Con motivo de su presencia en Madrid, en
los actos conmemorativos del 60 aniversario de la entrada del Estado español a
formar parte de las ONU.
La paciencia del Pueblo Saharaui, que desde
hace más de cuatro decenios mantiene una perseverante lucha contra la ocupación
ilegal de su país, el Sahara Occidental por el Reino de Marruecos, parece que
no tiene límite. Diariamente las fuerzas de seguridad marroquíes reprimen con
brutalidad a los saharauis, que resisten con dignidad y determinación en su
lucha para recuperar la libertad y construir un futuro en libertad, paz y
democracia.
Los conflictos armados en que están
implicados movimientos de liberación nacional reconocidos por las Naciones
Unidas tienen la consideración de conflictos armados internacionales, en
aplicación del artículo 1.4 del Protocolo I de 1977 a los Convenios de Ginebra.
Y aunque el Derecho Internacional no les reconoce expresamente el derecho a
usar la fuerza armada, tampoco se lo prohíbe, toda vez que numerosas
resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas han reiterado la
legitimidad del uso de la fuerza por parte de los movimientos de liberación
nacional.
Nadie quiere eso y mucho menos los
saharauis, pero nadie podrá hacer a este pueblo responsable si se ve obligado a
tomar una drástica decisión, que sería una tragedia anunciada tras años y años
de espera pacífica y esperanza en la negociación auspiciada por la ONU. Cada
vez que el pueblo saharaui renueva su confianza en unas instituciones
internacionales y multilaterales que se muestran tan remisas en su compromiso
con la legalidad internacional da prueba de su paciencia y capacidad de
sacrificio, lo que exige una respuesta adecuada de los países integrantes de
estos organismos.
La lucha por hacer valer su derecho sobre una
tierra que les fue arrebatada en 1975, la paciencia y la resistencia, la fe en
la justicia y en la razón, es lo que ha hecho que las y los saharauis, sigan
confiando en la búsqueda de una solución pacífica y definitiva, a pesar de las
promesas reiteradamente incumplidas. Mientras el Plan de Paz siga estancado y
en el Sahara ocupado se produzcan graves violaciones de los derechos humanos,
no duden que si finalmente se le intenta impedir decidir libremente su futuro
mediante un Referéndum de autodeterminación, en los términos que establecen las
Resoluciones de las Naciones Unidas, nadie le podrá acusar de no haber
explorado todas las vías pacíficas imaginables para poner fin a su sufrimiento.
Al Pueblo Saharaui se le está robando el futuro con la negación de la legalidad
internacional y, como a tantos pueblos que estuvieron bajo el yugo colonial, le
están empujando a tomar otro camino.
Las Naciones Unidas consideran que el
conflicto del Sahara Occidental es un asunto de descolonización, se halla
inscrito en la lista de territorios no autónomos y su situación es
periódicamente discutida en la Comisión de Descolonización de la Asamblea
General. Las Naciones Unidas y sus Estados miembros tienen la responsabilidad
principal en materia de descolonización. El mantenimiento por la fuerza de una
situación colonial puede constituir uno de los supuestos susceptibles de
determinar la aplicación por el Consejo de Seguridad de todas las medidas
previstas en el Capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas.
El Estado español continúa siendo
responsable legal y político de esta tragedia. Mientras el pueblo saharaui no
pueda decidir libremente su futuro, España seguirá siendo responsable moral y
políticamente del sufrimiento y de la violación permanente de los DD HH en el
Sahara Occidental.
Una cosa es clara: la solución legítima y
democrática vendrá inexorablemente del respeto a la voluntad del pueblo
saharaui, dado que el estatuto definitivo del territorio del Sahara Occidental
es prerrogativa exclusiva de su pueblo. El Frente POLISARIO decidió sustituir
las armas por las urnas, en la confianza de que las Naciones Unidas serían
capaces de llevar a buen término una descolonización inconclusa del Sahara
Occidental, la última colonia de África.
El Sahara Occidental sigue esperando, pues,
una solución justa y duradera. La que ofrece Marruecos carece de ambas cosas,
lo que conlleva no solo a una prolongación del sufrimiento de un pueblo
inocente, sino también a una degradación de la seguridad regional, factor que
permite a redes criminales actuar con notable grado de impunidad.
Es posible diseñar una solución en unas
pocas horas de democracia a través de la organización de un referéndum de
autodeterminación ya que el censo está confeccionado por las Naciones Unidas.
No se trata de un conflicto étnico ni de un conflicto religioso o el de dos
pueblos por un solo territorio. Es un caso claro de ocupación ilegal y por la
fuerza de un territorio. Nosotros no descansaremos hasta que se haga justicia y
este pueblo amigo pueda vivir en paz en su tierra, unidas sus familias, sin
muros y minas que se lo impidan.
El Sahara Occidental no puede esperar y la
responsabilidad de lo que pueda pasar es de los países que deciden en el seno
de las Naciones Unidas.
CEAS.-Sahara (Coordinadora Estatal de
Asociaciones Solidarias con el Sahara)
26 octubre 2015
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