martes, 24 de junio de 2014

Hmad Hammad: Traición, crimen y humillación: la realidad del pueblo saharaui

Por Hmad Hammad* / Fuente: VSOA  junio de 2014 (Foto: Espacios Europeos)
El Sahara Occidental, un protectorado español desde 1884, se incluyó en 1963 en la lista de los territorios no autónomos con arreglo al Capítulo XI de la Carta: A (5514) anexo III.
A partir de 1962 España en su calidad de potencia administradora, transmitió información técnica y estadística sobre el territorio, en virtud a lo dispuesto en el apartado E del artículo 37 de la Carta de las Naciones Unidas. Estainformación fue estudiada por el comité especial encargado de examinar la situación con respecto a los países y pueblos coloniales.
El comité especial en una serie de resoluciones de la Asamblea General sobre la cuestión del Sahara Occidental, reafirmó la aplicabilidad al territorio de la declaración sobre la independencia a los países y pueblos coloniales (Resolución 1514 XV de la Asamblea General). Dicha resolución sigue sin llevarse a cabo fuera del papel hasta hoy en día.
En realidad y por desgracia los hechos que impiden la práctica de tal derecho son los siguientes:
En los últimos meses del año 1975 el por entonces príncipe de España, Juan Carlos de Borbón, justo cuando desempeñaba de jefatura del Estado español de una forma interina -pero con todos los poderes del dictador en la mano-, cometió un delito que se puede catalogar de alta traición: la vergonzosa entrega a Marruecos y Mauritania en noviembre de 1975 del territorio bajo administración española.
La venta del territorio y la población saharaui se efectuó en secreto en la nocturnidad de los despachos de Madrid y recibía el nombre de Acuerdos Tripartitos, el nombre simplificado de la declaración de principios entre España, Marruecos y Mauritania, firmado el 14 de noviembre de 1975 en Madrid entre los representantes de estos países. Lo cierto es que, después de este acuerdo, la ONU no ha considerado ni a Marruecos ni en su momento a Mauritania como potencias administradoras del territorio del Sahara Occidental, que sigue figurando en la lista de la ONU de territorios pendientes de descolonización. En aquellos dramáticos momentos, el jefe de Estado español Juan Carlos de Borbón, visitó a las tropas coloniales españolas destacadas en El Aaiún en un viaje sorpresivo, mientras estaba en tratos con los marroquíes y mauritanos para la entrega del territorio. El rey Juan Carlos de Borbón no tuvo ningún reparo en engañar y mentir a sus tropas, a las que traicionará en las siguientes horas al igual que al pueblo saharaui y a la propia ONU.
De esa manera, el rey Juan Carlos de Borbón colaboró en el genocidio contra el pueblo saharaui, en grado de colaboración necesaria con el ejecutor directo del mismo, el dictador autoritario y criminal de guerra Hassan II, al haber puesto bajo la bota de su ejército a la población saharaui totalmente desarmada, a los que debería haber defendido con arreglo al derecho internacional y a los derechos humanos más fundamentales. El pueblo saharaui fue acorralado en sus viviendas por el ejército español poniendo vallas en todos los barrios saharauis de El Aaiún para impedir de esa manera la huida del pueblo y entregarlo en bandeja a los ocupantes, para luego huir y dejarle a su muerte mientras acordaba el abandono del territorio (Operación Golondrina). Los efectivos regresaron al Cuartel de El Goloso durante los meses de diciembre de 1975 y enero del año siguiente para abandonar al final el territorio y dejar atrás un conflicto que dura hasta el presente. El pueblo fue, como lo sigue siendo hoy en día, masacrado en una desigual guerra y un genocidio que se saldo con miles de víctimas.
El jefe de Estado español Juan Carlos De Borbón junto con el criminal de guerra, el dictador Hassan II, disfrutaron de la impunidad sin que nadie pidiera explicaciones y responsabilidades; el jefe de Estado español Juan Carlos De Borbón por cómplice y colaborador necesario, y la ONU que había decretado a través de su Tribunal Internacional de Justicia y de su resolución 380 la ilegalidad de la acción unilateral de Marruecos y el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación.
Las últimas palabras destacadas del rey de España delante de sus tropas en El Aaiún y delante del pueblo saharaui diciéndoles: “España no dará un paso atrás, cumplirá todos sus compromisos, respetara el derecho de los saharauis a ser libres…”. Todas esas promesas fueron una mentira y un engaño.
A los pocos días el dictador marroquí Hassan II envió a sus tropas al territorio del Sahara Occidental con el fin de invadirlo y anexionarlo a sus dominios. El 6 de noviembre de 1975, los invasores marroquíes traspasaron la frontera internacionalmente reconocida del Sahara occidental, en virtud de los acuerdos de Madrid de 1975; en aquel entonces comenzó el sufrimiento de todo un pueblo y una nación, la identidad y el patrimonio cultural junto con la propiedad fueron sometidos al plan de exterminio sistemático llevado a cabo por el dictador Hassan II y sus tropas reales que en su nombre matan y en su nombre fusilan y en su nombre se juzga y se condecora a los asesinos.
Cuando comenzó la invasión, comenzó con ella el plan de exterminio contra todos los elementos fundamentales de la existencia del pueblo saharaui que fueron violados como lo siguen hoy en día, sin que nadie pueda remediarlo. Detrás de este plan feroz y criminal se escondía el sentimiento teológico marroquí contra el pueblo saharaui, considerado infiel por el dictador Hassan II y su hijo el dictador Mohamed VI que exigía el culto a su responsabilidad y el sometimiento de los saharauis libres. Miles de saharauis fueron desalojados de sus viviendas, para ser luego reemplazados por colonos y soldados marroquíes. El reemplazo y la eliminación de los saharauis era la principal política de la ocupación y del plan de exterminio marroquí, que buscaba distorsionar la realidad existente en el Sahara ocupado y fabricar una población artificial. Miles de saharauis se quedaron sin viviendas de la noche a la mañana y, peor aún, fueron llevados colectivamente en masa a los campos de concentración improvisados en los cuarteles ocupados por las FAR (Fuerzas Armadas Reales). El Aaiún, la capital del Sahara occidental, vivió momentos terroríficos; familias enteras desalojadas de sus casas; niños, mujeres y ancianos son llevados en furgones y en camiones militares sin saber cuál será su destino y este no era otro que los campos de concentración improvisados en los cuarteles de El Hchaicha, los barracones en el barrio del Ejército, a los que antes llamaban “tendencia” junto con el cuartel del puerto de El Aaiún. Desde estos cuarteles partían los camiones de las fuerzas ocupantes repletos de cadáveres de ciudadanos saharauis fusilados y otros que eran enterrados vivos para regresar luego repletos de otros ciudadanos capturados en el desierto que corrían la misma suerte, llegados desde los poblados saharauis de Amgala, Guelta, Yedeiria, Mehbes, Hagunia etc.
El batallón 35 junto con el batallón 18, en colaboración con los servicios secretos marroquíes y por orden del dictador Hassan II, eran los encargados de causar tormentos y torturas al desarmado pueblo saharaui considerado infiel por el sátrapa Hassan II y su hijo VI, que exige a los saharauis sumisión y culto a su personalidad, cosa que el pueblo saharaui negaba con convicción, ya que esas prácticas no forman parte de nuestra cultura y de nuestro modo de vida espiritual; eso provocó que el encarcelamiento de civiles por parte del majzén marroquí alauita se fuera haciendo cada vez más frecuente; para eso se crearon más cárceles secretas, como la famosa Magguna y más campos de concentración de trabajo y de exterminio, con el fin de mantener presos y exterminar a saharauis calificados como infieles e inferiores por el ideario alauita marroquí. La ciudad de El Aaiún fue sometida a una especie de decreto de noche y niebla, se producía el silencio en el Sahara Occidental. Niños, mujeres, ancianos y hombres son llevados clandestinamente a los campos de concentración, sin dar otra información del hecho de su detención, porque el fundamento del plan de liquidación marroquí exigía que ninguna información pueda ser difundida acerca del paradero y el destino de la población secuestrada.
El dictador Hassan II reafirmó que una intimidación efectiva y duradera, solo se logra por penas de muerte o por medidas que mantengan a los familiares y a la población en la incertidumbre sobre la suerte del reo y, por la misma razón, la entrega del cuerpo para su entierro en su lugar de origen no es aconsejable, porque podrá ser utilizada para manifestaciones. Esa es la principal estrategia marroquí para la práctica del terrorismo de Estado; también en el Sahara Occidental existían los vuelos de la muerte, sabiendo que centenares de saharauis fueron lanzados desde los helicópteros de los ocupantes hacia la niebla de ninguna parte. Todos estos hechos ocurrieron sin que nadie pida explicaciones ni a los culpables ni a los responsables. En esos campos de concentración y confinamiento se encerraba a los saharauis por su pertenencia a un conflicto genérico en lugar de sus actos individuales sin juicio previo ni garantías judiciales. Un sistema de represión de toda regla, un número indeterminado de campos para encerrar a personas civiles no combatientes de una zona en conflicto, es una violación directa a los derechos humanos más fundamentales y en especial al artículo 15 de la Carta de los Derechos humanos:
Protección contra la tortura y otros tratos o penas inhumanas o degradantes.
“Los Estados partes tomaron todas las medidas de carácter legislativo, administrativo, judicial o de otra índole que sean efectivas para evitar que las personas con discapacidad, en igualdad de condiciones con los demás sean sometidas a torturas u otros tratos o penas cueles inhumanos o degradantes”.
Realmente los cuarteles militares del Hchaicha junto con los barracones en el barrio del Ejército y el cuartel del puerto de El Aaiún, eran grandes centros de detención y estaban preparados para alojar tortura y asesinar a civiles saharauis desalojados de sus viviendas y de sus jaimas, para ser sometidos sistemáticamente a la deshumanización mediante diversos procedimientos: mutilaciones, violaciones, animalización, humillación, hacinamiento, desnudez forzada, etc.

* ACTIVISTA SAHARAUI DE DERECHOS HUMANOS, VICEPRESIDENTE DE CODAPSO (COMITÉ DE APOYO AL DERECHO DE AUTODETERMINACIÓN DEL SAHARA OCCIDENTAL).

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