SPS 28/03/2013 Lemhamid Sidi Mohamed*
Si la melhfa, este velo en el
que se cubre voluptuosamente la mujer saharaui, inspira respeto, encanta,
embelesa y hechiza por su esplendor, ahora tenemos que asignarle un nuevo
activo: el domingo pasado 24 de marzo, se convirtió en el símbolo de la
bestialidad de los representantes del Gobierno marroquí, cuando sus oficiales
se lanzaron contra las damas y doncellas saharauis que se manifestaban
pacíficamente exigiendo el derecho de su pueblo a la autodeterminación. Sin el
menor escrúpulo, les arrebataron sus melhafas desnudándolas en plena calle
para, acto seguido, golpearlas salvajemente con sus porras y asestarles
violentas patadas en las partes más sensibles de sus cuerpos.
¿Una demostración de fuerza
contra mujeres indefensas? ¿Un instinto sádico? ¿Un nuevo arma de disuasión
psicológica sacado de los abismos del salvajismo humano o hallados por
casualidad al lado de las obras de Freud? ¿O el odio tenaz alimentado por el
poder jerifiano contra este pueblo pacífico, que se niega a aceptar el hecho
consumado colonial de su territorio ocupado militarmente por Marruecos?
El hecho es que estas fuerzas
de agresión, expedidas en gran cantidad del norte de Marruecos para engrosar
las numerosas que ya están sobre el terreno, llegaron para vigorizar sus
músculos cargando sobre las mujeres saharauis con el objetivo de desnudarlas
sin pudor.
"Si se imaginan que
podrán disuadirnos con estas envilecedoras y mezquinas prácticas, ¡se
equivocan! (...) ya que no hacen más que humillarse a sí mismos", dijo la
Sra. Soltana Khaya, hallada después del suceso en una carrera en las afueras de
la ciudad, fuertemente atada en una manta; la misma a la que ya habían
fracturado un brazo y que perdió un ojo en manifestaciones anteriores.
"Una causa justa tiene
que ser defendida para ser reconocida", dijo otra manifestante,
martirizada todavía por el dolor, en las ondas de la Radio Nacional, dirigiéndose
a la comunidad internacional y a la ONU de la que uno de sus representantes,
Christopher Ross, estaba presente durante esta manifestación que se soldó de
más de 50 heridos. "Haz de tu queja una canción de amor para no sentir el
dolor", añadió refiriéndose al proverbio.
Violentar y humillar a mujeres
pacíficas e indefensas es, al parecer, la nueva forma de demostrar su
masculinidad, su fuerza y la potencia de los que detentan el poder en Rabat.
Después de esta infamia, del juicio por un tribunal militar de los 25
prisioneros de Gdeim Izik, de la expulsión de los eurodiputados, por citar sólo
las últimas idioteces del Majzén, ¿qué van a inventar aún para tratar de
esclavizar al pueblo saharaui?