El equipo
que ha identificado a ocho fusilados en fosas del Sahara viaja mañana a Ginebra
Los
expertos mostrarán en Naciones Unidas los hallazgos
Rabat
aseguró en 2006 que cuatro de las víctimas exhumadas habían muerto en prisión
EL
PAIS NATALIA JUNQUERA Madrid 10 SEP
2013
“Llevaba un jersey azul”, les dijo Mahmud
Salaf Dafa a los investigadores. Treinta y siete años después, recordaba
perfectamente cómo iba vestido su hermano, de 14 años, la última vez que le
vio, el 12 de febrero de 1976. También Salka Mohamed Mulud describió con
detalle el “rosario de grandes cuentas rojas y verdes” de su padre,
desaparecido aquel mismo día. Cuando el equipo español de investigación dirigido
por el forense Francisco Etxeberria (Universidad del País Vasco) encontró y
abrió el pasado junio en el Sáhara dos fosas comunes, allí estaban el jersey
azul y el rosario. Entre los huesos, en la arena, también encontraron las
vainas del fusil con el que los habían asesinado militares marroquíes tras
preguntarles, infructuosamente: “¿Dónde están los Polisario?”.
Un niño de
13 años lo había visto todo. Y 37 años después se lo contó al equipo de
investigación y forense desplazado al Sáhara desde el País Vasco respondiendo a
una petición de la Asociación de Familiares de Presos y Desaparecidos Saharauis
(Afapredesa). “Hacia las ocho de la tarde vino uno [militar marroquí] en un
jeep. Llamó a Mohamed Mulud primero. Le preguntó: ‘¿Dónde están los Polisario?’.
Mohamed Mulud negó tener conocimiento del Polisario. Acto seguido le disparó
directamente, en pleno corazón. Luego llamó a Abdelahe Ramdan, le hizo la misma
pregunta que a Mulud, y le disparó de la misma manera. El hombre que les
disparó tenía pistola, pero cogió un fusil para hacerlo”, les explicó Aba Ali
Said Daf.
El equipo
de Etxeberria, de la sociedad de ciencias Aranzadi, llegó hasta aquellos
huesos, en la zona de Fadret Leguiaa, en la región de Smara, a 400 kilómetros de
los campamentos de Tinduf, el pasado 8 de junio. En tres días, localizaron y
abrieron dos fosas comunes en las que encontraron los restos de ocho víctimas,
dos de ellas menores de edad y entre ellas, un padre y su hijo, de solo 14
años. Aba Ali Said Daf no vio estas dos últimas ejecuciones, pero explicó a los
investigadores que sí oyó a Salma Daf Salec Bachir suplicando que no mataran a
su pequeño. Ni el ruego ni la edad del niño apiadó a los asesinos. Un análisis
genético realizado en la Universidad del País Vasco ha confirmado que son dos
de las víctimas arrojadas a esta fosa.
Entre los
huesos, los arqueólogos encontraron dos documentos de identidad españoles. Los
de Mohamed Abdalahe Ramdan (DNI A-4131099) y Mulud Mohamed Lamin (DNI
A-4520032). Otro esqueleto conservaba una cartera con membrete español y el
carné de racionamiento de azúcar de la época, a nombre de Salama Mohamed Ali
Sidahmed.
Durante
décadas, explica el informe elaborado por Etxeberria y el doctor en psicología
Carlos Martín Beristain, de Hegoa (Instituto de Estudios sobre Desarrollo y
Cooperación Internacional), Marruecos no dio una respuesta oficial a las
familias sobre el paradero de sus seres queridos. En 2004, el actual rey
marroquí, Mohamed VI, creó la Instancia Equidad y Reconciliación para hacer
balance de los crímenes llevados a cabo, durante los llamados años de plomo,
por su padre, Hassan II, e indemnizar a las víctimas. El informe que dicha
instancia emitió, en 2006, con un listado de víctimas, incluía a cuatro de las
halladas en estas dos fosas, asegurando que habían sido llevadas al cuartel de
Smara y que allí habían fallecido durante el tiempo de detención. “Arrestado
por el ejército real en junio de 1976 en Smara, fue conducido a una de sus
bases, donde falleció”, dice, por ejemplo, de Salma Daf Sidi Salec.
El equipo
de investigación español ha demostrado que Marruecos mintió. “Las detenciones
ocurrieron el mismo día [12 de febrero de 1976] y los detenidos no fueron
trasladados a ningún cuartel, sino que fueron ejecutados inmediatamente en el
mismo lugar”. El análisis genético lo confirma.
“La mentira
sobre esas cuatro víctimas pone en cuestión la credibilidad de todo el
documento oficial elaborado por Marruecos”, afirma Etxeberria. “Por eso este
jueves viajamos a Ginebra, a la ONU, para pedirle que intervenga. También hemos
pedido una reunión con el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel
García-Margallo, porque las víctimas son saharauis de nacionalidad española, y
creemos que debería tener algo que decir al respecto”.
Debido a
que la zona está bajo supervisión, por parte de la MINURSO, del alto el fuego
firmado por las partes en 1991, los restos de las víctimas, explica el equipo
de investigación en su informe, “fueron dejados debidamente protegidos y
señalados en el lugar donde se encontraron con el objeto de que se realice
próximamente una misión de verificación oficial que pueda concluir con la
entrega de las víctimas a sus familiares y se instauren medidas para la
protección de otras fosas que se encuentran en la misma zona”. Actualmente,
recoge el informe, “existen más de 400 víctimas de desaparición forzada
saharauis”. El equipo español quiere volver en unos dos meses al terreno con
observadores internacionales para exhumar los restos y entregárselos a sus
familias.
Etxeberria,
que ha abierto más de un centenar de fosas del franquismo en España; que ha
participado en la reciente exhumación del poeta chileno Pablo Neruda; que
realizó las autopsias de los restos de Salvador Allende y del cantautor Víctor
Jara; que exhumó a las 17 primeras víctimas identificadas de la dictadura
chilena... ha regresado emocionado de la experiencia en el Sáhara. “En aquel
lugar tan lejano, tan inhóspito, encuentras sentimientos idénticos a los que he
escuchado abriendo una fosa de la Guerra Civil en Teruel o exhumando en
Guatemala o Chile: el sentimiento de la injusticia perpetuada en el tiempo; la
necesidad de saber qué les ocurrió a sus seres queridos, el duelo que no se
cierra...”.
“El hijo de
una de las víctimas que hemos encontrado en el Sáhara nos dijo: ‘Nosotros éramos
unos niños felices, hijos de pastores. Vivíamos en paz. Todos nos conocíamos.
Hasta que vinieron los militares, mataron a mi padre, nos echaron. Y desde ese
día todo fueron llantos y ver cómo mi madre perdía la razón”. Etxeberria ha
escuchado muchas veces ese relato. A pie de fosa, mucho más cerca de casa, en
las cunetas españolas a las que fueron arrojados padres, hijos, y hermanos de
represaliados del franquismo que han sufrido el mismo dolor que estas ocho
familias saharauis.
CIENTÍFICOS
DE HEGOA, ARANZADI Y LA EHU/UPV, QUE EXAMINARON LOS CADÁVERES, CERTIFICAN LOS
CRÍMENES
NOTICIAS DE
ALAVA. MARCO RODRIGO - Miércoles, 11 de Septiembre de 2013
DONOSTIA.
"Esperamos que todo esto suponga un punto de inflexión, y el inicio de un
proceso para colocar las desapariciones de saharauis en el marco
internacional". Las palabras corresponden a Carlos Martín Beristain,
médico y doctor en psicología social, y se refieren a la reciente exhumación de
los cuerpos de ocho saharauis desaparecidos, en la región de Smara, a menos de
un kilómetro del muro construido por Marruecos en 1982. "Este caso,
científicamente contrastado, pone en contradicción la información oficial sobre
el destino de los desaparecidos con el de, al menos, cuatro de los saharauis
cuyos cadáveres han sido exhumados", agregó ayer Martín.
Recogió sus
palabras Djimi Elhalia, una abanderada de la defensa de los derechos humanos
saharauis, encarcelada en 1981 por la policía marroquí y posteriormente
elaborada. Notablemente emocionada, subrayó que "todos los resultados que
proporcionó Marruecos en su informa resultan falsos". "En diciembre
de 2010, publicaron un listado en el que estaban incluidas cuatro de las ocho
personas recientemente halladas en las fosas. De ellas se dice en el documento
que fueron trasladadas a un cuartel militar, y que después encontraron un nuevo
destino en el que terminaron falleciendo. Es falso, porque les acabamos de
encontrar en otro lugar".
Hay pruebas
de muerte violenta gracias a perforaciones por bala en la ropa, daños óseos y
hallazgo de casquillos
PRUEBAS En
lenguaje coloquial, les han pillado. Existen pruebas científicas de que los
informes de Marruecos sobre desparecidos saharauis (la lista es de unos 400) no
son correctos. Y esta fue ayer la principal razón por la que la esperanza
presidió en el Museo San Telmo de Donostia la puesta de largo de Meheris. La
esperanza posible, el proyecto resultante de una investigación llevada a cabo
por el Instituto Hegoa, la Fundación Aranzadi y la UPV/EHU. Todo comenzó en
febrero de 2013, cuando un pastor encontró unos restos humanos esparcidos sobre
la arena en Fadret Leguiaa, en la región de Smara, muy cerca del citado muro
construido por Marruecos. Un equipo se desplazó desde Gipuzkoa a tierras
saharauis el pasado mes de junio, y su trabajo se tradujo en las mencionadas
conclusiones. Es decir, en evidentes contradicciones entre los informes de
Marruecos y la cruda realidad.
La
explicación más técnica la proporcionó el médico forense Paco Etxeberria,
presidente de Aranzadi, y cuya popularidad ha trascendido las fronteras
guipuzcoanas a raíz de su colaboración en el caso José Bretón. Etxeberria
relató que en la zona desértica en la que se hallaron los restos óseos (a unos 400 kilómetros de la
costa) se hallaron dos fosas, una con seis personas y otra con dos. "La
identificación de los cadáveres ha sido plena, y corroborada por análisis de
ADN eficazmente resueltos. También ha sido plena la determinación de las causas
de las muertes, por varios motivos. Existen perforaciones por arma de fuego en
sus ropas. También hay evidencias de esos impactos en los huesos. Y además
también se han encontrado casquillos".
A todas las
evidencias científicas sobre la comisión de ejecuciones extrajudiciales, cabe
añadir además el testimonio de un testigo presencial, Aba Ali, presente en el
lugar de los hechos. Estos ocurrieron el 12 y el 13 de febrero de 1976, y este
saharaui fue detenido junto a otros dos compañeros. Presenció cómo ambos eran
asesinados con sendos disparos en la cabeza, tras lo que consiguió escapar.
Ahora, la recopilación de todo este material supone la fijación de dos
objetivos, a los que se refirió durante el acto de ayer el presidente de Euskal
Fondoa, la asociación de entidades locales vascas cooperantes. "Por un
lado, queremos poner de manifiesto el olvido del caso del Sahara Occidental, un
pueblo que cuenta con 400 personas desaparecidas. Y por otro, también
pretendemos posibilitar la búsqueda de una salida política para el
conflicto".
La
representación institucional en el acto, que contó con la presencia de
integrantes de los distintos grupos políticos con representación en Gipuzkoa,
estuvo liderada por el diputado general, Martin Garitano, y por el alcalde de
Donostia, Juan Karlos Izagirre. El primer edil de la capital subrayó que todo
el trabajo expuesto "documenta y evidencia una realidad de la que antes no
había pruebas, pero que ahora afronta un punto de inflexión en la historia del
pueblo saharaui". Por su parte, Martin Garitano solicitó "verdad,
reparación y justicia para las víctimas de las vulneraciones de los derechos
humanos en el Sahara". "Este caso debe suponer una llamada de
atención a gritos de cara a la realidad internacional", dijo.