El saharaui Hassana Aalia se encuentra en
España a la espera de que la Audiencia Nacional reconozca su derecho al asilo
político. Aalia está condenado a cadena perpetua por actos de rebeldía.
Hassana Aalia (El Aaiún, 1988) lleva el
activismo en la sangre. Comenzó en 2005, “cuando vi por primera vez la bandera
saharaui” y continúa hasta hoy. Hace más de dos años que no puede volver a su
tierra, a su Sahara Occidental, ya que en cuanto ponga un pie en el territorio
ocupado por Marruecos irá a la cárcel. Está condenado a cadena perpetua. Le
acusan de “rebeldía” por participar en actos de resistencia pacífica reclamando
el derecho del pueblo saharaui a decidir su futuro.
Cuando conoció la sentencia del Tribunal
Militar que le juzga en Marruecos, decidió pedir asilo político en España. El
pasado enero, la policía le llamó para comunicarle que le denegaba la solicitud
de asilo y que tenía 15 días para abandonar el país. O recurría o vería el
resto de sus días en prisión. La lógica y la Justicia se aliaron, y ahora su
caso se halla en la Audiencia Nacional a la espera de resolución. Él tiene
claro que está dispuesto a llevarlo, si hace falta, “hasta el Tribunal Europeo
de Derechos Humanos”.
Hassana ha pasado unos días en Madrid,
invitado por la Universidad Autónoma en el marco de las Jornadas sobre el
Sahara Occidental que han organizado las Universidades Públicas Madrileñas, y
que cumplieron su novena edición.
¿Tu primer encarcelamiento comenzó en el
campamento de Gdeim Izik, en 2010?
En realidad mi caso no empezó en el
campamento de Gdeim Izik. Yo empecé en el activismo el 22 de mayo de 2005,
cuando empezó la intifada pacífica que llevamos desde 2005 hasta hoy, y de la
que vamos a celebrar 10 años de esta lucha que sigue en pie, día a día en la
zona ocupada del Sahara Occidental. La primera vez que entré en la comisaría y
probé la tortura y el maltrato fue en octubre de 2005. Y desde ahí numerosas
detenciones. Estuve detenido muchas veces, siendo torturado y maltratado.
En el campamento de Gdeim Izik estuve como
todos los saharauis, como las mujeres, los hombres y los niños que estuvieron.
Porque en este campamento se reunieron más de 20.000 personas. Fue organizado
por todos los saharauis, y cada mujer, hombre o niño hizo lo que podía en este
campamento, que es el campamento de la dignidad y que fue para nosotros algo muy
importante, increíble, que no puedes imaginar, ya que por primera vez, como
pueblo, hemos sentido lo que es vivir libremente en nuestro territorio. Siempre
hemos vivido bajo la ocupación marroquí, bajo la presión de los colonos
marroquís. En este campamento hemos conseguido vivir los saharauis bajo las
jaimas, porque la jaima para nosotros es algo muy importante en nuestra
cultura, que está atacada por el ocupante marroquí. Era inimaginable la alegría
de las mujeres, de los niños, de todas las personas que estuvieron en este
campamento. Hemos podido reunirnos más de 20.000 saharauis y formar un
campamento fuera de la capital del Sahara Occidental, a 13 km. de la ciudad, en
un desierto, y fue algo increíble porque formamos una ciudad.
Se inició este campamento por el
sufrimiento que llevamos arrastrando desde el 75, bajo la ocupación marroquí.
El ocupante marroquí lleva contra la población saharaui muchas políticas,
empezando por los colonos marroquís, a los que ofrecen trabajo o vivienda
mientras que, a su vez, atacan a los saharauis, a los jóvenes; atacando la
cultura, robando nuestros recursos naturales, etc. Además de maltratos,
torturas, desapariciones, etc. se suma un bloqueo informativo que ejerce el
gobierno marroquí en la zona ocupada. Entonces, como pueblo, decidimos que
teníamos que organizarnos y hacer algo grande para romper este bloqueo y
conseguir nuestros derechos sociales y políticos. Por eso se inició el
campamento de Gdeim Izik, que ha sido el inicio de la primavera árabe.
No sólo lo decimos nosotros como saharauis.
Noam Chomsky dijo que “el inicio de la primavera árabe fue en El Aaiún, en el
Sahara Occidental”.
Entre las iniciativas pacíficas que se
llevan a cabo tanto en los territorios ocupados como en los liberados, hay una,
“Gritos contra el muro” que se hace una vez al mes.
Sí. Jóvenes, mujeres y hombres, están
luchando contra el muro de la vergüenza, que es el segundo muro más largo del
mundo, del que muy pocos medios de comunicación hablan. La gente no sabe que
existe un muro en el Sahara Occidental. Siempre se habla de otros muros, pero
el muro de la vergüenza pasa desapercibido.
Me parece interesante este grupo porque
están llevando a cabo unas actividades para que el mundo sepa que existe un
muro. Están llevando a cabo un trabajo muy importante. Yo los sigo, veo lo que
están haciendo, y animo a este grupo para que continúen con esta iniciativa.
Las torturas fueron una práctica
habitual una vez entraste en prisión. El último caso que se conoce de una
víctima mortal por torturas fue del pasado 26 de enero. Abdul Baqui Aliyen
Antanah (22 años) murió en la prisión de El Aaiún precisamente por estas
prácticas. La versión del gobierno marroquí señala que “se suicidó”…
Creo que era un preso político común
saharaui, que ha sufrido torturas y maltrato en la cárcel negra de El Aaiún.
Por ejemplo el año pasado asesinaron a
un preso político, Hassana El Ouali, por las manifestaciones en Dajla. Lo
asesinaron por abstinencia médica. Murió en la cárcel. Hay otros presos que
también asesinaron bajo la tortura y el maltrato.
En los últimos años –desde 2005 hasta hoy–
tenemos más de 14 asesinatos por parte de la policía marroquí o los militares
por el hecho de manifestarse pacíficamente. Como el caso del niño Nayem El
Gareh de 14 años, al que asesinaron el 24 de octubre de 2010 intentando entrar
al campamento de refugiados. O como el primer mártir para nosotros en la lucha
pacífica en 2005, el activista Hamdi Lembarki.
Hay muchos casos de víctimas asesinadas
bajo la tortura y maltrato. Hasta hoy, sus familias siguen luchando para
conseguir una autopsia y también para juzgar a los culpables que asesinaron a
estos jóvenes.
Dentro de la estrategia que lleva el
gobierno marroquí está que los colonos marroquís se levanten contra los
saharauis. Eso pasó en el campamento de Gdeim Izik, pasó en Dajla, en otras
ocasiones en la zona ocupada se levantaron los colonos con la ayuda de los
militares y la policía contra los saharauis, entrando en las casas de los
saharauis, torturando, maltratando a los niños delante de sus padres o a los
padres delante de sus niños.
Vemos que el modus operandi de Marruecos
tiene bastante que ver con el de Israel en los territorios palestinos. ¿Por qué
crees que se le da más difusión a lo que pasa en Palestina que a lo que pasa en
el Sahara Occidental?
Los medios de comunicación del estado
español y de la Unión Europea no están interesados en hablar de lo que está
pasando en la zona ocupada. Eso, por ejemplo, se ve en que España reconoció a
Palestina como Estado hace poco, pero hasta hoy no ha reconocido al gobierno
saharaui –que ha sido reconocido por más de 80 países–.
A la UE, España o Francia no les interesa
que los europeos sepan lo que está pasando en la zona ocupada. También
Marruecos, y esto ha salido en documentos secretos, paga dinero a funcionarios
de la televisión pública española, a medios de comunicación, para tapar lo que
está pasando en la zona ocupada, que está pasando más cerca que lo que pasa en
Palestina.
A su vez, la Justicia española te está
complicando mucho las cosas. En enero se dictó que tenías 15 días para salir
del país. Con la ayuda de CEAR-Euskadi y Javier Canivell [abogado de Hassana]
se ha conseguido retrasar la orden de expulsión. ¿Cómo está ahora tu situación?
Mi llegada a España fue en octubre de 2011.
Un mes después de mi llegada salió la orden de busca y captura del Tribunal
Militar de Marruecos, y tomé la decisión de quedarme en España y presentar
asilo político. Presenté el asilo político en enero de 2012. Y en 2013 me
juzgaron por rebeldía y me condenaron a cadena perpetua desde Marruecos, junto
con mis compañeros. Un Tribunal Militar que ha sido denunciado por numerosas
organizaciones internacionales –Amnistía Internacional, Human Rights Watch,
Comité Europeo de Derechos Humanos–.
Desde enero de 2012 estaba esperando la
respuesta del Ministerio del Interior. Y siempre me decían que estaban estudiando
mi caso. Hasta enero de este año, que recibí una llamada de la Policía diciendo
que tenían algo que darme y que tenía que ir a comisaría. Fui y me dieron la
denegación del asilo político junto con una salida obligatoria en 15 días.
Cuando sale la noticia fue un revuelo a nivel estatal, y también fue una
sorpresa porque no esperaba que fueran a denegarme la solicitud, ya que mi caso
es un caso muy claro.
¿Te dijeron por qué?
El Ministerio del Interior reconoció, de
una manera u otra, a un Tribunal que ha sido denunciado por numerosas
organizaciones internacionales…
¿Por qué sois juzgados por un Tribunal
Militar?
Y juzgado dos veces por el mismo hecho. La
primera vez en enero de 2011 me condenaron a cuatro meses. Y desde entonces he
salido muchas veces del país. Estuve en Argelia, en el campamento de refugiados
tres meses; en España…siempre volvía, hasta la última salida que es cuando se
emite la orden de busca y captura.
Era un caso muy claro. Presenté ante el
juez mis denuncias de tortura y maltrato, las noticias, mi primer sumario, la
primera y la segunda condena…Además presenté informes de ACNUR, CEAR, HRW, AI,
testimonios de observadores internacionales, etc. Personas del Colegio de
Abogados español que han sido testigos y han hecho un informe sobre el juicio,
que ha sido juicio ilegal. También las condenas del organizaciones de derechos
humanos marroquís –en concreto, ocho organizaciones- que denunciaron que fue un
juicio militar. Además presenté mis fotos de tortura, de maltrato.
Tras todo eso me encontré con la denegación
de mi asilo político. Pero en la denegación me pusieron que tenía derecho de
recurso. Dos tipos de recurso: uno administrativo y otro en la Audiencia
Nacional (AN). Junto con mi abogado Javier, decidimos que iríamos directos a la
AN. Ahí presentamos las medidas cautelares respecto a la salida obligatoria, y
desde que salió la noticia en enero hubo mucho apoyo: manifestaciones,
concentraciones, huelga de hambre en el aeropuerto de Barajas… En el Congreso
madrileño presentaron una propuesta no de ley, votaron todos los grupos a favor
–menos el PP–; en Galicia, el Parlamento votó en contra de la decisión del
Ministerio del Interior y a favor de mi asilo político, etc.
Hace poco la AN dictó que suspende la
salida obligatoria hasta que se termine todo el proceso judicial. El abogado
del Estado no se opuso a las medidas cautelares. Dijo: “No tengo nada que
decir”, me contó mi abogado, Javier. Presentamos el recurso y ahora estamos
esperando.
La verdad es que ha sido una prueba más de
cómo trata el Gobierno de España el conflicto del Sahara Occidental, y de cómo
trata España a personas y víctimas del terrorismo marroquí. Porque lo que está
aplicando Marruecos en territorios ocupados no es otra cosa que terrorismo:
matando, asesinando, violando. En mi juicio, cinco de mis compañeros han
denunciado que han sido violados sexualmente con botellas de cristal. Lo
dijeron delante de observadores internacionales, delante del juez y el fiscal.
La defensa pidió ir al médico para tener una prueba muy clara de que fueron
torturados, maltratados. A muchos de ellos les quitaron las uñas bajo las
torturas.
España ha sido y sigue siendo un apoyo a la
ocupación marroquí. Un apoyo a los torturadores. Eso se ve a lo largo de todos
estos años, de todos los gobiernos que pasaron en la democracia española. Todo
por los intereses económicos: no es el interés de España, sino el interés de un
lobby marroquí que está apoyando esta ocupación. Y las víctimas son la
población española y el pueblo saharaui.
¿Tienes alguna esperanza en España?
Yo espero que no siga como siempre, de un
color político. Que no siga habiendo mayorías absolutas, que haya otros colores
a la hora de tomar decisiones.
A estas Jornadas han acudido cuatro
representantes de distintos partidos políticos de España: Federico Buyolo
García (PSOE), Joan Josep Nuet i Pujals (IU), Gabriel Julio López López (UPyD)
y Miguel Urbán Crespo (Podemos). Cuando les escuchabas, ¿creías algo de lo que
decían?
Por la experiencia que tenemos con los
políticos del estado español, no confío. Siempre que llegan al poder, cambian.
Antes de llegar al gobierno siempre dicen “estamos con vosotros hasta la última
gota”, y cuando llegan al gobierno cambian su postura y apoyan la ocupación
marroquí. Como ha hecho el PP, como ha hecho el PSOE. Y espero que no lo hagan
otros.
Llevas más de dos años sin ver a tu
familia. ¿Confías en poder reunirte pronto con ella?
La verdad es que es muy duro obligarte a
vivir en otro país que tú no quieres. Es muy duro vivir lejos de tu familia, de
tu pueblo. Nunca pensé que llegaría a vivir en el exilio. Ni tampoco vivir con
una cadena perpetua. Ni con la responsabilidad de llevar la voz de mis
compañeros y mi pueblo que está sufriendo en la zona ocupada. Pero bueno, me ha
tocado y tengo que hacerlo.
Es duro porque en estos dos años que llevo
aquí en España he perdido personas. Murió mi abuela sin poder despedirme de
ella, murió mi tía; he sido tío. Cambian muchas cosas y tú no puedes estar. Con
todo, no sabes hasta cuándo va a seguir esto, pero espero que no sea mucho tiempo
porque tengo muchas ganas de estar con la familia. Para cualquier persona es
importante estar con la familia, pero para una sociedad como la saharaui es más
todavía. No es como aquí, que se junta en Navidades o Semana Santa, allí
pasamos casi todos los días.
Yo soy optimista. Tengo la esperanza de que
seguramente, un día viviremos libremente en nuestro territorio. Espero que sea
pronto, porque ya son muchos años de lucha, el pueblo saharaui está sufriendo y
está dividido en dos partes. Espero que no se alargue mucho el conflicto.
Leí una noticia del diario Público que
recogía declaraciones de jóvenes saharauis. Les preguntaba que cuál es la
solución, y ellos decían que la única posible es la guerra…
Sinceramente, yo estoy en contra de la
guerra. A quien benefician las guerras es a las empresas de armas. Es a países
como Estados Unidos, Francia y otros países que fabrican armas.
A lo largo de la guerra que hemos vivido
hemos sufrido mucho, hemos perdido a muchas personas. Yo, como joven que nació
allí, siempre he vivido una resistencia pacífica. Desde 2005, desde que tenía
17 años, los niños juegan en estas ciudades donde está la resistencia pacífica
y confío mucho en este tipo de resistencia, confío que vamos a conseguir
nuestra independencia con la resistencia pacífica que hacemos en la zona
ocupada.
En el año 2005 vimos por primera vez
nuestra bandera saharaui. Nunca había visto una bandera de mi pueblo. Y en ese
año conseguimos ver nuestra bandera. Pensamos que nuestra resistencia llegaría
a la televisión, a los medios de comunicación. Hoy en día organizaciones,
parlamentos, observadores, países, la UE hablan de la resistencia pacífica y de
las violaciones de derechos humanos en el Sahara Occidental.
También entiendo a estos jóvenes. Tenemos
personas en la zona ocupada que están llamando a la guerra. Es algo para
nosotros muy preocupante, porque si volvemos a la guerra la responsable y la
culpable de esta guerra va a ser la comunidad internacional: España, Francia,
los países que apoyan la ocupación marroquí. Y la ONU, que no quiere organizar
referéndum de autodeterminación. La MINURSO es la única misión de la ONU en el
mundo que no protege los derechos humanos. Están en la zona ocupada tomando el
té, tomando el sol. Y el pueblo saharaui sufre delante de las tropas de la ONU,
mientras ellos disfrutan de nuestros recursos y del sol. Es una gran vergüenza.
¿Cómo es el día a día de una persona
saharaui en los territorios ocupados?
Depende de cada saharaui. Hay gente que ha
podido estudiar y que está estudiando. Hay gente que tiene trabajo. Pero lo más
duro es ser activista en la zona ocupada. Desde que te levantas hasta que
duermes, tu vida es el activismo, tu vida es la política, la lucha. Y eso es
muy difícil. Incluso sufres porque en algún momento dado llegas a salir de casa
y sabes que te van a detener este día, o que te van a torturar, y tú sales. Es
muy duro ser activista en la zona ocupada. Puedes perder todo, por ejemplo tus
estudios, como es mi caso y el caso de otros jóvenes. Puedes perder tu mano, tu
ojo, tu pierna. Y puedes perder tu familia, como lo que está pasándome a mí. Y
puedes perder tu vida, como les ha sucedido a muchos jóvenes.
Es duro también porque hay muchas familias
que no tienen trabajo. Una de las políticas que lleva el gobierno marroquí es
empobrecer a los saharauis para que se vayan del Sahara Occidental. Por esto
hemos perdido a muchos jóvenes. Hablo de miles de jóvenes que murieron en las
aguas entre Canarias y la zona ocupada, intentando llegar a las islas para
buscar una vida mejor. Una de las estrategias de las muchas que lleva el
ocupante marroquí es vaciar el territorio de jóvenes.
¿Cuál es el siguiente paso?
Cuando llegué a España me encontré con
muchas asociaciones y gente que lucha contra la ocupación, pero muy poca gente
sabe lo que está pasando en la zona ocupada. Desde entonces, tomé la decisión
de viajar y hablar, hacer todo lo posible para que se reconozca la lucha que
llevamos en la zona ocupada. Eso es lo que estoy haciendo desde hace años,
viajando por todo el Estado y dando charlas en universidades, en
parlamentos…dar charlas por distintas ciudades de España, y también buscar un
apoyo político a mis compañeros y a la lucha pacífica. Mandar gente,
periodistas y a personas a la zona ocupada. Mandar también a formadores de
grupos y personas a la zona ocupada.
Desde la denegación, estoy notando los
problemas para viajar. Me quitaron todos los papeles, ahora no tengo papeles.
Sólo tengo tarjeta sanitaria, y con esa tarjeta no puedes coger aviones.
Cuando me pasó eso recordé la carta
universal de derechos humanos, cuando dice que todas las personas tienen la
libertad de movimiento. Todas estas cartas son mentiras que nos están
vendiendo, diciendo que hay derechos, hay igualdad, hay democracia, etc. Aquí
creo que no hay muchos derechos, incluso la población española sufre la
política del gobierno porque hay más paro, peor educación, peor sanidad. Pero
bueno, a ver si cambia.
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