lunes, 18 de junio de 2012

Los periodistas Yolanda Sobero y Ali Salem Iselmu en la Sede de la UA de Alicante

Organizada conjuntamente por la Asociación DAJLA y la Universidad de Alicante, ayer día 15, tuvo lugar la Conferencia ”Los medios de Comunicación y el Conflicto saharaui” en la que los periodistas Yolanda Sobero y Ali Salem Iselmu analizaron, cada uno desde su posición,  el comportamiento de los medios de comunicación ante un conflicto que se alarga ya 37 años.
Fueron presentados por Leonor Maldonado, licenciada y profesora jubilida de Historia en la UA y vicepresidenta de la asociación, que hizo un breve resumen de las trayectorias de los dos participantes.
Comenzó Iselmu proyectando un  interesante Power Point en el que se hacía  un resumen desde los inicios del conflicto hasta la actualidad. para, a continuación, hacer su exposición hablando de la Primavera árabe que para él, tiene su inicio en una insólita decisión de los saharauis residentes el Aaiun ocupado al crear en menos de una semana un campamento a las afueras de la ciudad, con mas de 20.000 jaimas, como protesta pacifica por las innumerables violaciones de los derechos humanos  y  las condiciones infrahumanas de su vida diaria, siempre amenazados por los colonos y las fuerzas de represión marroquíes. El durísimo desmantelamiento de dicho campamento por parte del ejercito tuvo repercusión entre la población de otros países árabes que, encabezados por Tunez, ha convulsionado a sus sociedades propiciando la caída de los regimenes totalitarios que ya conocemos, en algún caso como el de Libia y el actual de Siria, con gran derramamiento de sangre en la población. Hizo hincapié en lo escasamente críticos que  había sido  la prensa con todo lo referente al movimiento en Marruecos.
Yolanda Sobero nos expuso su experiencia de 30 años de periodismo  dentro de TVE y manifestó su frustración al constatar que aun sigue existiendo una gran ignorancia, no solo entre el pueblo en general, si no en medios profesionales y culturales de todo lo relacionado con el conflicto saharaui. Apuntó su creencia de que más que una conspiración de los medios de comunicación, lo que  hay es una desidia dentro de la profesión ante lo complejo,  incomodo, y largo que resulta el l mismo. Manifestó que todo lo que ella había decidido hacer sobre el Sahara lo había podido realizar,  aunque reconoció que  no haberlo hecho le hubiera resultado más “cómodo”.
Habló del doble rasero con el que se mide toda noticia proveniente del Sahara cuando se pretende que estas estén contrastadas y no se exige lo mismo para la otra parte o en otros asuntos internacionales.
Compartió con nosotros  su experiencia durante el rodaje de su ultimo reportaje “Voces y Silencios del Sahara” y la relación con las autoridades  marroquíes, las dificultades puestas a un rodaje  previamente  autorizado, la vigilancia, la presión y el control lo que corroboraba la falta de libertades existente en el Sahara Occidental ocupado.
Finalizó, animando a los asistentes  a seguir en la lucha porque, a pesar de todo, es un milagro que después de 37 años aun se estuviera hablando del Sahara.
SÁHARA OCCIDENTAL: MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y PRIMAVERA ÁRABE.
Cuando fue atacado el campamento saharaui de Agdayem Izik por parte de Marruecos los días 8 y 9 de noviembre de 2010, muchos creyeron que esa protesta pacífica iba a ser sofocada y acallada, y que las dictaduras con apoyo y sostén desde el exterior podían seguir reprimiendo a la población civil ante la complicidad de la comunidad internacional enfrascada en la lucha contra el terrorismo internacional y la defensa de unos regimenes colaboradores y garantes de la estabilidad y a la vez  represores de sus pueblos.
A principios de 2011 vimos como el tunecino Mohamed Bouazizi  se quemaba a lo bonzo pidiendo justicia y libertad como lo hicieron los saharauis en Agdayem Izik, pero la acción de Bouazizi supuso el fin de la dictadura de Zein Abidin bin Ali en Túnez y ambos hechos fueron el comienzo de las revueltas en varios países árabes y la caída de varios dictadores que hasta ayer eran demócratas recibidos con altos honores en muchas cancillerías.
Antes de buscar una solución política, acorde al derecho internacional al largo conflicto del Sáhara Occidental, debemos de permitir a la población recuperar sus derechos fundamentales acabando con la tortura, el asesinato, los juicios arbitrarios, la expulsión permanente de observadores internacionales y el control de la Misión de la ONU por parte de Marruecos en el Aaiún, incapaz hasta la fecha de hoy de tener contacto y obtener información de la población saharaui que se enfrenta a una situación de asedio y control por parte del ejercito marroquí.
El eurodiputado Willy Meyer fue expulsado del Aaiún el año pasado al igual que muchos políticos y activistas que querían romper el bloqueo impuesto al territorio; mientras Christopher Ross Representante Especial del Secretario General de la ONU, manifestó su deseo de visitar la región y saber directamente la situación que se vive en el Sáhara Occidental, inmediatamente Marruecos tacho su papel de mediador de parcial y pidió su renuncia, porque Ross quería indagar y desbloquear el contencioso buscando una solución que tenga en cuenta la situación en la que se encuentra la población saharaui.
La primavera árabe ha servido para desenmascarar a muchas dictaduras que se han mantenido con el juego de los intereses económicos y políticos, pero en el fondo estos sistemas totalitarios y militarizados que reprimían a sangre y fuego a sus pueblos y celebraban elecciones fraudulentas tergiversando el sentir democrático de cada ciudadano que veía que en otros países era tratado como un ciudadano y no súbdito de un sistema donde el dictador es la máxima autoridad del país y es inviolable e incuestionable por parte de cualquier institución y del propio pueblo. Marruecos sufrió al igual que muchos países árabes su particular primavera que ha dado como vencedor al partido islamista de Justicia y desarrollo que gobierna en minoría un país donde el monarca no reina sino gobierna y las principales cuestiones que afectan a Marruecos como el desempleo, la pobreza, la falta de libertad en los medios de comunicación y la propaganda equivocada y contradictoria en el conflicto del Sáhara Occidental no han cambiado a pesar de los grandes cambios que ha sufrido la región y la reivindicación del movimiento 20 de febrero que ha hecho manifestaciones por todo el país cuestionando el rol de la monarquía y pidiendo mayores cuotas de libertad.
Marruecos sigue aferrado al esquema de la guerra fría usando el conflicto del Sáhara como amenaza permanente para el país y negando su estatus de ocupante ilegal de un territorio cuya soberanía a fecha de hoy no le reconoce ni siquiera Francia su principal valedor a nivel internacional, que nunca ha dudado en usar el derecho al veto para mantener las violaciones de los derechos humanos que vienen sucediendo desde 1975 hasta hoy.
Cuando hablamos de la Primavera Árabe, no podemos olvidar la intervención de la OTAN en Libia y la campaña de bombardeos que  llevó a cabo la aviación francesa para derrocar a Gadafi y permitir el triunfo de los rebeldes reconociéndoles como gobierno legítimo, un escenario parecido ocurrió en Bahrein con la ocupación militar de Arabia Saudí para mantener en el poder a la actual familia real de ese pequeño reino,  frente a una mayoría de la población que ha pedido y exigido el fin de una monarquía que reprime y margina a la mayoría chií que vive en el país. A pesar de la injerencia interesada desde el exterior la mayoría de los pueblos del norte de África y oriente medio reclaman derechos humanos, libertades civiles y el fin de los regimenes y sátrapas que han gobernado con una mano de hierro durante décadas.
En la medida en que los derechos humanos y el sistema democrático se vayan consolidando en la región, Marruecos tendrá que abrir al mundo su mayor cárcel, la cárcel de la ocupación y el silencio que sufre el territorio del Sáhara Occidental; la ONU como organización sabe que mientras persista la situación actual no habrá solución, porque la solución nace en las instituciones de un Estado democrático capaz de negociar y reconocer los derechos del pueblo saharaui sobre su tierra.
En este sentido los medios de comunicación deben tener un papel relevante a la hora de abordar el tema del Sáhara, un tema silenciado por parte de Marruecos y que no figura en la actualidad internacional a pesar del asesinato y entierro ilegal de Said Dambar, el asesinato de Hamdi Tarfaui , la huelga de hambre de Kaziza Lefkir que lleva más de dos semanas frente a la embajada de Marruecos en Madrid, los sucesos de Dajla que apenas salieron en los periódicos y que ocurrieron el año pasado. Todos los días ocurre algo en el Sáhara pero los medios apenas lo recogen y Marruecos se esfuerza en ocultarlo, parece que tienen que morir muchos saharauis para que el conflicto pueda volver a ser portada de algún periódico.
Con los años nos vamos acostumbrando a buscar la información en los portales de Internet que buscan fuentes de información alternativa, gracias al trabajo de los activistas de derechos humanos que intentan romper la censura documentando cada manifestación, detención, juicio y asesinato que ocurre en el territorio.
Cuando un pueblo vive sitiado y controlado, el papel del informador es buscar la verdad y contarla, contar esa verdad silenciada y reprimida por un filtro censor que quiere ofrecer una imagen diferente de lo que sucede todos los días delante de los ojos de la Minurso, incapaz de denunciar el miedo y el silencio que se respira en cada calle y ciudad saharaui tomada y controlada por la fuerza.  
Resultado  de ese miedo y silencio nació Gdeim Izik que fue la primera protesta que estalló en el norte de África fruto de años de represión y desesperación de un pueblo que sigue buscando su propia primavera, una primavera que le permita ver el fin de la impunidad que equipara a la victima con el verdugo, al agresor con el agredido y que haga que las resoluciones internacionales se traduzcan en cuotas de libertad y respeto y no en ese juego inútil que nos lleva a la prorroga indefinida de un problema cuya única solución es la libertad de elegir y decidir en una urna el destino de un pueblo como el pueblo saharaui que ha hecho innumerables sacrificios en aras de consolidar la paz y la convivencia.  
Ali Salem Iselmu. Periodista y escritor.