sábado, 2 de diciembre de 2017

Abidján, o la foto incómoda

Por Salamu Hamudi Bachri. Periodista. 2 de diciembre de 2017
Han tenido que pasar 21 años para que Brahim Gali y Mohamed VI se vieran las caras de nuevo. Llovió y mucho, desde aquel tiempo a esta parte. Gali, entonces ministro de Defensa de la RASD; ahora es presidente y Secretario General del POLISARIO; mientras que el actual monarca alauí, era aún príncipe heredero, cuyo nombre era Sidi Mohamed. Las ciudades marroquíes de Tánger y Rabat acogieron a aquellos secretos cónclaves entre ambas delegaciones celebrados entre agosto y octubre de 1996 bajo los auspicios de los Estado Unidos. No hubo fotos oficiales ni ruedas de prensa. Todo se desarrolló bajo una estricta confidencialidad.
Dos décadas después, el destino escogió a la antigua capital de Costa de Marfil, Abidján, para que ambos mandatarios se reencuentren de nuevo. Esta vez sí hubo luz y taquígrafos para inmortalizar el incómodo momento (o al menos para Mohamed VI). Los dos participaban en la V Cumbre UA-UE celebrada esta semana en territorio de uno de los países africanos más fieles y leales a Marruecos. Tanto es así, que el hotel cinco estrellas de ‘Sofitel Hotel Ivoire’, donde se llevaban a cabo las sesiones de la Cumbre, se ubica justo frente al Bulevar Hassan II, la gran avenida en la ciudad marfileña que homenajea al difunto padre de Mohamed VI.
El momento ‘histórico’ llegó cuando los 83 jefes de Estado y de Gobierno de África y los 28 representantes de la Unión Europea se dispusieron a tomar una foto familiar, como es normal en una reunión de esta envergadura, pero que en cambio esta vez, todos los focos se fijaron en la presencia de los dos dirigentes, que por vez primera, se les ve juntos en una misma foto y bajo el mismo techo, y aún más, en calidad de representación de dos estados soberanos y de pleno derecho en el seno de una organización de carácter internacional, como es la Unión Africana. Nunca estuvieron tan cerca uno del otro desde aquel 1996, año en el que Gali negociaba con los marroquíes en el nombre del movimiento de liberación saharaui, y no en el de la RASD.
Minutos antes, las cámaras ya habían captado la entrada del soberano marroquí, acompañado por su hermano Mulay Rachid, al salón de encuentros, y en un momento determinado pasan justo por detrás de la delegación saharaui, donde aparece la bandera de la RASD. Pequeños detalles que convirtieron a la Cumbre de Abiyán en un escenario de situaciones impensables hace apenas pocos meses. Cierto es que no hubo ni saludos ni complicidades, pero sí cruces de miradas, esas miradas que quitan el hipo, entre Gali y Mohamed VI.
Tampoco se esperaba ningún tipo de complicidad ni de acercamiento entre ninguna de las delegaciones, debido precisamente a que los cuchillos ya venían afilados por parte de ambos bandos. Y la Cumbre de Abidján era el termómetro que iba a medir quién realmente ganó, política y mediáticamente hablando, en ese foro internacional.
Marruecos quitó hierro al asunto, y en boca de su ministro de Exteriores, Nasser Bourita, llegó a afirmar, en una entrevista concedida a la agencia española EFE, que la RASD “es invisible” y su presencia en la Cumbre no “incomoda” a su país. Además el hecho de sentarse junto al Frente POLISARIO ahora no significa que “reconozcan a la RASD como estado”.
En cambio los saharauis consideran que el hecho de que Marruecos tome asiento junto a la RASD en la Cumbre “corrobora que la República Saharaui es un realidad” que el país magrebí no “puede negar ni desconocer”, y por tanto “es una victoria”, según aseguró el jefe de la diplomacia saharaui, Mohamed Salem Uld Salek, en una entrevista al diario español online público.es.
Aparte de considerarse un triunfo o no, la realidad es que para llegar a esa foto, y poder juntar en una misma sala ambas delegaciones, fue la propia Unión Africana quien tomó muy en serio el asunto, y abortó cualquier posibilidad de división frente a sus socios europeos, y apostó por mostrar su cohesión y respeto a sus estatutos internos y sus propias reglas. Y en ese caso dio un claro espaldarazo a la RASD, y optó por cambiar el nombre de la Cumbre de África-Unión Europea, a Unión Africana-Unión Europea, para dar cabida así a todos sus estados miembros. Y acordó que la República saharaui participará en cualquier futuro encuentro bilateral que la Organización supranacional mantenga con otras entidades internacionales.
Marruecos no puede obviar tal situación, y debe aprovechar su presencia en la Unión para apostar por abrir un diálogo enriquecedor y romper esa “barrera psicológica” que tantos años ha mantenido para omitir la presencia del Estado saharaui, y enfrentarse a la nueva realidad, empezando por aceptar las reglas de juego y cumplir con la legalidad internacional. Y ojalá la foto de Abidján sea el inicio de un acercamiento entre dos pueblos hermanos y soberanos, y la apertura de una nueva coyuntura en el seno de la familia africana. 

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