Tras cuatro años de espera, Lammad declara
hoy en la Audiencia Nacional por la muerte del español Baby Hamday en el Sáhara
Occidental
Vestido con el 'daraa', el traje típico
saharaui, y un pequeño bolso lleno de papeles aterrizó ayer en Madrid
procedente de París Lammad Malud Ali. Este ciudadano español nacido en El Aaiún
en diciembre de 1962, cuando aún era la provincia 53 de España, declarará hoy
como testigo en la Audiencia Nacional.
Lo hará como querellante en la causa
abierta por la muerte de su hermano, el también español Baby Hamday Buyema, de
35 años y padre de dos hijos, quien fue atropellado por la policía marroquí
durante la represión de las protestas que tuvieron lugar en un campamento de
refugiados a las afueras de la capital del Sáhara Occidental, el 8 de noviembre
de 2010.
Para Lammad, trabajador de una fábrica de
coches en París, a donde tuvo que trasladarse cuando la crisis le mandó al paro
en su Alicante adoptiva, la posibilidad de sentarse delante del juez Ismael
Moreno y relatarle los hechos que rodearon esta tragedia familiar «es una
liberación».
Y es que para llegar hasta este momento han
pasado casi cuatro años. Un periodo en el que el titular del Juzgado Central de
Instrucción número dos ha mantenido en el cajón las dos querellas presentadas
solo seis días después de la muerte de Baby, cuyas imágenes con la cara
ennegrecida y el cuerpo reventado dieron la vuelta al mundo aquella fatídica
mañana en la que iba a trabajar a su empresa de fosfatos, como cualquier otro
día.
Las denuncias fueron presentadas por su
familia, como acusación particular, y por la Liga Española Pro Derechos
Humanos, que ejerce la acusación popular. La Fiscalía apoyaba entonces la
admisión, pero el juez Moreno no. Pese a ser competente, prefirió preguntar a
Marruecos si estaba investigando los hechos para evitar duplicidades procesales.
En realidad una quimera que solo dilató la apertura de la causa. Así hasta hace
dos semanas.
Una denuncia de los querellantes ante el
Consejo General del Poder Judicial precipitó los acontecimientos. Acusaban al
instructor de dejación de funciones e incumplimiento de las resoluciones de la
instancia superior, la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, que acaba de
avalar el principio de territorialidad de la jurisdicción española en el Sáhara
Occidental.
En tres días, Moreno admitió las querellas
por los delitos de lesa humanidad, genocidio, asesinato, lesiones, torturas y
secuestro. Pero de momento no ha imputado a nadie. La primera diligencia fue
citar a Lammad para hoy.
«La hora de la Justicia»
«Le diré al juez por qué no investigó
antes. Por qué dejo languidecer este asesinato de un Estado criminal como
Marruecos. En este tiempo se han destruido pruebas, los responsables políticos
y policiales han cambiado de sillón. Pero aún estamos a tiempo. Es la hora de
la justicia», aseguró el testigo mientras se agarraba con fuerza a los brazos
de la silla.
Cuando recuerda a su hermano de madre, los escabrosos
detalles de cómo perdió la vida, Lammad se emociona. «Iba a trabajar y vio las
protestas. Se le ocurrió grabar con el móvil. Un vehículo del cuerpo especial
de la policía le identificó y fue directo a por él. Primero lo envistió. Luego
dio marcha atrás y le pasó por encima. Y, para rematar, le volvió a pisar
cuando yacía en el suelo».
Cuenta que cinco testigos lo vieron todo y
trataron de socorrerlo. Así lo atestigua una grabación casera. Pero ya estaba
muerto. Estas mismas personas podrían ser las siguientes en pasar a declarar
por la Audiencia Nacional. Pero tienen miedo a represalias de las autoridades
marroquíes si salen del Sáhara Occidental y hablan. «Para los marroquíes es un
caso cerrado, pero yo todavía no he podido enterrar a mi hermano, no sé dónde
lo llevaron, solo quiero justicia», clama Lammad.
En El Aaiún casi todos se conocen. Y el
testigo cree que no sería complicado identificar a los agentes que atropellaron
a Baby. Tan solo para limpiar su buen nombre.
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