Activistas de Palestina, Siria
y el Sáhara dan testimonio de la realidad de sus países en el Congreso
Internacional contra la Represión
PUBLICO LUIS GIMÉNEZ SAN MIGUEL Madrid 06/12/2012
El activismo internacional se
prepara ante el nuevo escenario de represión
Si algo sorprendió y rompió
los esquemas en Occidente de los levantamientos populares de la 'Primavera
Árabe' fue el hecho de que fueran laicos y, en la mayoría de los casos, usaran
la desobediencia civil masiva como principal forma de lucha. Sin embargo, que
los activistas no cogieran fusiles no significó que los gobiernos los dejasen
de utilizar, todo lo contrario. Y, para hablar sobre las movilizaciones y la
respuesta gubernamental, han venido hasta Madrid activistas, intelectuales y
periodistas procedentes de buena parte de países para participar en el Congreso
Internacional contra la Represión de los Movimientos Sociales, que se celebra estos
días en el Ateneo de la capital.
"Los levantamientos
árabes han puesto sobre la mesa la potencia de la utilización de la lucha
popular, la no-violencia y la desobediencia civil como forma de lucha. Y esto
también es aplicable en Palestina", aseveraba Maysa Haijai. Si un pueblo
puede considerarse experto en la protesta y la guerra éste es sin duda el suyo.
Allí, durante el último medio siglo los activistas se han visto abocados en la
mayoría de los casos a salir a defender sus derechos con una AK-47. Sin
embargo, esta socióloga y politóloga palestina se ha mostrado convencida de que
"la lucha armada, las células clandestinas y la resistencia tradicional no
son efectivas hoy y le salen muy caras al pueblo palestino. Además ayudan a
difundir la imagen entre los israelís de que somos todos terroristas".
Haijai, imagen de las nuevas
generaciones palestinas, joven y con piercing en la boca, ha recordado que su
pueblo siempre ha llevado a cabo una gran resistencia civil no-violenta y, aún
hoy, sigue habiendo de acciones como manifestaciones, huelgas y ocupaciones.
"La resistencia no-violenta y muy bien organizada es la única forma que
tienen los palestinos para liberarse de la ocupación". El problema es que
"pese a que la lucha armada es más minoritaria siempre se lleva toda la
visibilidad mediática".
Esto también lo sabe Leila
Nachawati, activista siria por los derechos humanos, quien ha participado en el
Congreso para hablar sobre el sangriento conflicto en el que está envuelto su
país desde hace más de un año y que se estima que ha costado ya la vida a cerca
de 25.000 personas y un millón y medio de desplazados. Sin embargo, ha
remarcado que "la deriva militar era inevitable. Y no seré yo quien diga a
una madre que ha enterrado a sus cinco hijos muertos en manifestaciones que no
ha de apoyar el levantamiento armado". El público ha estallado en
aplausos.
En este sentido, ha hecho
hincapié en la importancia que sigue teniendo la protesta ciudadana, que
continúa llenando las calles sirias pacíficamente cada viernes. Ésta se
organiza fundamentalmente en los Comités de Coordinación Locales, los
colectivos ciudadanos en los que desde el inicio del levantamiento se han
agrupado los activistas para impulsar las protestas pacíficas, grabar las
atrocidades, ayudar a la prensa extranjera y hacer el recuento diario de los
muertos.
"La población siria se
siente sola y abandonada frente a uno de los regímenes más brutales del
mundo", ha explicado Nachawati, que también ha rechazado las tesis
llamadas "anti-imperialistas", pues "Siria lleva 40 años
sufriendo la represión. No son suficiente para entender el levantamiento sirio
los intereses geoestratégicos de las potencias que mueven piezas en el tablero
de ajedrez". De esta forma, ha hecho un llamamiento a no caer en las
explicaciones de gobiernos y grandes medios de comunicación que, a su parecer,
utilizan la estrategia de "divide y vencerás". Frente a estas
interpretaciones, ella apuesta por "escuchar las voces de la región,
entender que los sirios siguen hablando de revolución y centrarse en los
valores universales que defienden estos levantamientos".
Dentro de los testimonios de
represión en los países árabes traídos a Madrid se encontraba también la voz de
Sultana Jaya, activista saharaui y víctima de torturas por parte del gobierno
marroquí. "Deforman la cara a las mujeres como forma de tortura".
Ella misma lo ha experimentado. Cuando la detuvieron mientras iba a una
manifestación le dieron una paliza y le dejaron uno de los ojos muy mal herido.
Cuando se encontraba en el hospital, el médico, por órdenes del Ejército,
insistió en coserle los párpados para dejarla marcada de por vida. "No hay
peor castigo para una mujer saharaui que marcar así su rostro".
"No hay peor castigo para
una mujer saharaui que marcar así su rostro" Ella tuvo suerte. Una ONG
suiza consiguió sacarla del país y que no le cosieran el ojo. A día de hoy,
pese a haber perdido la vista, a penas se le nota con la reconstrucción que
lleva y que se ha quitado en mitad de la ponencia. Cuando regresó a Marruecos
la volvieron a detener, le rompieron el brazo e intentaron sacarle el otro ojo,
"tuve suerte de nuevo y sólo me rompieron el pómulo".
Pero ella no se da por vencida
y está más segura que nunca para continuar su lucha, "tenemos el verde en
nuestra bandera y el verde es el color de la esperanza". Y, ante un
público emocionado, ha terminado la ponencia gritando "¡Sáhara libre!".