Alegría si, pero desconfianza también. Es lo que ha generado el goteo de liberaciones que Marruecos viene llevando a cabo las últimas semanas de presos saharauis relacionados con el campamento Gdeim Izik. El portavoz de los familiares habla de la estrategia de un “gobierno chantajista” para lavar su imagen de cara a la próxima votación en la ONU respecto a la vigilancia de los derechos humanos en los territorios ocupados. Entre tanto, en el Aaiún, prosiguen las manifestaciones por la muerte de Houbab Hamadi la semana pasada. Ayer, fue silenciosa.
Decenas de ciudadanos saharauis participaron ayer en una sentada organizada por un grupo de parados en el barrio de Al Aouda que comenzó con un minuto de silencio en memoria del que ya consideran mártir Houbab Hamadi, asesinado, según denuncian las organizaciones de derechos humanos saharauis, la semana pasada en Rabat.
No es más que el último acto de protesta de una larga lista, entre los que últimamente se han dado también una manifestación frente a la sede del Consejo nacional de derechos humanos, o en el cruce de las dos principales arterias de la ciudad, donde llegaron a ondear banderas y las fuerzas marroquíes acabaron por intervenir, dando lugar a los tristemente ya habituales enfrentamientos. Como los que se produjeron frente a la vivienda de la familia de Said Dambar, quien murió hace cuatro meses por disparo de un policía y cuyo cadáver aún no ha sido entregado a la espera de una investigación que exige el entorno de la víctima y que nunca llega.
Además, las familias han organizado una sentada ante el Tribunal de apelación para exigir la liberación de todos los presos políticos y está previsto que se dirijan hacia la Cárcel Negra, a la espera de que sea liberado un nuevo grupo de los arrestados tras los incidentes de Gdeim Izik.
Unas liberaciones que el portavoz de estos familiares, Sidiahmed Abdai, ha calificado, en declaraciones desde El Aaiún, de “inaceptables” por su carácter provisional, en algunos casos, y sobre todo, porque interpretan como “la estrategia de un gobierno chantajista”. “Son una trampa, lo único que quieren es disimular de cara a la votación en la ONU sobre las competencias de la MINURSO, y después, matar a estos activistas como han hecho con Hamado Habad, en la calle”, añadió.
Cabe recordar que el trabajo que han realizado los representantes de la RASD en Naciones Unidas tiene a la organización supranacional a un paso de hacer que la MINURSO vele por los Derechos Humanos en el Sahara Occidental, algo que siempre ha chocado con la oposición frontal del reino alauita. Igualmente, desde el Parlamento Europeo, se está haciendo presión económica, revisando una posible violación jurídica del Derecho Internacional en los acuerdos que la UE pretendía firmar con Marruecos a instancias de la Comisión Europea.
Y ante ese intento de Marruecos de dar buena imagen, la reacción en el Aaiún, parece, es multiplicar las manifestaciones y actos de protesta pacíficos por parte de los activistas saharauis, para evidenciar de algún modo la represión que llevan años denunciando.
Sidiahmed, hermano de uno de los 20 presos que esperan juicio militar en la cárcel de Sale, Annamma Asfari -considerado cabecilla de aquella histórica protesta, el campamento de Gdeim Izik- ha asegurado que los presos que han ido abandonando sus celdas en los últimos días -entre ellos, algunas jóvenes estudiantes como Hayat y Nguia, muy conocidas entre los saharauis a pesar de su corta edad- lo han hecho “fuertes moralmente” aunque “con problemas de salud” debido a las condiciones de las prisiones.
Respecto al grupo al que pertenece su hermano, Sidiahmed duda incluso de que lleguen ante ese tribunal militar. “No creo que llegue a producirse, no tiene sentido, y mientras las familias tampoco tenemos miedo a la cárcel, porque llevamos conociendo este tipo de situaciones desde 1975” , aseguró. Desde su punto de vista “esto es una etapa más, que también pasará, y nosotros, seguiremos resistiendo”.
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