La
situación del Sahara es impresentable, y la idea de que los saharauis puedan
volver a la guerra es en estos momentos muy peligrosa porque inmediatamente
caería sobre ellos la etiqueta de terroristas, y hasta se atreverán a
relacionarlos con Al Qaeda para justificar cualquier acción brutal que se tome
contra ellos. Una acción bélica suya es precisamente lo que esperan para
aplastar de una vez por todas al pueblo saharaui. ¿No se ha hecho en
Afganistán? Si Marruecos fuese una democracia no sería tan fácil para las potencias
controlar las materias primas de la zona, porque a esas grandes compañías y a
esos poderosos gobiernos les resulta mucho más fácil controlar el petróleo de
los Emiratos Árabes que el que es propiedad de Noruega en el Mar del Norte. El
probable petróleo del Sahara, el seguro gas natural, la riqueza de sus
pesquerías y la existencia de los fosfatos de Bu-Craa no juegan precisamente a
favor de que el conflicto se resuelva a favor de los saharauis. A España sólo
le quedaría la dignidad de presionar para que no se sigan amontonando planes
inservibles (Pérez de Cuéllar, James Baker). Pero ni siquiera eso hará,
mientras nos montan un nuevo capítulo de la película de Gibraltar. Qué
vergüenza.