Takbar Haddi muestra una foto de su hijo asesinado y un cartel pidiendo justicia para el joven. / Sato Díaz |
En Las Palmas de Gran Canarias, en la esquina
donde concurren las calles Venezuela con Pelayo, se encuentra el consulado
marroquí. El barrio, a escasas manzanas de la playa de las Canteras, mantiene
un trajín rutinario, gentes de diferentes nacionalidades pasean a ritmo
pausado, el clima húmedo y cálido no permite grandes sobresaltos. Sin embargo,
el bullicio se hace más presente cuando nos aproximamos a esa esquina. Una
mujer espera, recostada en el suelo, sobre algunas alfombras y esterillas,
rodeada de una treintena de personas. Ella es Takbar Haddi, saharaui de 42 años
que lleva desde el día 15 de mayo en huelga de hambre. Sus fuerzas empiezan a
flojear, a pesar del ánimo y presencia constante del grupo de apoyo, jóvenes
del colectivo Sáhara Acciones, miembros de las asociaciones de solidaridad con
el pueblo saharaui de Canarias, saharauis afincados en las islas… Un grupo de
activistas que utiliza el Bar Pepe, junto al que se encuentra la saharaui, como
centro de operaciones para conectarse a internet y contarle al mundo lo que
allí sucede.
Durante el día, el sol abrasa, y con una
sombrilla se improvisa un lugar más confortable. Por la noche, la brisa marina
trae el frío del océano, y no sobran las mantas. Takbar cuenta sus
reclamaciones, por las cuales está dispuesta “a llegar hasta el final”: “Quiero
que me devuelvan el cuerpo de mi hijo, que se le realice una autopsia y se
lleve a cabo una investigación para que los asesinos sean condenados”. Esto se
lo exige al Gobierno de Marruecos, y al español: “Que interceda, porque hay una
persona en huelga de hambre en su territorio y porque las autoridades
marroquíes se niegan a salir a hablar conmigo”. Su hijo, Haidala Mohamed Lamín,
tenía 21 años el pasado 8 de febrero, cuando falleció a causa de una brutal
paliza recibida días atrás de parte de cinco colonos marroquíes en El Aaiún, la
capital del Sáhara ocupado, anterior provincia española y territorio no
autónomo a día de hoy, hasta que, según indica la legalidad internacional, se
celebre un referéndum de autodeterminación para que la población saharaui
decida su futuro político. Cabe destacar que, también según indican los
documentos jurídicos de Naciones Unidas, el Estado español es la potencia
administradora todavía de dicho proceso de descolonización. Haidala, herido,
buscó tratamiento médico, pero se le denegó, y como causa de esto, murió. “A
los saharauis, habitualmente, se les deniega la asistencia médica por ser
saharauis“, asegura la madre.
Takbar está acompañado en todo momento por
Seif, otro hijo suyo de 18 años de edad. Los fines de semana recibe la visita
de su marido y su hijo Darrash, de ocho años, que va a la escuela en Tenerife.
“Haidala ya había sufrido agresiones por parte de los marroquíes, porque salía
a manifestarse con la bandera saharaui a las calles de El Aaiún, había perdido
la movilidad de una mano fruto de estas palizas, le cortaron el tendón”, relata
a cuartopoder.es Takbar. “Yo le pedía que dejara de vivir allí, me temía lo
peor, le animaba a que viniera a Canarias, pero él decía que el Sáhara es su
tierra y que no iba a abandonarla”, prosigue. “Sólo pido que se haga justicia a
mi hijo, quiero que se sepa la verdad“, afirma con rotundidad.
Desde el grupo de apoyo explican: “Ella ha
tomado la decisión y nos avisó cuando iba a iniciar la huelga de hambre.
Nosotros le hacemos ver que su vida vale mucho y que tiene más hijos a los que
ciudar, pero su sentido de la justicia es enorme y se empeña en continuar, por
lo que estaremos aquí con ella, y difundiremos su mensaje mientras ella nos lo
pida”. Y el mensaje va brotando fuera del archipiélago. Numerosas personas del
mundo de la cultura y la política ya se han sumado a la campaña de apoyo: los actores
Viggo Mortensen, Ariadna Gil, Pepe Viyuela, Javier Cámara, Verónica Forqué,
Roberto Henríquez, Ana Wagener o Carmen Machi, entre otros; el director teatral
Miguel del Arco, el director de la Feria del Libro de Madrid, Teo Sacristán, la
cantante Amparo Sánchez… Hace unos días, Takbar visitó el Parlamento Europeo,
invitada por el grupo de Podemos, donde contó su caso. Las concentraciones y
manifestaciones se celebran en diferentes ciudades del Estado y en el
extranjero.
Muchas personas se acercan, a lo largo del
día, a dar ánimos a Takbar y a mostrarle su solidaridad. Entre ellos, destaca
la presencia de Brahim Dahane, presidente de la Asociación de Víctimas
Saharauis de Graves Violaciones de los Derechos Humanos, quien ha sufrido en
sus propias carnes la represión del régimen marroquí, pues estuvo desaparecido
durante varios años y encarcelado en distintas ocasiones por defender la
autodeterminación saharaui. “Esto es un ejemplo más de la situación que vivimos
los saharauis en los Territorios Ocupados, es una gran cárcel a la que no
pueden entrar periodistas independientes a contar lo que nos pasa, las
violaciones de los derechos humanos son constantes”, asegura Dahane. Desde la
Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sáhara (CEAS-Sáhara) piden
“a la Comunidad Internacional que afronte, de una vez por todas, medidas contra
las graves violaciones de derechos humanos que la población saharaui sufre de
manos de las fuerzas ocupantes marroquíes”.
Takbar, debilitada por el paso de los días
a la intemperie y por las consecuencias del prolongado ayuno que mantiene,
recuerda: “Cuando me avisaron de la muerte de mi hijo fui al Sáhara y las
autoridades marroquíes me ofrecieron hasta 90.000 euros para que me callara y
firmara la partida de defunción”. “Me negué, no voy a ser cómplice del
asesinato de mi hijo, sólo pido justicia, no me van a sobornar”, añade. Además,
esta saharaui dice que, desde entonces, su casa y la de sus familiares en El
Aaiún “está vigilada por la policía”. “Han amenazado, pegado y maltratado a
otros familiares míos para que aceptemos el soborno”, prosigue. “Voy a llegar
hasta el final”, sentencia.
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