jueves, 10 de diciembre de 2009

Solidaridad con Aminetu


Aún desde Tinduf,
en la hamada inhóspita
que les dio sin embargo su cobijo,
cada mañana miran hacia el cielo
en busca de una nube.

Ellos,
“los hijos de la nube”
adivinan su curso.

Suspendidos en ella
llegarán hasta Mahbes:
nunca supo la nube de fronteras.

Con el agua de lluvia
alcanzarán el cauce
del Saguia el Hamra.
Brotarán con los pastos.

Allí, bajo su jaima siempre abierta,
volverán los ancianos, cada tarde,
a contar sus historias.

Regresarán la risa
y el juego de los niños.

Después,
cuando la noche asome tras la duna,
la leche de camella,
el cuscús, el mijo y la sal, la hoguera.

Aún desde Tinduf,
donde el tiempo pasado
no niega a la memoria los caminos,
de nuevo, con las nubes,
regresarán a Amgala,
a la noche lejana de Bir Lehlu,
a Smara, a Tifariti.

Dejarán que el siroco
cálido y violento
les alcance los ojos.

Caminarán descalzos
y abrasará sus pies la misma arena
que sepulta los muertos
del éxodo terrible de su pueblo.

Aún desde Tinduf,
pero seguro,
más temprano que tarde,
será desde El Aaiún, o desde Dakhla,
desde Guelta o Auserd, desde La Güera:
celebraremos juntos la victoria
bajo la inmensa jaima que es su patria.

Matías Muñoz


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