Con la caída del régimen de Hosni Mubarak por parte de los manifestantes egipcios de la plaza Tharir y el inicio de un proceso de reformas democráticas que llevará a cabo el nuevo Gobierno que salga de las urnas, se abre una nueva página en la historia del magreb y Oriente Medio que debe concluir con la instauración de una democracia donde la separación de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial debe ser una realidad que garantice la transparencia y el buen gobierno que exige la sociedad civil egipcia.
Ha fracasado la política exterior norteamericana y europea que sostenía dictaduras corruptas para frenar el avance del extremismo religioso que quería imponer un Estado totalitario basado en la intolerancia y la coacción de la libertad individual y colectiva. La sociedad civil árabe ha avanzado gracias a las nuevas tecnologías como Internet que han ayudado al surgimiento de una nueva generación que pide cambios democráticos y sociales con menos ingerencia desde el exterior, una ingerencia que ha ayudado a crear una opinión de que las sociedades árabes y musulmanas son incompatibles con los valores de la libertad por los cuales han luchado millones de europeos, americanos, asiáticos y africanos.
Los hechos vuelven a desmentir a Samuel Huntington y su teoría del Choque de Civilizaciones en la que afirma, que el modelo democrático no es aplicable a los países musulmanes que se extienden desde el Atlántico hasta el Indico. Turquía con la llegada del partido islamista moderado Justicia y Desarrollo al Gobierno, demostró a la Unión Europea que el Islam puede gobernar y convivir respetando la tradición y modernidad apostando por un Estado laico donde el respeto a la diferencia es compatible con las creencias religiosas.
La caída de la Torres Gemelas, los atentados de Madrid y Londres marcaron y condicionaron la agenda internacional al dar prioridad a la lucha contra el terrorismo centrando todos los esfuerzos en el tema de la seguridad mundial y el desafío que supone la internacionalización del fenómeno terrorista; bajo este paraguas muchas dictaduras del norte de África y Oriente Medio aprovecharon la situación para liquidar cualquier resquicio de libertad aniquilando a la oposición democrática ya sea del signo religioso e ideológico que sea. En el caso de Túnez el partido gobernante del derrocado dictador Zein Abidin Ben Ali al igual que el partido del derrocado Hosni Mubarak eran miembros de la Internacional Socialista y desempeñaban el papel de interlocutores moderados en la región del Mediterráneo, recibiendo de parte de Estados Unidos y Europa importantes ayudas destinadas al desarrollo. Los dos dictadores derrocados por sus pueblos mediante protestas pacíficas que tienen en común su origen en la falta de trabajo, la corrupción, el abuso de poder, el clientelismo y la represión; hoy representan los símbolos de una política fracasada, basada en la seguridad y los intereses económicos sin tener en cuenta las libertades civiles, los derechos humanos, el pluralismo y la democracia.
La autocracia es una amenaza para la democracia y jamás puede garantizar el respeto de los valores democráticos, porque la autocracia es un sistema dictatorial que se basa en el poder absoluto con un desprecio claro al diálogo y el acuerdo. El pasado mes de noviembre vimos como Marruecos desalojó a la fuerza a más de 20 mil saharauis congregados en el campamento de Gdeim Izik a las afueras de El Aaiún, ejerciendo el uso de la violencia de forma desproporcionada e ignorando el diálogo como vía de solución y acuerdo. El Consejo de Seguridad reunido a propuesta de México sólo deploró los hechos acaecidos durante el desalojo pero en ningún momento condenó lo sucedido, Francia un país democrático con una sociedad civil plural vetó a la Misión de las Naciones Unidas en el Sáhara Occidental la posibilidad de tener competencia para vigilar los derechos humanos en el territorio y así de esta forma tan dolorosa se cerró la crisis del campamento de la dignidad saharaui. En cambio en el Cairo hemos visto como el ejército respetó a los manifestantes de la plaza Tharir y obligó a Mubarak a escuchar el clamor del pueblo egipcio ante el titubeo permanente de Europa y su falta de voluntad para posicionarse a favor de los manifestantes que pedían el fin de la dictadura y el inicio de reformas que garanticen el nacimiento de un Estado democrático. Esta postura no ayudará en la democratización de estos pueblos y muchos ciudadanos árabes amantes de la libertad verán que los gobiernos europeos se comportan de forma egoísta y no son consecuentes con el sistema político que defienden.
Ha llegado el momento de cambiar la agenda de los intereses, por la agenda de la democracia, ayudando a crear las condiciones que permitan el nacimiento de una nueva sociedad que comparta los valores democráticos, simplificando la importancia que se le da a la religión y el choque cultural que han sido el caldo de cultivo utilizado por un sistema político para seguir reprimiendo y doblegando a la opinión pública, cuando esta solo pide lo que todos anhelamos y es compartir un mundo donde los derechos humanos y la democracia sean los elementos que nos unan para desactivar a los fanáticos y dictadores que el nombre de la religión y la seguridad han cometido barbaridades.
Ali Salem Iselmu, periodista y escritor saharaui.
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