lunes, 9 de noviembre de 2015

Réquiem por el español en el Sáhara



La lengua de Cervantes retrocede sin remisión en el Sáhara Occidental, uno de los pocos lugares de África que llegó a figurar en el atlas mundial del español en los años 60 y 70 del pasado siglo.
La salida precipitada de los aproximadamente 30.000 españoles que habitaban en el llamado Sáhara español hace ahora 40 años tuvo consecuencias humanas, políticas, y económicas, pero también culturales: el español comenzó a perder terreno y hoy es casi un recuerdo.
No quedan casi jóvenes que puedan expresarse correctamente en español, pero los ancianos saharauis todavía son capaces de pronunciarlo con un asombroso acento de la meseta castellana.
Las comparaciones son odiosas, pero a veces pertinentes: mientras que el Colegio La Paz de El Aaiún (único español que quedó abierto en el Sáhara Occidental) tiene este curso matriculados a 29 alumnos, el francés Paul Pascon de la misma ciudad tiene a 122, a los que hay que sumar los 110 inscritos en el colegio francés de Dajla, según cifras de los servicios educativos franceses.
El Colegio La Paz fue abierto en 1955; el Paul Pascon, en 2013. El español tiene dos profesores, el francés, ocho solamente en El Aaiún, más una cantidad similar en Dajla. El colegio español está en franco retroceso, y el francés en ascenso, pues no deja de abrir nuevos niveles cada año que pasa (de momento solo cubre hasta quinto de primaria). Y eso que la matrícula del colegio francés viene a ser entre 35 y 40 veces más cara que la del español, que no cuesta ni cien euros anuales.
¿No quieren los saharauis estudiar español?
Al contrario, se indigna el saharaui Lagadaf Lahsen, que lleva años combatiendo por una batalla quijotesca: abrir un ciclo de enseñanza secundaria en La Paz, pues desde el abandono del territorio por parte de España en 1975 y el cierre de los institutos, no existe continuidad para los niños que estudian primaria en el colegio.
Un colegio infrautilizado
Para un niño que estudia en el Colegio La Paz, la escolarización termina abruptamente a sus 12 años, y a esa edad debe integrarse en un sistema escolar marroquí totalmente distinto, salvo que opte por desplazarse a Canarias o a algún colegio español de Marruecos, de los que el más próximo está a 1.200 kilómetros, en Casablanca.
Lagadaf dice que él se deja "casi todo lo que gana" en mantener a su mujer y sus tres hijos en Tánger, adonde se han mudado para escolarizarse en el Colegio Español de la ciudad, a un coste económico -"y emocional", subraya- que muchos no pueden asumir.
Sus hermanos, por ejemplo, ex alumnos de La Paz como él y que "piensan en español", han optado por la enseñanza marroquí sabedores de que no podrían asumir la separación de sus hijos o el coste de enviarlos fuera.
El Colegio La Paz de El Aaiún ocupa media manzana (la otra media fue expropiada por el estado marroquí para hacer su propia escuela) en el barrio de Colominas, que data de la época española, y está obviamente infrautilizado: sólo dos aulas y dos profesores bastan para los 29 alumnos entre preescolar y sexto de primaria, que estudian mezclados en varios niveles.
La biblioteca, el aula de informática, los patios para deportes, tristemente desangelados, por no hablar de las 17 aulas hoy vacías; todo esto daría para acoger hasta 800 alumnos, siempre que hubiera una continuidad escolar para los niños, recuerda Lagdaf.
Esa y no otra -recuerda- es la razón de que los saharauis deserten la escuela española. Y que haya un goteo de bajas que puede terminar en cierre.
¿Y qué sucede con el Instituto Cervantes? Pues que debido a la particular situación jurídica del Sáhara y a que España se resiste a desplegarse institucionalmente en el territorio, el Cervantes no cuenta con alumnos allí donde posiblemente más demanda habría del mundo.
Hay incluso un centro cultural español en perfecto estado en El Aaiún, que según la Depositaría de bienes españoles en el territorio sólo necesitaría una pequeña obra para ser operacional y acoger algunas aulas.
Para paliar tanto déficit y tanto abandono, el Cervantes ha decidido romper un tabú y comenzar a dar clases en El Aaiún, pero no en la llamada Misión Cultural Española, sino en La Paz, donde sobran aulas.
La decisión está tomada, pero ahora falta un sinfín de procedimientos administrativos para poner en marcha las clases, además de encontrar y contratar a los profesores listos para ejercer en este rincón africano del desierto.

1 comentario:

  1. Una secuela mas de la ignorancia, el desinterés y la corrupción en los sucesivos gobiernos de la socorrida democracia española.

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