jueves, 20 de diciembre de 2012

Timor Oriental, Palestina y ¿el Sahara Occidental?


18 de diciembre de 2012
Diciembre de 2012 será recordado en los manuales de Relaciones Internacionales como el mes en el que la utopía ganó al realismo político. Es de remarcar, no sólo por las consecuencias futuras de las poblaciones concernidas sino también porque David vence poco a Goliat.
Palestina emprende ahora el camino que hace algo más de una década comenzaran los timorenses. Cuando alcanzaron la independencia después de dos décadas y media de ocupación extranjera. En esa cola que espera por acceder al numeroso, aunque selecto, club de Estados Soberanos el siguiente en la fila parece ser el Sáhara Occidental.
A pesar de los paralelismos entre los tres, los casos que mayor similitud guardan son los de Timor Oriental y el Sáhara Occidental.
Descolonización inconclusa y Guerra Fría.
15.000 kilómetros separan a Dili, capital de Timor, de El Aaiun, capital del Sahara Occidental. Dos puntos del globo sin conexión aparente que durante más de 24 años compartieron destinos.
España y Portugal han mantenido durante su historia muchos puntos de encuentro. A partir de 1945 ambas, como también hiciese Francia, pusieron en práctica políticas de“maquillaje”, y tratando de evitar las presiones de las Naciones Unidas para que iniciasen procesos de autodeterminación de los territorios que aún controlaba llegaron incluso a dar estatus de provincia a sus colonias.
En ese largo camino histórico en común, 1975 marcó un punto decisivo para la península Ibérica. Portugal, con su Revolución de los Claveles, había puesto punto final un año antes a la dictadura de Salazar y se disponía a liquidar su imperio colonial. En España el régimen franquista se acercaba a sus últimas horas, pero al contrario de los lusos los españoles no habían prestado demasiada atención a la cuestión del Sahara Occidental (entonces la 53ª provincia española) hasta que el rey de Marruecos Hassan II decidió desplegar la “marcha verde”,enseñando así al mundo su intención de hacerse con el control del territorio.
Un mes más tarde de la “marcha verde”, en Diciembre de 1975, al otro lado del globo los habitantes de Timor Oriental vieron como su proceso de autodeterminación se veía truncado por la invasión del territorio por las fuerzas armadas de Indonesia. La comunidad internacional no pareció darle demasiada importancia a aquel gesto. La Guerra Fría volcaba los intereses de los líderes de ambos bandos en granjearse el apoyo de los nuevos territorios independientes que nacían. Aquella rivalidad mostró su cara más sangrienta en las guerras civiles que surgieron en Angola y Mozambique y que terminaron por implicar a países próximos como Sudáfrica o el Congo, y a otros tan distantes como Cuba.
En ese contexto no resulta difícil imaginar que el control por parte de Indonesia sobre Timor Este, y sobre el Sahara por parte de Marruecos y de Mauritania (quien pronto abandonaría sus pretensiones) fue interpretado más como un alivio que como una complicación. Sin embargo, tanto Timor como el Sahara se mantuvieron como ejemplos de la violación de los preceptos del Derecho Internacional Público sobre los que las potencias, con las Naciones Unidas como faro, habían construido la realidad del sistema internacional.
Independencia vs. hechos consumados.
En este juego de paralelismos históricos, 1991 marcó el segundo punto de referencia en la evolución de los destinos del Sahara Occidental y de Timor Oriental. En el primero, Marruecos y el frente POLISARIO firmaron unos acuerdos de paz que pusieron fin a los enfrentamientos armados que duraban desde 1976. En el segundo, la matanza a manos del ejército indonesio de más de 200 personas el 12 de Noviembre en el cementerio de Santa Cruz en Dili desencadenó los acontecimientos que sellarían su destino. Aquella masacre puso a Timor en la agenda política internacional. Los muertos y desaparecidos incrementaron la presión y el interés mundial por lo que allí pasaba. Lo que hasta entonces había sido considerado como un conflicto olvidado volvió a la primera plana de todos los periódicos. Las tropelías del ejército indonesio quedaron de manifiesto cuando los medios internacionales decidieron poner el foco en aquella pequeña isla del sudeste asiático. La críticas sobre Yakarta aumentaron, se convocaron actos de protesta en países como Australia (hasta entonces firme defensor de los postulados indonesios) y en Portugal, la antigua metrópoli hubo una movilización social como nunca antes se había producido. En 1996 dos líderes de la lucha por la independencia, Jose Ramos Horta y el Obispo Ximenes Belo ganaron el premio Nobel de la Paz, en lo que fue un reconocimiento a su lucha y un revés para las intenciones de Yakarta.
Timor finalmente accedió a su independencia en 1999, cuando el 80% de la población votó por la autodeterminación, ingresando en 2002 en Naciones Unidas como Estado Soberano. Un camino no exento de piedras, con reacciones violentas de las facciones indonesias residentes en Timor y con la dificultad añadida de censar y llegar a un acuerdo sobre la población con derecho a votar.
Ese mismo punto parece insalvable en los diálogos establecidos entre Marruecos y el Frente POLISARIO. Sin embargo y a pesar de la incredulidad de muchos y las críticas de no pocos Timor es el ejemplo de eficacia en la labor de las Naciones Unidas.
El Sahara Occidental aún espera y anhela, esa autodeterminación. El conflicto vuelve cíclicamente a la actualidad al ser uno de los principales escollos en las relaciones entre Marruecos (potencia ocupante de facto) y España. El reconocimiento, hace unos días, por parte del Parlamento de Suecia en la necesidad de avanzar en la vía de la estatalidad para el contencioso saharaui y para población que se arrastra desde hace 35 años lo ha puesto momentáneamente en el foco de atención. Aún así, poco hace presagiar una resolución del conflicto en 2012 y quien sabe si en esta década. La presencia de Marruecos en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas como miembro no permanente para el período 2012-2013 no será con seguridad de ayuda para los partidarios de la auto-deterrminación del pueblo saharaui. Ello a pesar de haber votado positivamente a favor de la candidatura de Palestina como Estado Miembro Observador el pasado 29 de Noviembre.