed Sbai, Mohamed Tahlil, Bachir Khadda, Abdel Rahman o Mohamed Lamin, cuya detención, en opinión de los activistas saharauis, puede ser debida a que el 20 de noviembre tenía previsto reunirse con dos doctoras belgas, Marie-Jeanne Wuidar y Ann Collier, quienes habían viajado hasta El Aaiun para visitar algunas de las víctimas de la represión; ambas fueron expulsadas del territorio y Lamin, detenido.
Lo que CODESA quiere destacar es que todos de un modo u otro han sido sometidos a malos tratos, torturas y violaciones en la sede de Dirección de Vigilancia del Territorio (DST) y en su mayoría fueron detenidos por paramilitares armados y enmascarados; después, todos han sido obligados siempre a firmar o poner su huella en los informes de la policía judicial “con los ojos vendados sin poder leer, ver o escuchar lo que decían”; la mayoría compareció descalza y gravemente heridos ante la Fiscalía General del Tribunal de Apelación del Aaiun o del Juez del Tribunal Militar de Rabat, y siguen sufriendo los efectos de todo lo que padecieron sin recibir tratamiento médico en la cárcel.
No mejoran, claro, las cosas en la prisión. Además de no recibir esa atención médica las autoridades, según la denuncia de los abogados defensores, incumplen todas las normas sobre los derechos de los presos sobre la pertenencia de efectos personales, los registros, el aislamiento o las visitas.
Además de exigir una investigación sobre las torturas, CODESA pide que sean enjuiciados sus ejecutores y, más allá de eso, que se detengan los procesos militares a civiles.
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