martes, 8 de enero de 2019

Cautela de Argelia y John Bolton sobre las intenciones de Marruecos ante el proceso de negociación sobre el Sáhara Occidental

*Fuente: DIARIO EL MINUTO. 07/01/2019  

El año 2018 ha concluido con la apertura los días 5 y 6 de diciembre del reinicio del proceso de negociación respecto al futuro del Sáhara Occidental.
Por: el Profesor Roberto Barral Blanco, Miembro de Western Sáhara Human Rights Watch y del Centro de Estudios sobre el Sáhara Occidental de la Universidad de Santiago de Compostela. Galicia (España).
Muchas son las preguntas que se plantean ante el desarrollo de estas negociaciones. Más allá de declaraciones de intenciones, de momento, sólo se ha realizado una reunión de tanteo, y se ha convocado una nueva reunión para el primer trimestre del año 2019.
Conviene, no obstante, analizar cual son los verdaderos obstáculos que entorpecen un proceso que lleva más de 27 años paralizado.
Desde algunas fuentes de la prensa internacional, de evidente enfoque promarroquí, parecen partir de la base de que es necesario propiciar una solución al contencioso repartiendo responsabilidades similares a las partes en el bloqueo del proceso. Este enfoque pretende ocultar el verdadero obstáculo con el que se pueden encontrar estas negociaciones y de los intentos anteriores por llegar una a una solución, y que no es otra que la postura marroquí y el papel de algunas potencias como Francia en el Consejo de Seguridad.
Lo demás, son enredos lingüísticos y una pérdida de tiempo, que es lo que un perfecto conocedor del conflicto como el Sr. Bolton quiere evitar.
Frente a un mandato y unos parámetros claros sobre los que se firmó el Plan de Arreglo de 1991 que permitió establecer la MINURSO en el territorio: un referéndum de autodeterminación con el censo español de 1974 donde se debería votar entre independencia o integración en Marruecos, en la actualidad se ha habla de una solución política que provea la libre determinación pero sin concretar ni el sujeto de derecho ni el procedimiento de cómo llevarlo a cabo, derivando unos parámetros de negociación tremendamente genéricos de difícil concreción.
Esto puede ser un obstáculo importante ya que el formato en sí es dificultoso, enunciados como “solución realista” o “viable” es posible que entorpezcan más que aclaren ya que es muy difícil determinar que es “realista” “viable” o “solución mutuamente aceptable”, y quién está legitimado para acuñarlo, En la práctica, la mesa de negociación puede convertirse en un diálogo de sordos y conducir a una situación de bloqueo, porque fundamentalmente Marruecos tiende a interpretar que estos términos se refieren exclusivamente a su posición en la que pretende enrocarse.
En este sentido, Marruecos a través de su ministro de exteriores, Nasser Bourita, ha llegado a realizar declaraciones esperpénticas inventándose nuevas formulaciones del derecho de autodeterminación que están fuera de toda lógica democrática, tales como que este derecho se estaba ejercitando a través de las inversiones que el ocupante marroquí está realizando en el territorio, otras realizadas por la diplomacia alauí como defender que la propuesta marroquí de “autonomía” en ningún caso pueda ser rechazada por el veredicto de las urnas, o que desde cierta prensa promarroquí se arguya de forma obscena, que tras cuarenta años de resistencia para ejercer el derecho inalienable de autodeterminación respaldado por la legalidad internacional, es “aceptable” para el Frente Polisario firmar su autodisolución y que los saharauis de los campamentos, sin más, vuelvan para sus casas y puedan buscar un trabajo en el territorio.
Por lo tanto, este mandato de negociación con términos tan genéricos tiene sus peligros y puede llevar al proceso a un punto muerto, o a una banalización de los objetivos y propósitos del proceso y de la propia legalidad internacional.
Por lo tanto, ¿Que es necesario para llegar a algún resultado?
En mi modesto entender, para que la negociación pueda llegar a buen puerto debe plantearse las siguientes preguntas:
1-¿Marruecos está dispuesto a aceptar que en resultado final de la negociación debe contemplarse algo de lo que propongan las otras partes y que no sea de su agrado?
2-¿Se negociará en base al fin y propósito de la MINURSO de proveer el derecho de autodeterminación o se desviará a otros asuntos?
3-En el supuesto de que las negociaciones no discurran como Marruecos espera y comience a cuestionar el formato ¿El Consejo de Seguridad respaldará el proceso?
4-Si se firma un acuerdo y luego Marruecos se retracta ¿El Consejo de Seguridad paralizará la ejecución de lo acordado o respaldará los acuerdos logrados por el Enviado Personal?
Estas preguntas recogen muchos de los aspectos que han enturbiado intentos anteriores y que de no manejarse con claridad y firmeza pueden convertirse en una pérdida de tiempo y que puede explicar las cautelas de algunos actores.
Argelia no se ha pronunciado oficialmente sobre el proceso, la prensa argelina desconfía de las verdaderas intenciones de Marruecos. El Secretario de Seguridad Nacional de los EE.UU. John Bolton, perfecto conocedor del conflicto tiene buenas razones para estar vigilante ante la evolución del proceso. La experiencia del fracaso de los sucesivos intentos de llevar a cabo el proceso de paz que han sucumbido ante la inflexibilidad marroquí y la indolencia del Consejo de Seguridad.
Inicialmente, el Plan de Arreglo de 1991, firmado por Marruecos y el Frente Polisario contemplaba un referéndum con el censo español de 1974, al percibir que con ese censo se encaminaba a una derrota segura, Marruecos alegó que ese censo dejaba fuera a miles de saharauis promarroquíes que no podrían ejercer su derecho a la autodeterminación.
Tras años de bloqueo en 1997, James Baker desbloquea la situación con los Acuerdos de Houston, pero cuando se publican las listas provisionales en enero del 2000 Marruecos anuncia que el referéndum es inviable presentando fuera de plazo miles de reclamaciones. El Secretario General, Kofi Annan suspende el referéndum alegando que la resolución de las apelaciones marroquíes podría llevar dos años y era necesario buscar una solución intermedia que no se basara en el “todo o nada”.
En junio del 2001 se presenta en el informe del Secretario General un proyecto de Acuerdo Marco que proponía un periodo de autonomía limitada de cuatro años gestionada por un ejecutivo local elegido con el censo del 2000 y un posterior referéndum donde quedaría excluida la opción de independencia y donde podrían participar todos aquellos que tuvieran un año de residencia en el territorio, lo cual conllevaría a un traslado masivo de colonos marroquíes hacia el territorio. Este proyecto, apadrinado por EE.UU.y Francia, que estaba muy alejado de ser una propuesta intermedia, ante el rechazo del Frente Polisario y Argelia, finalmente no fue presentado en el Consejo de Seguridad.
En febrero del 2002, Kofi Annan plantea la división del territorio sobre la base de que en otras ocasiones Marruecos la había sugerido, y teniendo en cuenta la partición pactada con Mauritania en 1976, pero cuando ésta es formalmente aceptada por Argelia y el Frente Polisario Marruecos se opone frontalmente.
En el 2003 se presenta el “Plan de Paz para la libre determinación del pueblo del Sáhara Occidental” Baker II que consistía en la elección de una Asamblea saharaui con el censo del 2000 de la que surgiría un ejecutivo que gestionaría una autonomía supervisada por Naciones Unidas durante cinco años y finalmente habría un referéndum sobre el estatuto final con un censo con todos aquellos residentes establecidos de buena fé en el territorio hasta 1999. Es decir, se incluirían en el censo los colonos ya residentes en el territorio pero no nuevos colonos.
Inicialmente Marruecos no se oponía a este Plan, mientras que el Frente Polisario lo rechazaba, cuando éste es aceptado por el Frente Polisario, Marruecos rechazó el Plan y este fué enterrado por la comunidad internacional lo que provocó que James Baker tirase la toalla. En el informe del Secretario General Kofi Annan de abril de 2004, en un tono muy contundente hace referencia a que es imposible llegar a una solución si Consejo de Seguridad no impone algo que no guste a una de las partes (en referencia a Marruecos).
A partir de aquí ya no se formularon propuestas desde la Secretaría General y solamente se han establecido negociaciones directas con la partes.
En resumen, no es descartable que Marruecos en colaboración con algunas potencias del Consejo de Seguridad como Francia vuelva a meter al proceso en un callejón sin salida.
¿Nuevo formato para reanudar las negociaciones?
Un nuevo formato para una mesa de negociaciones incorpora como observadores a Mauritania y Argelia. Su entrada como observador, aunque no es nueva ya que ha participado con ese estatus en planes anteriores, es considerado por Marruecos como un éxito diplomático, ya que es un argumento recurrente de la propaganda marroquí considerar que el Frente Polisario no es el verdadero interlocutor para una negociación sino una especie de “marioneta” de Argelia, porque al fin y al cabo esto sería un conflicto regional sobre una y no conflicto de descolonización
La posición de Argelia es conocida, está ajustada al derecho internacional como un conflicto de descolonización inconclusa y se basa en el reconocimiento del derecho de autodeterminación del pueblo saharaui y reconoce al Frente Polisario con interlocutor único de este derecho. Esta posición está bastante distancia de la postura marroquí y no se tiene constancia de que Argelia pretenda suplantar al Frente Polisario.
La propuesta de marroquí de autonomía, tal como la concibe Marruecos como opción única y como marco exclusivo no encaja dentro del marco jurídico establecido por la ONU para los territorios no autónomos pendientes de descolonización, ya que parte del falso principio, ya contestado en múltiples resoluciones de la ONU y en diferentes resoluciones judiciales, de que el Sáhara Occidental está integrado en su territorio.
Para no vulnerar el principio de autodeterminación, tendría que presentarse como una propuesta de integración en Marruecos en la que el pueblo saharaui podría decidir si la acepta o no.
Por otra parte, desde el punto de vista estrictamente práctico de una mesa de negociación, el enfoque marroquí de que el territorio ya forma parte de Marruecos y de que la única solución posible sería ofrecer a los saharauis una autonomía dentro del “marco de la soberanía marroquí” es totalmente contradictorio con el llamamiento a otro estado como Argelia para formar parte de unas negociaciones sobre el estatuto final del territorio. Lo cierto es que no se entiende muy bien que un estado negocie su propia organización administrativa con otro estado como sería el traspaso de competencias a una entidad regional, tales como sanidad, educación, pesca…
La cuestión fundamental es si Marruecos busca una negociación seria de ámbito regional, pero respetando como interlocutor al Frente Polisario y la legalidad internacional, o simplemente su estrategia no es más que un fuego de artificio que busca culpabilizar a Argelia de una posible falta de resultados, si ésta y Mauritania simplemente no avalan su política de anexión del territorio ignorando el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui.
Es aquí donde precisamente reside la cautela de Argelia, los últimos movimientos compulsivos hacia Argelia y Mauritania introduciendo otros temas como la apertura de fronteras, parecen más en la línea de desviar la cuestión central de las negociaciones, que no debe ser otra que buscar una solución política que provea la autodeterminación del pueblo saharaui.
Cambios poco creíbles y compulsivos en las relaciones de Marruecos con Mauritania
Desde la independencia de Marruecos en 1956, Mauritania siempre estuvo en el punto de mira de la monarquía alauí, de hecho desde el periodo de lucha por la independencia ha formado parte del denominado “Gran Marruecos”.
Marruecos en sus relaciones siempre ha tratado a Mauritania como si fuese su patio trasero. Cuando Mauritania alcanzó la independencia en 1960, Marruecos pero no la reconoció hasta 1970, incluso durante los años sesenta creó un ministerio de asuntos mauritanos.
En la década de los setenta, aparece una convergencia de intereses sobre el Sáhara Occidental, repartiéndose el Sáhara Occidental tras los Acuerdos ilegales de Madrid de 1975, como consecuencia de este acuerdo firmaron en abril de 1976 un Tratado de Frontera Estatal por el que Marruecos obtenía dos tercios del territorio y Mauritania el tercio sur del territorio cuya base será la actual Dajla.
Mediante un pacto militar de 1977, Marruecos tenía instalada tropas de apoyo tanto en el “sáhara mauritano” como en la propia Mauritania.
En 1978 se produce un golpe de estado en Mauritania que derroca al presidente Uld Daddach, la nueva junta militar es partidaria de finalizar la guerra con el Frente Polisario que finalmente se firma el Acuerdo de Argel en 1979 por el que Mauritania se retira de la parte de territorio que tenía ocupada y reconoce al Frente Polisario,
En respuesta Marruecos invade la parte mauritana, tras haber reconocido en la Corte Internacional de Justicia que nunca había sido marroquí y firmado un Acuerdo estatal de fronteras en 1976.
Este acto fué denunciado por Mauritania ante instancias internacionales como una violación de su soberanía como estado y marcó una relación tensa entre los dos países, con un distanciamiento y desconfianza en las relaciones bilaterales.
Marruecos en los años ochenta lleva a cabo una política agresiva contra Mauritania, apoya movimientos de desestabilización en Mauritania, en 1984, el presidente que reconoció la RASD, Mohamed Khuna Haidalá es derrocado en un golpe de estado y en los años ochenta la construcción de los muros marroquíes penetra en varias zonas dentro de las fronteras internacionales de Mauritania.
En los últimos años, Marruecos mantuvo una actitud de hostilidad hacia el gobierno de Mohamed Ben Abdel Aziz, apoyando y dando asilo en su territorio a la oposición más beligerante representada por el opositor Mohamed Uld Buamatu.
Desde que Mauritania entra en la mesa de negociación del Enviado Personal Horst Kholer, Marruecos ha intentado “seducir” a Mauritania, promoviendo de forma compulsiva eventos académicos, foros económicos y firma de convenios comerciales para contrarrestar la influencia argelina y dejando en la cuneta al líder de la oposición mauritana, actualmente residente en Europa.
¿Podrían jugar España y la Unión Europea un papel positivo?
Pese a ser la potencia administradora de ”iure” del territorio, España se ha desentendido del problema priorizando sus relaciones con Marruecos, incluso ha apoyado ciertas prácticas favorables a Marruecos comportándose de forma deshonesta con los saharauis, contrariamente a la postura solidaria de la sociedad civil con el pueblo saharaui.
De entrada, no parece que esta postura vaya a cambiar y España asuma un rol positivo para garantizar el derecho de autodeterminación de los saharauis.
Se afirma que temas como el control de los flujos migratorios o la seguridad, pesan en las relaciones, pero cierto es que frente a otros estados, España no le ha tomado la medida a Marruecos aceptando una relación asimétrica basada en el chantaje permanente.
Esta asimetría se produce en diversos ámbitos, económico, cultural o político, en los que España ha invertido muchos esfuerzos de dudosa reciprocidad:
1- Proyectando una imagen poco real de estabilidad y confianza para las inversiones (cuando muchas empresas se han tenido que marchar por decisiones arbitrarias de la administración marroquí y la indolencia del cuerpo diplomático español)
2-Invirtiendo en infraestructuras educativas poco rentables a nivel de difusión del idioma o la cultura española (es el país con más centros educativos españoles pero con escasa influencia cultural y una regresión del español como idioma de referencia)
3- Defensa de acuerdos económicos de dudoso rendimiento para los sectores económicos españoles involucrados pero de alto valor para la política anexionista marroquí (pesca, agricultura)
4- Blanqueamiento ideológico de partidos del Mazjén que no son homologables a fuerzas democráticas como p.ej: las relaciones de partidos españoles y europeos con la USFP y el Istiqlal.
Dentro de esta política asimétrica cabe destacar el reciente apoyo del gobierno español para que la Unión Europea sufrague a una serie de propuestas de Marruecos para seguir frenando los flujos migratorios, algunas de ellas como las prácticas en formación de estudiantes marroquíes ha sido fuertemente aplaudida por alguna prensa española como el editorial Marruecos acierta del periódico EL PAÍS del pasado 5 de enero, demuestra hasta donde España está dispuesta a dejar someterse a una dinámica de extorsión sin límites.
¡Señores del diario EL PAÍS!, un par de apreciaciones:
En primer lugar, la propuesta de Marruecos no es tan novedosa, ya que el programa Erasmus+ permite realizar asociaciones de entidades educativas europeas con instituciones educativas de países asociados como Marruecos.
En segundo lugar, en una cuestión tan importante como la cooperación educativa mediante el fomento de intercambio de estudiantes, prácticas de posgrado, la eliminación de prejuicios, o la interculturalidad deberian ser producto de un Plan Integral de la Unión Europea que englobase sin exclusiones a todos los países y pueblos de la región y no consecuencia del chantaje de un estado para controlar los flujos migratorios. Es lamentable que la cooperación se active como premio a la extorsión, (como expresan las declaraciones de la Secretaria de Estado para la Migraciones, Consuelo Rumí “que no tengan ninguna excusa para no cooperar” ).
Este tipo de política, que afecta tanto España como la Unión Europea, permite a representantes europeos afirmar no ser parte del problema, pero de forma obscena intervenir en la zona, como es el caso de los acuerdos comerciales con Marruecos que pretenden ampliarse al Sáhara Occidental y que están en contradicción con las sentencias dictadas por el TJUE.
Tanto la UE como España en este momento no cumplen ningún rol positivo para la resolución del conflicto, porque se empeñan en darle herramientas a Marruecos para que siga boicoteando la autodeterminación del pueblo saharaui.
Desde algunos medios políticos y diplomáticos europeos (que no son de la extrema derecha), con cierto descaro se margina soluciones democráticas acordes con la libredeterminación para ser sustituidos por argumentos de tufo hitleriano de que la anexión del Sáhara Occidental es “vital” para Marruecos recordando la teoría “espacio vital” que defendía la Alemania nazi.
El lobbismo obsceno de algunos representantes europeos constituye una muestra del deterioro moral y político que inunda las instituciones europeas.
Conclusiones
De entrada, es positivo que se abra un periodo de negociaciones entre las partes, pero el marco de referencia es demasiado genérico y abstracto, conceptos como “realista”, “viable”, “vital” “mutuamente aceptable” son muy difíciles de definir y pueden llevar a la arbitrariedad del que los interpreta, por lo que sería necesario que se cumplan una serie de condiciones al hilo de las preguntas iniciales:
1-No desviar las negociaciones del objetivo de la MINURSO y su objetivo es buscar una solución política que garantice la autoderminación del pueblo saharaui. Temas como la frontera argelina-marroquí, el yihadismo en el Sahel… son temas interesantes que preocupan a la comunidad internacional pero no son objeto de esta negociación, y por lo tanto no deben interferir para vaciar de contenido el objetivo de la MINURSO.
2- Exigencia real de compromiso a Marruecos, tanto en la negociación, como si llegasen, en la aplicación de los acuerdos.
3-Asegurarse que las partes, fundamentalmente Marruecos, asuman que en el resultado final de unas negociaciones serias se contemplará algo de la propuesta de las otras partes y que con toda probabilidad no sea de su agrado.
4- El Consejo de Seguridad no debe desautorizar al mediador cuando haya acuerdos y compromisos permitiendo que las partes se retracten de lo acordado.
Por lo tanto, esperemos que esta vez se llegue a buen puerto y que se negocie de buena fe.

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