*Fuente: Equipe Média, El Aaiún ocupada. 6
de junio de 2015
Desde el 1º de mayo de 2015, las
temperaturas son excepcionalmente altas en el Sahara Occidental, y ya se han
presentado problemas de escasez de agua en las ciudades ocupadas por Marruecos.
Los cortes frecuentes del agua de grifo,
sin aviso, que impone el Office National de l’Eau Potable (ONEP) en las
ciudades de El Aaiún, Smara, Bojador y Dajla obligan a los habitantes a
equiparse de pompas para almacenar agua en depósitos en las azotea de las casas
y a comprarla a vendedores privados.
Para los que se lo pueden permitir, el agua
potable distribuida por camión cisterna se compra a precios que superan diez
veces el precio del agua de grifo.
El agua de grifo, llamada “a’aiafa” es agua
desalinizada. Los cortes de agua “a’aiafa” duran de uno a cuatro días, y cuando
el agua vuelve, sólo es para 3 o 4 horas máximo, con poco caudal, lo que obliga
a todas las casas a tener una o dos cisternas de almacenamiento. Los barrios
habitados mayoritariamente por los saharauis, Ma’atalah, Lahchicha, Erraha, El
Quads, l’Erak y los inmuebles 707 padecen cortes de agua frecuentes.
Los barrios de la ciudad antigua y el
barrio El Massira (la marcha verde) donde viven las autoridades de la ocupación
-oficiales del ejército real marroquí o de la policía- no tienen los mismos
problemas.
La ONEP marroquí no avisa nunca de los
cortes en los barrios saharauis, ni los justifica objetivamente o de forma
creíble. En 2009, la ONEP prometió resolver el problema y cubrir el 90 % de las
necesidades de los habitantes, pero 5 años más tarde nada ha cambiado. Al revés
y paradójicamente, el Consejo Municipal de ocupación ha hecho construir fuentes
de lujo que, ellas, no sufren escasez.
Desde la ocupación marroquí, en 1975, el
agua que proporcionan las autoridades de ocupación por la red y por conexiones
individuales a los habitantes de los territorios ocupados es esa agua no
potable llamada “a’aiafa”, un agua salobre, producida por la desalinización del
agua de mar. La “a’aiafa”, además de distribuirse sin regularidad, es mala para
beber. Se utiliza para lavar y para el baño salvo en las casas pobres que la
utilizan también para beber y cocinar.
Una casa de 9 personas debe poder almacenar
unos 1.300 litros para poder cubrir los periodos de escasez.
Para tener agua potable de verdad, los
habitantes de El Aaiún, Boujdour y Dajla no tienen más remedio que comprar el
agua que llega en camiones cisterna desde Tan Tan, 320 km. al norte de El
Aaiún.
A
título indicativo, la ONEP factura mensualmente por el consumo y saneamiento de
la “a’aiafa” a 10 dirhams el m3.
Revendida en cisternas, cuesta 6 dirhams
los 100 litros, es decir, 60 dirhams el m3. Los propietarios y conductores de
camiones que revenden la “a’aiafa” son marroquíes.
En la Plaza de Cataluña de El Aaiún, cada
camión compra la ‘a’aiafa” a la ONEP a 5,5 dirhams el m3. Las modalidades de
pago son un adelanto mensual de 10.000 dirhams, regularizado en función del
agua retirada.
Las inspecciones sanitarias, que dependen
del Consejo municipal, no parecen muy rigurosas dado el estado de algunos de
los camiones que se ven circular.
Un barril de 100 l. de agua de Tan Tan
cuesta 60 dirhams. Los camiones están equipados con largos tubos y pompas para
subir el agua hasta las terrazas. Los propietarios de las fuentes y de los
camiones también son marroquíes. Se trata de empresas privadas.
Un bidón de 5 litros de agua mineral cuesta
12 dirhams en las tiendas de alimentación.
Para hacer el té, los saharauis utilizan
tradicionalmente “lghadir” agua de lluvia con restos de arcilla, que se recoge
en el desierto.
Está claro que las infraestructuras de
distribución del agua potable son insuficientes en el Sahara Occidental, y que
el ocupante marroquí no tiene ninguna intención de mejorar las condiciones de vida
en el territorio en el que saquea los recursos naturales, entre ellos el agua
para la agricultura y la propaganda.
En El Aaiún, los habitantes recuerdan las
grandes dificultades y problemas sanitarios que vivieron durante el verano de
2014, cuando fueron privados de agua durante varios días en pleno Ramadán, y se
preocupan al ver perfilarse los mismos problemas.
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