miércoles, 31 de octubre de 2012

ARTifariti. Artistas internacionales comparten la vida de los refugiados saharauis


Viven en las jaimas con las familias, duermen en el suelo y toman los mismos alimentos
Campamento de refugiados de Bojador, Tinduf (Argelia), 29 de octubre de 2012.
Es la segunda vez que vuela desde Japón hasta los campamentos de refugiados en el desierto argelino, donde encontró un pueblo al que admira pues, a pesar del drama del exilio  y las precarias condiciones de vida,  tiene un sentimiento de alegría y paz. Y estä dispuesta a venir una tercera.
KIMIKO MONOMOURA desarrolló  el pasado año en los Encuentros Internacionales de Arte y Derechos Humanos un proyecto con  las familias de los desaparecidos saharauis y en esta VI edición de  ARTIFARITI hará que decenas de campanas usadas en  rituales tradicionales japoneses den protección al pueblo saharaui.
“Este es un lugar difícil para mí, pero mi corazón se refresca”, dice Kimiko, una joven menuda e inquieta que reparte sonrisas  y abrazos a los saharauis que la recuerdan del pasado año. “Comparto con ellos la comida, las risas, juego con los niños, a los hombre les encanta bromear, todo tiene un sentido de felicidad porque luchan por un Sahara libre” relata con viveza Kimiko.
Como Kimiko, un centenar de artistas y estudiantes de quince países comparten su estancia en ARTIFARITI 2012 en las jaimas   saharauis; duermen en el  suelo, comen  arroz, pasta, carne de camello, dátiles…, según las posibilidades de su familia de acogida. Sobre todo saborean el té en largas sesiones de conversación, como el pasado viernes con motivo de la tradicional fiesta del cordero, el eid, día que los artistas  interrumpieron sus trabajos para pasar la jornada con las familias y vestir muchos de ellos la tradicional ropa saharaui, la melfa las mujeres y la darrah los hombres.
TOM CHAN, procedente de Hong Kong, está sorprendido por la hospitalidad saharaui  y se muestra emocionado al contar como se han preocupado cuando ha estado enfermo. “Hay que aprender de su cultura y darla a conocer y el arte puede ser un medio efectivo. Hay muchas injusticias en el mundo que hay que divulgar”.
Para el polaco ANDRESJ SYSKA la estancia en Artifariti es una experiencia extraordinaria: “Había oído algo, pero la realidad es muy diferente. Vengo del país de la solidaridad y se muy bien por lo que luchan; los sueños de los polacos se realizaron hace años y espero que los de los saharauis se hagan realidad en el futuro.
La estadounidense TASHA DOREMUS cada mañana se pregunta como esta gente  ha aguantado con tanta paciencia, día tras día. “Noto que la juventud está furiosa y tiene necesidad de una solución”, dice, pero a pesar de estas circunstancias adversas  se sorprende de su optimismo. “Hay que tener mucha energía para vivir aquí”, asegura.
Ve una similitud entre el Sahara Occidental y Palestina y se pregunta porqué los palestinos están mucho más en los medios.
Esta semejanza de la causa saharaui con la palestina es compartida, también, por la británica SAM JURY, pero denuncia  la falta de apoyo del mundo árabe a los saharauis.
Después de haber vivido en otras ciudades musulmanas, Sam se sorprende por la capacidad de acogida de los saharauis: “Es una convivencia en la que todo se comparte y, a pesar de dormir en el suelo, la sensación es confortable”,  y concluye que la única forma de luchar “es la política, dentro de la legalidad internacional”.
LUTZ HENKE desconocía que había tantos refugiados en los campamentos y detalles del conflicto, como asegura “le  ocurre a la mayoría de la gente en Alemania” de donde es él, y se muestra asombrado de la tenacidad de este pueblo: “Llevan 36 años sin ir a otro lado, esperando volver a su tierra, triunfar en su lucha  y,  mientras, viven y mueren aquí. Ojalá un día se resuelva todo como esperan”.  Dice estar feliz con su familia saharaui y que para los niños de la casa ya es Mohanad.
El suizo GILLES FONTOLLIET es escéptico sobre la solución a la problemática de los saharauis, reflexiona sobre la larga estancia en los campamentos y teme que la situación no vaya a cambiar mucho en los próximos años. “La gente construye casas, están trasladando su país aquí, incluso el nombre de las ciudades, parece que su futuro  está aquí y eso me sorprende”.
En una línea similar se manifiesta el mexicano.
YEHECATL VELAZQUEZ, pues cree que las nuevas generaciones  no ven la vida en los campamentos como algo temporal y lo consideran ya su casa, “aunque saben que están en conflicto y dispuestos a ir a la guerra”.
El colectivo español LEFT HAND ROTATION destaca el humor de los saharauis como herramienta cultural: “El humor, con lo que nosotros trabajamos, es universal y con el superamos las barreras de la convivencia. Nuestro trabajo –afirman- no va a solucionar su problema, pero el arte sí puede hacer que vaya subiendo peldaños, a ayudar a recuperar su identidad no territorial, al estar en el exilio y, a la vez, conserva su identidad no ligada al territorio. Vemos una sensación de comunidad que en Europa no encontramos. Es importante haber venido”.
La utilidad de la presencia de los artistas internacionales en los campamentos de refugiados es resumida por ISIDRO LÓPEZ APARICIO, comisario de Artifariti 2012: “El arte es un vehículo  para denunciar el olvido y la injusticia que vive la causa saharaui. La lucha armada no existe, pero el compromiso humano es intenso y activo. Desde el arte se pueden generar estrategias y acciones que impacten en los medios para provocar una presión social que trascienda al ámbito político y de esta forma conseguir la liberación del Sahara Occidental. Estamos promoviendo un cambio”.