Pepe Naranjo. Los invisibles. 13 de octubre de 2009
Conocí a Brahim Dahane en El Aaiún en mayo de 2005. Por aquel entonces, el acababa de crear una asociación para la defensa de los Derechos Humanos en el antiguo Sahara Occidental. En aquellos días, todas las ciudades ocupadas de la ex colonia española eran un hervidero de manifestaciones protagonizadas por jóvenes que pedían a gritos la independencia de Marruecos, todo ello reprimido con salvaje brutalidad. Y Dahane quería dejar testimonio de todo aquello.
El ya había conocido las cárceles marroquíes. En los años 80, permaneció cuatro años entre rejas por tomar parte en actos de protesta por la ocupación del territorio. Nunca se celebro un juicio con las mínimas garantías, ni Marruecos siquiera acepto que estaba en sus centros secretos de detención y tortura. Oficialmente, estuvo cuatro años desaparecido hasta que, un buen día, fue liberado.
En octubre de 2005, Dahane volvió a ser conducido a prisión bajo la acusación de haber creado una asociación ilegal hasta que seis meses después volvió a salir a la calle. Y siguió adelante con su labor de denuncia porque ya tiene poco que temer. Hace pocas semanas volví a verle en El Aaiún y no se había movido ni un milímetro de sus posiciones.
El pasado 8 de octubre, junto a otros seis activistas entre los que se encuentra Ali Salem Tamek, encarcelado por Marruecos hasta en cinco ocasiones, Dahane regresaba al Sahara ocupado tras haber visitado a sus hermanos saharauis exiliados en los campamentos de refugiados de Tinduf. Sin embargo, nada mas aterrizar en Casablanca, su ultima llamada telefónica a una compañera de la asociación no hacia presagiar nada bueno. “Estamos en la pista rodeados de coches de policía”, dijo Brahim. Desde entonces, se desconoce su paradero.
Ya en los días previos, buena parte de los partidos políticos y de la prensa marroquí se habían dedicado a calentar el ambiente en contra de Tamek, Dahane y sus compañeros. Durante tres largos días, la detención ni siquiera fue comunicada a sus familiares y amigos y solo pasadas 72 horas se informo de ella, aunque los activistas se encuentran aun en lugar desconocido. Y el asunto parece serio, pues se les acusa de traición a la patria, separatismo y conspiración contra la integridad territorial, lo que podría acarrearles una larga condena. Pero estas detenciones no traerán sino mas sufrimiento.
Dahane, igual que Tamek, Aminatou, Hmad, Daddach o tantos otros activistas, son los ojos que tiene el mundo para saber lo que esta pasando en El Aaiún, en Smara, en Dajla, en Bojador. Gracias en buena medida a su trabajo y su compromiso, el mundo ha podido saber que en la ex colonia española, las fuerzas del orden marroquíes violan, torturan, golpean y amenazan a todo el que muestre la mas mínima simpatía por la causa saharaui.
No son terroristas, ni gente violenta. Les gusta la palabra, la discusión y aman, por encima de todo, a su pueblo. No son perfectos y a veces se equivocan, pero tampoco quieren ser mártires. Han sacrificado buena parte de su vida por una causa que creen justa. Y eso les ha llevado a sufrir en sus propias carnes dolor, miedo, angustia y toda suerte de padeceres. Son, como dije antes, la voz que se eleva para denunciar la injusticia. El problema es que Marruecos no quiere ni ojos, ni voces, ni testigos y si que el Sahara siga siendo, como hasta ahora, el reino de la impunidad ante el tembloroso y patético desprecio por los derechos de la gente que late en la comunidad internacional. Al menos, en lo que al Sahara respecta.
Conocí a Brahim Dahane en El Aaiún en mayo de 2005. Por aquel entonces, el acababa de crear una asociación para la defensa de los Derechos Humanos en el antiguo Sahara Occidental. En aquellos días, todas las ciudades ocupadas de la ex colonia española eran un hervidero de manifestaciones protagonizadas por jóvenes que pedían a gritos la independencia de Marruecos, todo ello reprimido con salvaje brutalidad. Y Dahane quería dejar testimonio de todo aquello.
El ya había conocido las cárceles marroquíes. En los años 80, permaneció cuatro años entre rejas por tomar parte en actos de protesta por la ocupación del territorio. Nunca se celebro un juicio con las mínimas garantías, ni Marruecos siquiera acepto que estaba en sus centros secretos de detención y tortura. Oficialmente, estuvo cuatro años desaparecido hasta que, un buen día, fue liberado.
En octubre de 2005, Dahane volvió a ser conducido a prisión bajo la acusación de haber creado una asociación ilegal hasta que seis meses después volvió a salir a la calle. Y siguió adelante con su labor de denuncia porque ya tiene poco que temer. Hace pocas semanas volví a verle en El Aaiún y no se había movido ni un milímetro de sus posiciones.
El pasado 8 de octubre, junto a otros seis activistas entre los que se encuentra Ali Salem Tamek, encarcelado por Marruecos hasta en cinco ocasiones, Dahane regresaba al Sahara ocupado tras haber visitado a sus hermanos saharauis exiliados en los campamentos de refugiados de Tinduf. Sin embargo, nada mas aterrizar en Casablanca, su ultima llamada telefónica a una compañera de la asociación no hacia presagiar nada bueno. “Estamos en la pista rodeados de coches de policía”, dijo Brahim. Desde entonces, se desconoce su paradero.
Ya en los días previos, buena parte de los partidos políticos y de la prensa marroquí se habían dedicado a calentar el ambiente en contra de Tamek, Dahane y sus compañeros. Durante tres largos días, la detención ni siquiera fue comunicada a sus familiares y amigos y solo pasadas 72 horas se informo de ella, aunque los activistas se encuentran aun en lugar desconocido. Y el asunto parece serio, pues se les acusa de traición a la patria, separatismo y conspiración contra la integridad territorial, lo que podría acarrearles una larga condena. Pero estas detenciones no traerán sino mas sufrimiento.
Dahane, igual que Tamek, Aminatou, Hmad, Daddach o tantos otros activistas, son los ojos que tiene el mundo para saber lo que esta pasando en El Aaiún, en Smara, en Dajla, en Bojador. Gracias en buena medida a su trabajo y su compromiso, el mundo ha podido saber que en la ex colonia española, las fuerzas del orden marroquíes violan, torturan, golpean y amenazan a todo el que muestre la mas mínima simpatía por la causa saharaui.
No son terroristas, ni gente violenta. Les gusta la palabra, la discusión y aman, por encima de todo, a su pueblo. No son perfectos y a veces se equivocan, pero tampoco quieren ser mártires. Han sacrificado buena parte de su vida por una causa que creen justa. Y eso les ha llevado a sufrir en sus propias carnes dolor, miedo, angustia y toda suerte de padeceres. Son, como dije antes, la voz que se eleva para denunciar la injusticia. El problema es que Marruecos no quiere ni ojos, ni voces, ni testigos y si que el Sahara siga siendo, como hasta ahora, el reino de la impunidad ante el tembloroso y patético desprecio por los derechos de la gente que late en la comunidad internacional. Al menos, en lo que al Sahara respecta.
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