Posos de anarquía. David
Bollero
6 de junio de 2013
¿Se imaginan Madrid sembrado
de minas de papel? Ese es el propósito que se ha marcado el artista saharaui
Mohamed Moulud Yeslem con un único objetivo: llamar la atención sobre el Muro
de la Vergüenza, ese que divide al Sáhara Occidental a lo largo de más de 2.700 kilómetros o,
lo que es lo mismo, 20 veces más de lo que medía el Muro de Berlín. Así surge
la campaña Por cada mina una flor, que se presentará el próximo día 11de junio
en Madrid en la Sala Off Limits.
Y las minas antipersona, ¿qué
tienen que ver con este muro marroquí? Pues que cientos de miles de ellas, algunos
hasta barajan la cifra de 10 millones, se encuentran enterradas en las
proximidades del muro. De hecho, en 2009 durante una manifestación contra esta
separación impuesta por el régimen de Mohamed VI, el joven saharaui de 16 años,
Brahim Husein Labeid (del campamento de refugiados de Dajla), perdió una pierna
al pisar una de estas minas.
Ahora, Moulud quiere romper el
silencio con una iniciativa que, como él mismo dice, "nace del lecho del
arte y la cultura de la paz, de la sociedad civil" para que, como sucediera con el de Berlín, "entre
todos podamos derrumbarlo a través de la difusión y la colaboración".
Y es que la existencia de este
muro nos atañe a todos, al menos, a todo el que sienta un mínimo de respeto por
los Derechos Humanos (DDHH), más aún considerando que buena parte de estas
minas antipersonas son de fabricación española.
Conocí a Moulud hace ya unos
años, gracias a los amigos de Poemario por un Sahara Libre. Entonces me
encontraba trabajando en un ensayo sobre el cine saharaui para la Universidad
de Alicante y Mohamed fue todo un descubrimiento. Un artista saharaui autodidacta,
que bebió de ONGs como TEPS para llegar a presentar en FiSahara 2009 su
videoclip Crímenes del Silencio, al que le seguirían tres documentales (Sahara
Bike Race; Deporte en los Campamentos y Guerra de Artistas).
Desde entonces, su afán
creativo no ha tenido fin, siempre ligado al mundo de los DDHH y, sobre todo, a
la causa de su pueblo y su derecho de autodeterminación. Ejemplo de ello es
Cuando las piedras hablan, al que seguro le seguirán muchos más en un futuro
próximo. Ojalá sea así, porque Moulud tiene ese don: convertir el poder del
arte en un arma transformadora, en una auténtica arma de creación masiva capaz
de hacer mella en injusticias internacionales tan sangrantes como la que se
vive desde hace casi 40 años en el Sahara Occidental.