viernes, 7 de enero de 2011

Carles Llorens, de CiU da por válida la versión de Marruecos sobre Gdeim Izik y culpa a los saharais de utilizar técnicas yihadistas


Carles Llorens, de CiU (secretario ejecutivo de Relaciones Internacionales de Convergencia), amigo de dictadores, asesinos y torturadores. Miembro del lobby promarroquí, ya ha defendido en ocasiones la "deriva yihadista" del Polisario, en apoyo a las "tesis" del periodista David Alvarado (ex corresponsal en Marruecos de CNN+) y redactor jefe de la nueva revista marroquí en español Kántara. Esta revista en su número dos relaciona al Polisario con el terrorismo, la verdadera obsesión de Marruecos y de momento única carta a jugar para continuar su ocupación ilegal del territorio. Vemos que cuentan con amigos españoles bien situados para apoyar sus mentiras.

Carles Llorens y CiU dan legitimidad a los crímenes de Marruecos, y no tienen ningún problema en mentir todo lo que haga falta para apoyar a sus amigos del régimen. Los ciudadanos debemos decir NO a estas manipulaciones; NO a quienes apoyan a regímenes que violan los derechos humanos, en nombre de quién sabe qué intereses; NO a políticos como Carles Llorens.

Estos son algunos titulares relacionados con posteriores informes de Amnistía Internacional y Human Rights Watch que omite deliberadamente Carles Llorens.


“Amnistía critica la impunidad de los torturadores en el Sáhara. Rabat no investiga los abusos cometidos por marroquíes durante los disturbios de El Aaiún” (Público, 20/12/2010);
“Los derechos humanos pisoteados sobre un fondo de manifestaciones, violencia y represión” (Informe de AI “Rights Trampled: Protests, Violence and Repressio in Western Sahara”, 20 Dic 2010);
“Sáhara. Amnistía Internacional exige que la ONU vigile los derechos humanos en el Sáhara Occidental” (Servimedia, 11 de diciembre de 2010);
“Amnistía corrobora que en El Aaiún se produjeron torturas generalizadas a detenidos” (El Mundo, 2 de diciembre de 2010);
"Casi todos los detenidos en El Aaiún fueron apaleados, según Amnistía Internacional” (El País, 2 de diciembre de 2010)
“Human Rights Watch acusa a Marruecos de tortura. Rabat impidió la asistencia médica a heridos en El Aaiún” (Público, 26 de noviembre de 2010); “Human Rights Watch constata palizas y abusos en el Sáhara” (El Correo, 19 de noviembre de 2010);
“El Gobierno calla sobre los casos de torturas. Dice "desconocer" el informe de Human Rights Watch” (Público, 27 de noviembre de 2010)
“La prensa marroquí "reinventa" el informe de Human Rights Watch. Informa sin mencionar las denuncias de torturas” (Europa Press, 28 de noviembre de 2010)

"¿Qué pasó en El Aaiún?" [Fragmento del artículo publicado en Ahora, y en el blog del autor. Traducido con Google traductor]

Cuando el campamento ya había miles de personas, apareció el Polisario, procurando ampliar las peticiones originales, de manera que las protestas acabaran reivindicando el derecho a la autodeterminación. Del campamento en ningún momento salió, sin embargo, una llamada a la insurrección. No importaba. A nivel internacional, la eficiente maquinaria propagantista del Frente Polisario y sus amigos había impuesto su relato. La muerte, el 24 de octubre, de un adolescente en un control policial en los campos indicaba que la situación estaba ya fuera de todo control. El 31 de octubre, el ministro del Interior, Taieb Cherkaouki, visitó El Aaiún y pareció que las conversaciones con los representantes de los acampados podía reconducir la situación. Fue sólo un espejismo ...

La madrugada del 8 de noviembre comenzó el desalojo. Si toda la crisis había sido gestionada dubitativament entre los reformistas que defienden comportamientos democráticos y el búnker que añora los métodos expeditivos de Hassan II, el desenlace no se entregó paso de esta dialéctica. A la policía se la envió al campo desarmada y con un mandato claro: desalojar sin causar víctimas. No se sabe quién decidió, sin embargo, que la entrada al Sáhara quedaba bloqueada por periodistas. Las dos decisiones combinadas crearon extraños efectos. Las fuerzas de seguridad, acostumbradas a la represión, pero nada entrenada en la contención, sin armas, fueron más víctimas de una violenta reacción, que los represores habituales. Según fuentes marroquíes, confirmadas por Human Rights Watch y Amnistía Internacional, murieron trece personas, once de las cuales miembros de las fuerzas de seguridad. Lo más preocupante fue que uno de los policías, con el testimonio de una filmación, fue degollado en la forma que suelen las integristas islámicos argelinos. Algunas docenas de edificios de la ciudad, además, fueron incendiados.

Sin testigos, ni crónicas fiables de los hechos, parecían creíbles todo tipo de relatos. El Polisario, en un primer momento, habló de 19 muertos, 723 heridos y 159 desaparecidos. Poco después, aumentarían los "heridos" en 4500. Informaba también que había cadáveres degollados en las calles, que las autoridades dejaban a la vista para atemorizar a los habitantes. Para la asociación de derechos humanos, Thawra, la cifra de muertos superaba el centenar. Otros colectivos afirmaban que habían encontrado a dieciocho mujeres muertas, siete hombres y un niño de 7 años. La prensa española, grosso modo, dio por buena esta versión. En su particular cruzada contra Marruecos, y sin esperar de contrastar informaciones, también el PP se rasgó las vestiduras.

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