Rabuni (Argelia), 9 de agosto
de 2012 (EFE).- La oficina de la ONU para el Sáhara Occidental en Tinduf
(Argelia) considera que no hay motivos para que los empleados extranjeros que
Naciones Unidas tiene trabajando en los campamentos saharauis sean evacuados
por motivos de seguridad.
El jefe de la Misión de la ONU
para el Referéndum en el Sahara Occidental (Minurso), Omar Bachir Manis,
trasmitió este mensaje durante la reunión que anoche mantuvo con los
cooperantes españoles que visitan los campamentos de refugiados en respuesta a
la decisión del Gobierno español de repatriar a los voluntarios de Tinduf
debido a una amenaza de secuestro inminente.
Manis no quiso enjuiciar la
medida tomada por el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel
García-Margallo.
"Nosotros seguimos
trabajando aquí", señaló el responsable de la ONU durante la sesión de
trabajo con presencia de medios de comunicación celebrada en la oficina del
Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) en el campamento
de Rabuni, a unos 25
kilómetros de Tinduf, al suroeste de Argelia.
Naciones Unidas cuenta con 23
cooperantes extranjeros en los campamentos, que trabajan para la Minurso, Acnur
y el Programa Mundial de Alimentos.
Según Manis, cuando el
Gobierno español les comunicó a final de julio que iba a repatriar a los
cooperantes, la orden que se dio al personal de la ONU fue "quedarse en
casa durante tres días y evitar desplazamientos", con el fin de "dar
tiempo a buscar una solución".
"Nos reunimos con los
saharauis para estudiar medidas extra de seguridad. Pasados los tres días, las
actividades volvieron a la normalidad", explicó.
Manis recordó que desde el
atentado que hubo en Irak contra la sede de la ONU en agosto de 2003, en el que
murieron 22 personas, la seguridad de la plantilla es una "prioridad
alta".
El responsable de la Minurso
en Tinduf reconoció que el secuestro de los cooperantes españoles Enric
Gonyalons y Ainhoa Fernández de Rincón y de la italiana Rossella Urru el pasado
22 de octubre supuso un "punto de inflexión" en los campamentos
después de muchos años en los que "la tranquilidad fue habitual" en
la zona.
Este secuestro dio pie a
establecer un trabajo conjunto para reforzar la seguridad de los cooperantes y
la puesta en práctica de una serie de medidas, apuntó.
"Sobre ese documento
hemos trabajo juntos", dijo Manis respecto al comité de seguimiento
integrado por la Minurso, las agencias de la ONU, las autoridades saharauis y
la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid), que
ahora ya no está presente en Tinduf.
Admitió que las medidas de
vigilancia adoptadas obligará a que haya un mayor control de los movimientos de
quienes vienen de fuera a pasar unos días alojados con las familias saharauis.
Manis, de origen sudanés,
lleva dos años en Tinduf al frente de la Minurso, cuya meta es desde 1991
tratar de organizar un referéndum en el Sáhara Occidental para hacer cumplir el
derecho de autodeterminación del pueblo saharaui.
EL PAIS ELSA G. DE BLAS | ENVIADA ESPECIAL Tinduf 9
AGO 2012 -
Para muchos de los cooperantes
que integran la delegación española que ha viajado a los campamentos saharauis
de Tinduf (Argelia) desoyendo la advertencia del Ministerio de Exteriores, las
palabras de Omar Bachir Manis, jefe de la Misión de la ONU para el Referéndum
en el Sahara Occidental (Minurso), han sido clarificadoras. El dirigente de la
ONU les recibió anoche en una de las oficinas de la organización en Rabuni, la
capital administrativa de la República saharaui, al suroeste de Argelia, y
aseguró que los 23 trabajadores extranjeros de las Naciones Unidas no van a
marcharse de los campamentos saharauis por problemas de seguridad, y que nunca
han pensado hacerlo. ¿Se ha planteado evacuar a su personal en algún momento
tras el secuestro de los tres cooperantes?, se le preguntó. “No”, respondió
tajante Manis. Y añadió: “Desde los atentados en Bagdag [contra la sede de la
ONU, en agosto de 2003, en el que murieron 22 personas] para nosotros la
seguridad es una prioridad”.
El responsable de la Minurso
en Tinduf explicó a los españoles que tras el secuestro, el pasado 22 de
octubre, de los tres cooperantes extranjeros- dos de ellos españoles- la ONU
dio orden a su personal en la zona de restringir sus movimientos durante tres
días, evitando los desplazamientos. Pero pasado ese plazo, y tras reunirse con
las autoridades saharauis, su actividad volvió a la normalidad. “Si la ONU está
aquí, y hay una emergencia humanitaria, no entendemos por qué solo está vacía
la silla de España. Eso nos refuerza en nuestra idea de que hemos hecho lo
correcto viniendo”, apuntó Geli Ariza, presidenta de la Asociación de Amigos
del Pueblo Saharaui de Andalucía.
Sin embargo, el secretario de
Estado de Cooperación Internacinal, Jesús Gracia, ha considerado "una
irresponsabilidad" decir que los campamentos de refugiados saharauis son
una zona segura y ha anunciado que el Gobierno trabaja con Argelia para que los
cooperantes españoles puedan pernoctar en la ciudad de Tinduf. En declaraciones
a Efe, Gracia ha subrayado que el personal de la ONU destinado en la zona
"pernocta siempre en la ciudad de Tinduf", con unas condiciones de
seguridad que no existen en los campos de refugiados donde trabajan los
cooperantes españoles.
En su segundo día en el
Sahara, los cooperantes españoles cenaron con el secretario de Estado de
Seguridad saharaui, Mohamed Mahmud Brahim. “Nuestro presidente del Gobierno no
lleva escolta. Tampoco su veintena de ministros”, les contó Brahim ante un
plato de carne de camello. “Es una cuestión de mentalidad”, alegó. Los saharauis
vivían difícil, pero seguros, hasta que el 22 de octubre el grupo terrorista
MUJAO (relacionado con Al Qaeda) atacó el corazón de su república.
El ejemplo de la escolta de
los miembros del Gobierno dice mucho de lo relajadas que eran las medidas de seguridad
en los campamentos, por no decir casi inexistentes. “Nos cogió completamente
despreocupados, nadie imaginaba que eso podría ocurrir”, reconoce Mohamed Omar,
oficial de seguridad del complejo en el que sucedió el secuestro. Pero las
cosas han cambiado mucho desde entonces: la morfología del recinto en el que
residen los cooperantes no para de transformarse. Dentro de un mes estará
levantado un muro de tres metros de altura con alambre de espino que rodeará la
residencia. Antes del secuestro, las habitaciones de los cooperantes daban
directamente al desierto.
El relato del oficial de
seguridad del centro de protocolo (como se conoce al complejo donde duermen los
cooperantes) de sus condiciones antes del ataque terrorista es demoledor. Los
que se llevaron cautivos a Ainhoa Fernández de Rincón y Enric Gonyalons no
tuvieron más que aparcar su todoterreno a cierta distancia y reducir a tres
vigilantes. Ninguna barrera arquitectónica les impidió el acceso a la vivienda
de los trabajadores humanitarios. Una vez escaparon con los cooperantes
cautivos, las fuerzas de seguridad saharauis tampoco pudieron hacer mucho por
perseguirlos. “No teníamos coches que superaran los 180 kilómetros por
hora ni comunicación con otras unidades que no fuera por teléfono móvil, y a
veces teníamos puntos negros de cobertura”, explica Mohamed mientras enseña uno
de sus diez nuevos vehículos 4x4: “Con estos sí podemos pasar los 200” . Ahora ya tienen walkie-
talkies y comunicación por satélite. Los apartamentos de los cooperantes están
cerrados con una pared de contenedores.
No son las únicas mejoras en
la reforma del recinto. El Gobierno saharaui está construyendo dos puntos
elevados de control, uno a 480
metros de altura y otro a 320, que estarán vigilados por
dos hombres armados con ametralladoras, “con un alcance de 900 metros ”, indica el
oficial de seguridad de Protocolo. El nuevo muro que sustituirá al provisional
de tierra contará además con otros cuatro centinelas armados. “La herida que
nunca se va a curar en el pueblo saharaui es haber causado daño a nuestros
huéspedes, que para nosotros son sagrados”, aseguró durante la cena el ministro
de Seguridad, que rechazó sin embargo que la presencia armada deba ser
excesiva. Brahim fue rotundo: “No vamos a militarizar los campamentos. Esa no
es la solución”.